Sólo necesitas un lápiz, un papel y un congelador. Para congelar a alguien escribes su nombre, doblas el papel y lo introduces en el frigorífico y ya está. Para la ocasión ha decidido escribir el nombre de Lydia Lozano, la colaboradora cuando ha visto que era ella la perjudicada, no le ha hecho mucha gracias. Y es que la superstición es evidente entre los colaboradores.