Feria de Abril: siete platos típicos andaluces que tienes que probar

La gastronomía se convierte en el ritual perfecto para conectar con la esencia cultural de Andalucía
El pescaíto frito es el preámbulo perfecto para una noche en la Feria de Abril
Cómo se hace el rebujito: el secreto mejor guardado de la Feria de Abril
La Feria de Abril es un tapiz gastronómico tejido con siglos de historia, tradición y sabores profundamente arraigados en el alma andaluza. Cada primavera, bajo un cielo adornado de farolillos, Sevilla se transforma en un auténtico paraíso culinario donde la comida no es mero acompañamiento, sino protagonista esencial de la celebración. Entre casetas efímeras, risas contagiosas y bailes interminables, la gastronomía se convierte en el ritual perfecto para conectar con la esencia cultural de Andalucía.
A través de siete platos emblemáticos, te invitamos a explorar y saborear la identidad festiva del sur, un viaje sensorial que promete descubrir la auténtica alma de la Feria.
Pescaíto frito: inicio y emblema de la fiesta
El primer contacto con la Feria de Abril ocurre durante la tradicional noche del "pescaíto", una cena previa al encendido del alumbrado donde los pequeños pescados del litoral andaluz se convierten en protagonistas absolutos. Desde boquerones hasta cazón en adobo, pasando por calamares y puntillitas, estos productos frescos se rebozan ligeramente en harina y se fríen hasta alcanzar una textura crujiente y dorada que los convierte en bocados irresistibles.
“El secreto de un buen pescaíto frito está en la frescura absoluta del producto y en un aceite limpio a alta temperatura”, apunta el chef sevillano Daniel del Toro dando así consejos si se quiere replicar este plato en el calor del hogar.
Gazpacho andaluz: el frescor necesario
La primavera sevillana es cálida, y para combatir las temperaturas altas, pocas opciones resultan más adecuadas que un gazpacho andaluz bien frío. Esta sopa refrescante, elaborada a base de tomate maduro, pepino, ajo, pimiento, pan duro, aceite de oliva virgen extra y un toque de vinagre, representa la quintaesencia de la gastronomía andaluza con su elaboración sencilla, fresca y saludable.
Para muchos, el gazpacho es casi "una auténtica bebida isotónica natural, perfecta para hidratarse en días de intenso calor", como los que suelen reinar durante la feria sevillana. El resultado es líquido y refrescante y en algunos casos se acompaña con trozos pequeños de verduras frescas (pepino, pimiento, tomate picado) como guarnición.

Rabo de toro: la esencia taurina en un plato
El rabo de toro es quizás el guiso más emblemático vinculado directamente a la tauromaquia. De hecho, se vincula estrechamente con la historia y tradición taurina de Sevilla, donde se consumía tras las corridas en una suerte de homenaje al espectáculo vivido en el ruedo. Cocinado lentamente con vino tinto y verduras hasta que la carne se desprende suavemente del hueso, este plato rebosante de sustancia refleja la tradición gastronómica sevillana más profunda.
Los cocineros más reputados dan uno de los trucos clave: un buen rabo de toro debe cocinarse durante horas, a fuego lento, hasta que la carne adquiera una textura tierna y jugosa, casi melosa, gracias a la liberación del colágeno natural de la carne.

Montadito de pringá: cocina de aprovechamiento entre dos panes
La pringá es otro gran clásico sevillano, un manjar resultante de las carnes sobrantes del tradicional puchero andaluz (tocino, morcilla, carne de cerdo y chorizo). Esta mezcla se sirve caliente y desmenuzada dentro de un panecillo pequeño, conformando así un montadito perfecto para acompañarnos durante las largas noches de baile y alegría de la Feria de Abril.
Según el crítico gastronómico Fernando Huidobro, la pringá "resume de forma perfecta la esencia del tapeo sevillano: sabor intenso, humildad de ingredientes y técnica tradicional".

Huevos a la flamenca: color y sabor en la mesa
Elaborados tradicionalmente al horno, los huevos a la flamenca constituyen un plato vistoso que combina huevos frescos con una variada mezcla de verduras, como guisantes, tomates, cebolla y pimientos, además de chorizo o jamón serrano. El resultado es una explosión de colores y sabores, que representa la esencia alegre de la feria.
La magia de este plato es la combinación equilibrada entre la suavidad del huevo y la intensidad aromática de verduras y embutidos. Se sirve habitualmente en cazuelas individuales, recién sacadas del horno, y se acompañan con rebanadas de pan crujiente, ideales para mojar en la yema cremosa y potenciar aún más la experiencia gastronómica.

Churros con chocolate: dulce final feriante
Cuando la madrugada llega y la feria comienza a recogerse, los churros con chocolate se presentan como el final más dulce posible. Fritos en aceite bien caliente hasta lograr su característica textura dorada y acompañados con chocolate espeso, esta delicia es la forma más tradicional de cerrar una jornada de fiesta. Además se trata de un plato tan popular que necesita muy poca explicación, ya que lo normal es haber experimentado el gozo de un buen chocolate con churros desde tempranas edades.

Rebujito: bebida oficial de la alegría
Aunque no sea exactamente un plato, el rebujito es el compañero inseparable de la Feria de Abril de Sevilla. Elaborado con vino manzanilla o fino mezclado con refresco de lima-limón y hielo abundante, y coronado con un poco de hierbabuena. Esta bebida refrescante se ha convertido en el símbolo líquido de la alegría sevillana.
El secreto de esta bebida es que esté bien fría cuando se sirve, lo que elimina la posibilidad de llevarla hecha de casa. Además, también es importante que el espirituoso que sirve de base sea de buena calidad, en una proporción de ⅓ respecto al total de la bebida.

En definitiva, un menú para celebrar Andalucía
La Feria de Abril es más que una celebración popular; es la oportunidad ideal para acercarse a la tradición gastronómica andaluza. A través de estos siete platos imprescindibles, se puede degustar literalmente la esencia del sur de España, descubriendo en cada bocado siglos de historia, cultura y alegría compartida. La invitación está hecha: ahora solo queda sentarse a la mesa y disfrutar.
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