La Fiscalía pide 10 años de cárcel para el cerebro del robo de las joyas de Kim Kardashian: "Que pague su delito"

La estrella estadounidense, Kim Kardashian
La estrella estadounidense, Kim Kardashian. Cordon Press
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En la madrugada del 3 de octubre de 2106, un grupo de ladrones - cuya edad media ronda los 70 años - entraron en la habitación de un pequeño y discreto hotel de lujo de París en el que se encontraba alojada la estrella de telerrealidad Kim Kardashian. Los asaltantes aprovecharon que ésta se encontraba en la capital de Francia disfrutando de la Semana de la Moda para irrumpir en el alojamiento y llevarse joyas valoradas en unos 10 millones de dólares. Entre ellas, estaba el anillo de bodas que el rapero Kanye West había regalado a Kim, una pieza única que constaba de un diamante de 19 kilates y que, desde aquella noche, nunca volvió a ver.

Por fortuna, los ladrones fueron detenidos un año después, si bien no ha sido hasta finales del pasado mes de abril cuando comenzó el juicio contra ellos. La propia Kim Kardashian declaró hace pocos días el "trauma" profundo que le causó el incidente, pues pensó que los ladrones "iban a violarla" allí mismo, a punta de pistola. Ahora, la Fiscalía ha pedido hasta 10 años de cárcel para el que consideran como el líder de la banda, Aomar Aït Khedache, por ser él uno de los atracadores que amordazaron y ataron con bridas a la influencer para que les entregara las joyas.

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Él fue uno de los ladrones que amenazó a la influencer

Aït Khedache, de 69 años, tiene serios problemas de salud, ya que está sordo y casi mudo, y pidió perdón a Kardashian a través de una auxiliar durante el juicio. Sin embargo, la fiscal pide prisión para él - a pesar del bajo riesgo de fuga y reincidencia - porque "no hay duda de la responsabilidad de los acusados" y, por tanto, "deben pagar por el delito cometido". Entre los acusados, a los que la prensa llamó "yayoladrones", hay algunos han admitido su participación en el robo, ya que fueron identificados por restos de ADN, mientras que los demás han defendido su inocencia.

En cuanto a las joyas, nunca fueron encontradas y la policía estima que fueron vendidas a Bélgica. Únicamente se pudo recuperar un collar que se le extravió a los ladrones en su huida. Sin embargo, el mayor trauma para la estadounidense no es sólo la pérdida de sus materiales preciados sino que, desde aquella noche, cada vez que sale de viaje, tiene que contar con un equipo de seguridad nocturno que la ayuda a dormir tranquila.

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