Conchita, la vecina de 85 años que transformó un barrio de Sevilla y ahora tiene una plaza con su nombre: "Nunca subestimes a nadie"

Conchita Rivas junto a su familia y al alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, destapando la placa que lleva su nombre. Ayuntamiento de Sevilla
  • Conchita Rivas, vecina de Los Bermejales (Sevilla), ha dedicado su vida a la educación de sus siete hijos, a la defensa del barrio y a la promoción del bienestar de sus vecinos

  • El alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, ha presidido la rotulación de la plaza dedicada a Conchita Rivas en el Parque de la Avenida de Irlanda

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Sevilla"Cuando llegué aquí, era todo campo". Con esa frase, tan sencilla como contundente, Conchita Rivas resume cómo era el barrio de Los Bermejales cuando se instaló en él hace cuatro décadas. Hoy, a sus 85 años, puede pasear cada mañana por un lugar muy distinto, lleno de vida, comercios y familias, y detenerse en la plaza que desde hace unos días lleva su nombre. El Ayuntamiento de Sevilla, con el alcalde José Luis Sanz al frente, ha querido reconocer la trayectoria de esta mujer incansable, histórica presidenta de la Asociación de Vecinos Bermejales 2000, y su empeño en transformar un solar en comunidad.

Nacida en Granada, Conchita se trasladó a Sevilla hace 40 años, cuando su marido, militar de profesión, fue destinado a la capital andaluza. El matrimonio se asentó en Los Bermejales, entonces un barrio en plena construcción y sin apenas servicios básicos. Allí crió a sus siete hijos, hoy todos con carrera universitaria, y de quienes se siente profundamente orgullosa. "Ha sido gracias a la educación que les he dado, nunca sentenciando, siempre explicando", cuenta aconsejando que a los hijos hay que decirles el por qué de las acciones o decisiones que tomemos.

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La vida le ha regalado además diez nietos, que no dudaron en acompañarle el día del reconocimiento vecinal. Pero mucho antes de dedicarse a su familia, Conchita ya mostraba esa personalidad fuerte y justiciera que marcaría toda su vida. Con apenas 12 años, se plantó ante el director de su colegio, Don Luis, para reclamar un premio académico que iban a entregar a otra alumna. "Me lo llevé porque era lo justo", recuerda entre risas. Esa convicción de que la razón se defiende hasta el final la acompañaría siempre.

Una mujer adelantada a su tiempo

No se conformó nunca con el papel que a tantas mujeres de su época les estaba reservado. Antes de casarse, ayudaba a su padre en los negocios familiares e incluso gestionó una mercería muy conocida en Granada. Después, ya instalada en Sevilla, entendió que Los Bermejales necesitaba algo más que viviendas nuevas; necesitaba voz, organización y fuerza. Así nació en 1997, junto a un grupo de 12 vecinos, la Asociación de Vecinos Bermejales 2000, que ella preside desde entonces.

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El alcalde lo recordaba durante la inauguración de la plaza: "Hace 28 años, Los Bermejales empezaba su andadura como barrio y carecía de todo. Conchita y un grupo de vecinos entendieron que había que organizarse para luchar por el bienestar de todos".

Y vaya si luchó. Conchita llegó a enfrentarse incluso al propio Ayuntamiento de Sevilla, al que llevó a los tribunales cuando intentó levantar una mezquita en unos terrenos reservados para equipamientos básicos del barrio. "Me compré hasta el Corán para poder rebatir con argumentos", confiesa con una mezcla de ironía y orgullo. Ha discutido con políticos, ha negociado con asociaciones, ha trabajado codo con codo con la policía y ha defendido siempre la misma máxima: "nunca subestimar a nadie y, si acaso, sobrestimar, da mejores resultados", asegura.

Una vida dedicada a los demás

A la vez que se desvivía por sus hijos, dedicaba horas interminables a la mejora de su barrio. Zonas verdes, colegios, espacios deportivos… cada avance en Los Bermejales tiene algo de su empeño detrás. "¿Te parece poco criar a siete hijos y a la vez pelear por todo un barrio?", pregunta con esa mezcla de ternura y carácter que tanto la define.

Hoy, sus vecinos la consideran una figura imprescindible. "Cuando me dijeron que iban a poner mi nombre a una plaza, no podía creerlo, y encima fue por unanimidad. Eso es lo más emocionante que me ha pasado en mucho tiempo", confiesa.

Paseos con parada obligatoria

Conchita, que convive desde hace años con la diabetes y que cada mañana se obliga a caminar, tiene ya una parada obligatoria en su ruta, la plaza "Doña Conchita Rivas", situada en el parque de la avenida de Irlanda. Allí la espera el cariño de los vecinos que han visto en ella a una líder vecinal, a una madre incansable y a una mujer adelantada a su tiempo.