Opinión

Miguel Gil, un bodeguero contra la sequía

La familia Gil Vera
Miguel Gil, un bodeguero contra la sequía
  • La bodega de la Familia Gil está situada en el Paraje de la Aragona, sobre el Monte Cerezo, una tierra dura

  • Se trata de una alta capacidad de retención de agua gracias al predominio de la tierra caliza que aporta frescura

  • Utilizan una uva monastrell, una variedad propia de la zona capaz de hacer vinos que perduran

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Salimos en una mañana sobre la que la luz se precipitó sin demoras. Íbamos en dirección Jumilla, a la bodega de la Familia Gil con el fin de cumplir con la palabra dada. Tras abandonar la autovía, la carretera comarcal hacia el destino es un camino coronado de almendros. Miguel nos espera en la puerta de la bodega con su gesto amable de siempre. Es un magnífico anfitrión, buen dispensador de acogidas, desprendido, afable y de una gran bonhomía. La sonrisa de esta tierra. Nos acompaña en la visita la directora de comunicación, Mari Carmen Núñez, un compendio de espontaneidad, sinceridad y alegría.

La bodega está situada en el Paraje de la Aragona, sobre el Monte Cerezo (de ahí que las etiquetas del su vino Juan Gil Plata lleven impreso un cerezo bonsai) y la primera contemplación nos enseña este valle privilegiado por la belleza, protegido la Sierra de la Graja y Peña Rubia. Esta es una tierra dura, agreste, sobre la que se aposentan viñedos viejos en suelos pobres con temperaturas extremas en verano e invierno, con grandes oscilaciones entre el día y la noche. Las esferas del esfuerzo de una tierra que mira hacia adelante.

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El recorrido empieza repasando viñedos. Hay una apelación a los sentidos del campo. Aquí está lo que permanece, lo que se ha perdido y lo que ya existía antes que ellos. Miguel nos explica que esta tierra tiene una alta capacidad de retención de agua gracias al predominio de la tierra caliza que aporta frescura. Cada escasa gota de lluvia guarda la memoria de generaciones y desvelos. Una escucha de lo que trae el viento, lo que aporta el paisaje, el relato de lo ancestral. Miguel nos explica también que su proyecto está altamente comprometido con la gestión eficiente del agua, de la energía y el cultivo orgánico, sin fertilizantes, ni pesticidas. La tierra es el origen de todo, una inclinación de lo irremediable. “Con trabajo nos ganamos las mínimas verdades”, dice el verso de la poeta Dionisia Gracia.

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Humus de lombrices e inteligencia energética

Nuestro primer asombro llega con un proyecto altamente innovador, una manera que nunca habíamos visto para abonar la tierra: humus de lombrices, que mejora la fertilidad del suelo y ofrece numerosas ventajas en el cultivo de la vid. La enseñanza nos proporciona datos impresionantes: las lombrices tienen cinco corazones y comen exactamente lo que pesan. Estas lombrices son californianas y a modo de anécdota nos cuentan que las primeras que importaron se las comieron una manada de jabalíes y esto les ha obligado a extremar precauciones de protección para evitar desastres mayores.

Atravesamos viñedos bajo esta luz de verano perpetuo, en esta tierra clara y encendida. La altitud es determinante en esta región, hablamos de viñedos a más de 700 metros de altitud. Nuestros anfitriones prosiguen con su relato: estamos en el reino de la monastrell, la variedad propia de la zona, una uva sabia, capaz de hacer vinos que perduran, con enorme capacidad para adaptarse sin problemas, residente en viñedos enfocados a la supervivencia.

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Otro extraordinario aprendizaje es saber que estas además son capaces de absorber la humedad del aire que llega desde Levante y que alivia la extrema sequedad de la tierra. La subida de temperaturas es otro factor determinante, acorta los inviernos y por tanto también el período de reposo de la viña. Esta ausencia de lluvias favorece un estado excelente de las uvas, pero incide directamente en la producción y el rendimiento. Miguel expresa su atención al cambio climático y se refiere a las vendimias con su abuelo que se daban en octubre y hoy empiezan ya a vendimiar a finales de agosto. Estos viñedos son su patria.

Viñedo monastrell

Regresamos a la bodega, nos detenemos en la que se elaboran sus vinos de gama alta: El Nido, Corteo y Clío, bajo la supervisión del enólogo australiano, Chris Ringland, un investigador infatigable. Miguel nos muestra algo que también nos cita con lo inédito: un selector inteligente de energía, capaz de discernir que tipo de alimentación ha de nutrir a sus instalaciones: la eléctrica cuando la tarifa es conveniente, la de los paneles solares o la energía almacenada. Un prodigio. Filosofía del siglo XXI y los pies en suelo, nunca mejor dicho. “Iban al hallazgo de algo que no sabían, pero sabían lo que querían”, dicen los versos del poeta Antonio Lucas.

Sequía

Se nos echa encima la hora del almuerzo preparado en un comedor cálido y acogedor con una vista privilegiada sobre el valle. Hoy es un día de preocupaciones por las amenazas arancelarias anunciadas por Trump, Estados Unidos es el primer mercado de los Gil. Nos queda pendiente el conocimiento de otra de sus innovaciones tecnológicas: un sistema de selección óptica de uvas.

La conversación se distiende mientras los platos van llegando a la mesa. El menú es de lo más apetecible: langostinos y gambas muy bien cocidos y muy sabrosos; ensalada murciana con un tomate ejemplar; unas migas canónicas; queso frito (¡qué bueno este plato!); unas alcachofas con bacon que hacen honor a la tierra y terminamos con una paletilla de cabrito, mantequilla pura. Miguel nos relata su experiencia personal, es ingeniero aeronáutico, trabajaba en CASA, en Sevilla y dejó su empleo para centrarse en este proyecto familiar, en haber sabido encauzar los bienes del aprendizaje, irse primero y volar para volver con la experiencia y aportar nuevas perspectivas.

Vendimia viñedo viejo

En compañía de su hermano menor, Ángel, que también abandonó su vida de economista para centrarse en la gestión actual, han emprendido la planificación de proyectos a medio y largo plazo, una forma de trabajar más empírica, muy atentos al comportamiento del consumidor. Emprendieron también una expansión bodeguera por múltiples territorios españoles: Campo de Borja, Montsant, Priorat, Calatayud, Toro, Rías Baixas, La Rioja… De modo y manera que este movimiento expansivo les ha permitido hacer economías de escala y centralizar servicios generales. Todo ello sin abandonar el compromiso con la vida y sus últimos deseos expresados en una hermosa carta que dejó escrita su madre y que Mari Carmen nos enseña con mimo y esmero. “Porque nunca se acaba lo que se acaba. Se queda a vivir en la memoria”, escribió el maestro de periodistas Manuel Alcántara.

Los vinos que vamos probando dan pie para extender la conversación. Vinos fragantes, frescos en tierra sedienta. Gozosos. Que penetran con hondura. Vinos que saben a tiempo, a raíces; que cuentan una historia de más de cien años y que han superado aquella vieja barrera de vinos jumillanos de uso cotidiano.

Probamos Juan Gil Nácar, una marca hecha solo para restaurantes y establecimientos hosteleros, 70% monastrell y 30% syrah, una propuesta reciente de finales del año pasado. Me sorprende y me gusta este vino de perfil cálido y textura envolvente; un tinto goloso, con muy buena maduración y muy fácil de beber. Juan Gil Etiqueta Azul Cuvée A 2022, maduro untuoso, persistente y equilibrado. Y el no va más, El Nido 2004, impresionante, potente, sabroso y vigoroso; su posgusto despeja cualquier duda.

Sala barricas Juan Gil

Tras los postres, Mari Carmen y Miguel nos hablan de su nuevo proyecto en ciernes, 'Sequía', una llamada de atención sobre lo que verdaderamente sucede, el 42% del territorio de España está en alerta o emergencia por escasez de agua y lo escenifican en una botella medio llena o vacía. Y lo hacen convencidos de que la tierra devuelve con creces el trato que le damos. Para dar importancia a lo que de verdad la tiene. Para alzar la voz de la rebeldía y para invitar a comprar y consumir vinos de nuestros entornos. Para concienciarse de que hay que arrimar el hombro para mantener con vida el territorio.

Decía el escritor Enmanuelle Carrére que sus abuelos retiraban los platos y ponían la vida encima de la mesa. Esa misma sensación hemos tenido hoy en la compañía de Mari Carmen y Miguel. Conocimiento, memoria y conciencia. Sentimientos hechos de palabras, enseñanzas y vino.

Como escribió el escritor murciano, Eloy Sánchez Rosillo. “Ahora sabemos que toda la alegría cabe en el mundo breve de esta habitación”.

Volveremos.

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