Núria Castán, 'snowboarder' profesional y superviviente de un alud: "Es extraño estar viva cuando ya has aceptado tu muerte"

"Nos hicieron el chequeo de seguridad, luego teníamos que descender para volver a subir hacia la aproximación, era como una cresta. Bajó Celina delante mío y esperé mi tiempo de seguridad hasta que ya no la vi. Hice dos giros y se empezó a romper todo a mi alrededor en bloques de casi dos metros y empecé a caer".

Así relata Núria Castán, 'snowboarder' profesional en la modalidad de 'freeride', los primeros segundos de la pesadilla de nieve que sufrió en la mañana del pasado 4 de abril en Mont-Fort (Suiza), cuando una avalancha de nieve la sorprendió mientras se aproximaba al punto de partida de una competición que le hubiese permitido clasificarse para regresar al Freeride World Tour, la máxima categoría en este deporte, en la que ya compitió entre 2019 y 2022.

En sus propias palabras, "el 'freeride' es una disciplina de esquí y 'snowboard' que consiste en descender una montaña fuera de la zona esquiable de las pistas de una estación". Se trata de un estilo libre que permite a los deportistas asumir las dificultades que consideren, saltando y atravesando obstáculos naturales.

Cuenta Castán que, pese a estar bien equipada y tener toda la formación necesaria para evitar los riesgos del deporte, el grave accidente que sufrió la obligó a enfrentarse a la realidad a la que se dedica.

Un infierno bajo la nieve

"No me creo lo que está pasando". Ese, explica Núria, fue su primer pensamiento al darse cuenta que una alud la arrastraba montaña abajo. Segundos más tarde, un "no sé si alguien lo ha visto" cruzó su mente. La avalancha había parado, ella aún no lo sabía, pero había recorrido más de 350 metros. Se encontraba bajo varias capas de nieve y desconocía a cuánta distancia de la superficie.

Bajo el casco llevaba un pasamontañas que impidió que la nieve le entrara en la boca, "no podía respirar de todos modos, pero eso evitó que me asfixiara más rápido". Por la presión de la nieve, Núria no podía hacer respiraciones completas, "no podía abrir el pulmón", explica sobre los momentos de angustia que vivió.

Intentó gritar y cavar por si misma pero no podía mover su cuerpo, sólo dos dedos, que a los pocos segundos empezaron a congelarse. "Entendí que, si no me rescataban pronto, por mi parte no podía hacer nada y acepté mi muerte".

Entendí que, si no me rescataban pronto, por mi parte no podía hacer nada y acepté mi muerte

En un último intento por sobrevivir, su cuerpo orinó. Cree que su cuerpo sabía que necesitaba calentarse y aguantar lo máximo posible. "Allí abandoné, me desmayé y ya no recuerdo más".

"Me despedí de la vida"

Durante los primeros segundos después de la caída, la angustia se apoderó de la 'rider' catalana, con respiraciones muy rápidas y muy cortas, "pasaba todo muy rápido pero no tenía la capacidad de pensar". Luego trató de relajarse para tratar de reducir la cantidad de oxígeno que su cuerpo necesitaría para aguantar con vida a que llegara un rescate.

"Me calmé mentalmente pero no podía respirar, me despedí de la familia y chao". Núria Castán cuenta el momento en que aceptó su propia muerte, el cuál materializó en un pensamiento: "Adiós a todos, adiós a la vida".

Pero las sentencias de muerte que se había vaticinado no se cumplieron. Casi dos meses más tarde, la 'freerider' catalana vive y lo cuenta: "Es un poco extraña la sensación de estar viva cuando ya has aceptado tu muerte".

Había pensado antes en cómo sería vivir -o morir en- un alud de tal magnitud, estaba preparada para actuar en situaciones extremas, pero nada se acercó a la realidad. A sus 17 años, cuando se adentraba en el mundo de la competición falleció su ídolo, Estelle Balet, a los 21, por los traumatismos sufridos en una avalancha que la arrastró casi un kilómetro. "Eso me dio una hostia en la cara", cuenta Castán.

El rescate

El alud atrapó a Castán y a una de sus compañeras de competición, la alemana Celina Weber. A la germana le quedó la cabeza y un brazo fuera, lo que le permitió sacarse la nieve de la boca y gritar para pedir auxilio, así, las 'riders' que iban por delante de ellas se dieron cuenta de lo sucedido y corrieron a auxiliarla.

"Le preguntaron si había alguien más con ella, pero en su estado no pudo responder", relata Núria, "luego vieron una zona en que la nieve era algo más oscura y creyeron que se trataba de la tabla de Celina". Una de las compañeras de competición se acercó y reconoció, por el diseño, que se trataba de la tabla de la catalana.

Núria había quedado atrapada con la cabeza hacia abajo y tardaron diez minutos en cavar lo suficiente para abrirle una vía por donde pudiese respirar, "la nieve estaba muy dura, muy compacta, y costaba mucho de romper". Encontraron primero su pierna y luego un brazo, sus compañeras le movían los dedos para ver si reaccionaba pero, para entonces, Castán ya se había desmayado.

Despertó una vez su cuerpo había sido desenterrado por completo "y sólo podía decir 'gracias' a todos los que estaban a mi alrededor, no podía parar de repetirlo".

Volver a tocar la nieve

A pesar de casi no haber sufrido daños físicos, Núria Castán afronta ahora las heridas emocionales que el accidente le ha causado, mucho más profundas.

Estoy en un proceso de rehabilitación mental, me gusta llamarlo así porque es una forma de creer que estaré bien otra vez

Una semana tras el accidente, Castán viajó a Noruega con uno de sus patrocinadores para hacer las fotos del catálogo. Narra que, en los días entremedio, sufrió mucha inestabilidad mental pero que las personas a su alrededor la animaban a volver a la nieve cuanto antes.

"Los primeros días allí iban bien, pero luego me dio un ataque de pánico", aunque cree que la experiencia la ayudó. "No arriesgué tanto como los otros 'riders', me lo tomé con mucha calma pero pude volver a la montaña".

Después de Noruega volvió a casa, con su familia. Explica que se encuentra en un punto de inflexión en su carrera: "Tengo que tomar decisiones, qué haré la temporada que viene, qué planes tengo, qué quiero hacer con mi carrera deportiva", pero quiere hacer este proceso poco a poco y entrarse en su recuperación mental, ahora mismo pensar en el futuro "me estresa".

Núria se está permitiendo ahora el tiempo necesario para procesar lo ocurrido y sanar: "Estoy en un proceso de rehabilitación mental, me gusta llamarlo así porque es una forma de creer que estaré bien otra vez".