Perla, la leona ciega de Cádiz rechazada por su madre que se fue a vivir a casa de su cuidadora

Hace seis meses que Nala dio a luz dos cachorros de león en la reserva La Pequeña África, en Jimena de la Frontera (Cádiz). Uno murió en el parto y el otro era Perla, una leona que nació con falta de vitaminas A y D, lo que le provocaba ataques epilépticos y un episodio de cataratas en los ojos que le impedía ver.

Su madre enseguida la rechazó y Perla quedó en la reserva enferma, ciega y sola... pero en esta historia nadie se rindió y mucho menos Francis, su cuidadora, que se la llevó a casa temporalmente. "Al principio se tropezaba por todos lados", cuenta a NIUS. Allí le puso una pequeña cama con una empapadera, donde aprendió a orinar.

En un segundo sin ascensor, Perla compartía sus primeros días de vida con Moncha, la perra de Francis. No hubo problemas entre las dos, se llevaban bien y hasta compartían cama. No era raro verlas dormir juntas para combatir el frío. Pero a la hora de dominar, en este caso Moncha era la reina de la casa.

Eso sí, Perla es muy delicada. Cada día tienen que lavarle la ropa de cama. "Ella se acerca, olisquea su camita y como no huela a suavizante lo echa fuera", dice Francis. Si alguna noche su cuidadora tenía que salir, llamaba a Paula, una compañera de la reserva, para que se quedara con la leona. Sin embargo, los cambios la alteraban demasiado y sin Francis por la noche solía tener más ataques, por lo que su cuidadora casi dejó de salir.

Tres veces al día, Perla necesitaba sus medicinas y entre varios cuidadores de la reserva se turnaban para ir a casa de Francis. "Íbamos Manuel, Mura, Paula o yo", dice la cuidadora, "no era trabajo, era un reto personal". Cada visita, Calcio, Estilsona y Keppra, un anticonvulsivo para niños que ha conseguido remitir sus ataques epilépticos.

La ceguera sin embargo continúa y para que Perla pudiera volver a ver haría falta una operación que ahora no pueden permitirse. "Las cataratas tienen que ser tratadas por un oftalmólogo de animales", dice Francis, "y eso puede costar más de mil euros". De momento ya han gastado cerca de dos mil entre pruebas diagnósticas y tratamiento, alguno incluso costeado por la propia Francis.

Volviendo a la reserva

Poco a poco, Perla empezó a acompañar a su cuidadora al trabajo. En la reserva no se despegaba de ella. "Mi niña no se va con cualquier monitor", cuenta a NIUS su cuidadora, "tiene que ser con alguien que conozca". También a Francis le cuesta separarse de ella. "Del 15 al 19 de marzo me voy de viaje a Letonia", dice Francis, "y ya estoy sufriendo por estar sin ella cinco días".

Ahora la leona está en un periodo de readaptación al parque y desde hace casi dos semanas ya duerme en la reserva. Lo hace en cuarentena sin contacto con otros leones. "La rechazarían", dice su cuidadora. Pero con el tiempo volverá a integrarse con los de su especie, entre ellos Simba y Nala, sus padres. "No la reconocerán al principio, será como una intrusa", cuenta a NIUS.

Mientras, en el edificio de Francis los vecinos le preguntan cada día por la leona. "Quieren saber si está mejor", dice su cuidadora. Y lo está... Pero en la casa de Francis sigue junto a la entrada la cama donde creció Perla, por si algún día necesitara volver. 

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