Casa real

La verdadera relación entre el rey Juan Carlos y la infanta Elena, contada por él: "Nunca me he inmiscuido en su vida privada"

El rey Juan Carlos y la infanta Elena en una imagen de archivo. EP
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La infanta Elena celebra este sábado, 20 de diciembre, 62 años de vida, y las memorias del rey Juan Carlos, publicadas en España el pasado 5 de diciembre bajo el título 'Reconciliación' permiten conocer aspectos desconocidos de su vida y retratan la verdadera relación entre padre e hija.

El exmonarca comienza su relato reconociendo el peso que su papel institucional tuvo en la crianza de sus hijos, Froilán y Victoria Federica. Desde que Juan Carlos I ascendió al trono en 1975 y se restauró la monarquía en el país, su vida quedó absorbida por la tarea de construir la democracia, algo que afectó inevitablemente a su lado familiar.

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"Mis obligaciones oficiales no me han permitido estar en casa tanto como me habría gustado. Desde 1975, dediqué toda mi energía y todo mi tiempo a España. Lo hice por mis hijos y por los hijos de mis compatriotas", señala en su libro.

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Su infancia

Aun así, recuerda una infancia más protegida para Elena, sostenida en gran medida por la reina Sofía, a quien define como "una madre muy dedicada".

Juan Carlos evoca con especial cariño los "rituales familiares" que, para él, eran irrenunciables: las vacaciones de esquí, los veranos en Palma de Mallorca, las comidas con los abuelos o las noches de cine en familia. "Les gustaban especialmente las películas de James Bond", revela.

En ese sentido, reconoce una relación especialmente más indulgente con sus hijas: "Probablemente fui más laxo con mis hijas que con mi hijo -Felipe VI- dadas sus futuras responsabilidades y el hecho de que ya estaba muy mimado por su madre. Pero Sofi -la emérita Sofía- y yo intentamos darles nuestro cariño y atención constantes. Espero que hoy hayan sabido perdonar mis ausencias", asevera.

La boda de la infanta Elena y su papel dentro de la Corona

El siguiente gran hito que marcó su relación llegó con el matrimonio de la primogénita de Juan Carlos con Jaime de Marichalar, celebrado en Sevilla en 1995. Juan Carlos describe aquel enlace como un acontecimiento histórico. "En dos años casé a mis dos hijas. Era la primera vez que celebrábamos una boda de la familia real en una época de concordia nacional. Me sentí feliz de compartir esos momentos de alegría familiar con los españoles que habían visto crecer a mi hija".

Pese a todo, la posterior separación de la infanta y Marichalar no alteró, según ha querido dejar claro en la obra, su papel como padre: "Nunca me he inmiscuido en la vida privada de mis hijas. Las apoyé, como haría cualquier padre, en sus decisiones y en sus problemas".

Tras su boda, tanto Elena como Cristina continuaron desempeñando sus funciones institucionales, algo que Juan Carlos I ha puesto en alza. "Los privilegios conllevan una cuota de obligaciones y deberes. Debían encontrar el tiempo y la energía para hacerlo, aunque implicara no ver a sus hijos los fines de semana, o levantarse al amanecer. Ser infanta es una servidumbre, y ellas aceptaron el papel sin rechistar, mientras cursaban estudios superiores y, más adelante, compaginando su vida familiar y su trabajo. Ellas decidieron forjar su propio destino, además del ya predestinado de pertenecer a la familia real", recuerda.

Y añade: "Hoy, cuando están excluidas de las funciones oficiales de la Corona, me doy cuenta del acierto que tuvieron al elegir su propio camino, al construirse de manera independiente de sus padres y de la Casa Real".

El apoyo incondicional de la infanta a Juan Carlos en Abu Dabi

Es desde el exilio del emérito a Abu Dabi en 2020 cuando la figura de la infanta Elena cobra mayor protagonismo en la vida de su progenitor. Juan Carlos I habla sin tapujos de sus visitas: "He mencionado las visitas regulares de mis hijas… Forman mi sólida base emocional. Dado mi aislamiento, sus idas y venidas ocasionales son más preciosas".

Uno de los momentos más emocionantes del libro llega con el recuerdo de su primera visita a España tras más de dos años fuera, cuando fue Elena quien lo recibió por sorpresa al bajar del avión. "Mi hija Elena me dio la sorpresa de estar allí. No pude contener la emoción. Aún recuerdo su efusivo abrazo. Apenas podíamos creerlo. ¡Encontrarnos por fin en suelo español! Después de 654 días fuera. Los conté, uno a uno", subraya.

Quien fue jefe de Estado en España durante casi 40 años refleja también la importancia de ese vínculo con su hija mayor a través de su nieto Felipe, primogénito de Elena y ahijado suyo, quien vive en Abu Dabi desde hace dos años. "Hoy tengo la suerte de contar con la presencia del mayor de mis nietos, Felipe, el primer hijo de mi hija Elena, de quien soy padrino", escribe en sus páginas.

En este sentido, y a sus 62 años, la infanta Elena aparece en las memorias de su padre como algo más que una hija o una infanta, sino como un ancla familiar y uno de sus grandes "apoyos incondicionales".