'El edificio' por María Jesús Ruiz Hernández

TELECINCO.ES 11/02/2008 16:46

Era verano, la ciudad estaba tranquila porque todos estaban de vacaciones. Excepto yo, un médico recién licenciado que tenía que suplir una baja. Era el trabajo ideal para un novato, poco trabajo y podría dedicarme a hacer turismo.

Me alquilé un piso en uno de esos edificios magníficos, antiguos y céntricos , con un ascensor de los años 40, era cautivador. La comunidad parecía muy tranquila, demasiado me pareció a mi... Sólo un par de veces crucé un simple "hola" en el rellano. Ni tan siquiera el portero era demasiado afable, aunque no descuidaba su trabajo. Tenía la escalera impoluta..

El piso era amplio, pero poco soleado al igual que el rellano y toda la escalera, era uno de esos pisos interiores, de techos altos y puertas estrechas. Los marcos de las puertas crujían y la instalación de agua se estremecía cuando abría el grifo de la ducha, pero no me importaba. Siempre me pregunté porqué el alquiler era tan barato, y porqué habían pasado tantísimos vecinos por el inmueble...

La vida transcurría sin ningún tipo de incidentes,pocos pacientes en el consultorio,y si venían era por malestares sin importancia,y me encantaba ir decorando el piso poco a poco.Cada día salía en busca de algún adorno que hiciera más confortable mi estancia en el magnifico piso.

Dedicaba las tardes a leer,a disfrutar de la hermosa terraza que tenía junto a la ventana del comedor en las noches calurosas.Nunca escuchaba a mis vecinos colindantes,solo una noche observé que había luces en el piso interior cuando me asomé por la galería. Era una débil luz,y se oía como un rumor. Quizá alguien estaba rezando, pero no le dí ninguna importancia.

Una noche, escuché gritos , como de una anciana sollozando. Salí al rellano, no había nadie, la luz se había ido y el portero no atendía a mis llamadas. No podía dejar a esta señora al amparo de nadie.¿Y si se había roto la cadera y estaba postrada en el suelo? Era algo muy usual en mi profesión y sentí que no podía quedarme indiferente.

Intenté llamar a emergencias, pero no tenía cobertura. Me decidí a auxiliar a la anciana con el pijama puesto y con la luz del móvil para alumbrarme. Sorprendentemente, la puerta del piso de arriba estaba entornada, estaba en penumbras.Solo al final del pasillo intuía lo que podía ser luz de velas...

Cuando llegué lo entendí todo...Yo era su próxima víctima. La comunidad realizaba actos satánicos,rituales monstruosos con víctimas desconocidas, y quien mejor que un joven médico que no conoce nadie y que nadie conoce, con trabajo eventual para justificar su desaparición...Mi vocación como médico para ayudar a la anciana, el amor por mi profesión me hizo perder lo que más valor tenía para mi: mi anónima pero valiosa vida.