El grupo de escuchadores de voces para "romper silencios" sobre experiencias inusuales en Girona: "Ayuda a sentirse mejor"

Estos espacios se han convertido en lugares seguros para personas con alucinaciones y otros tipos de experiencias sensoperceptivas
El grupo de Girona ha realizado 312 sesiones en diez años: "El problema no son las voces, sino la relación que la persona establece con ellas"
GironaUna biblioteca de Cataluña se ha convertido en el lugar donde la gente con alucinaciones y otros tipos de experiencias sensoperceptivas inusuales sienten un espacio seguro donde "compartir, aprender y romper silencios" gracias al Grupo de Escuchadores de Voces y Otras Experiencias Inusuales de Girona, que cumple diez años tras un camino en el que han apoyado a más de 200 personas.
Este grupo abierto y gratuito en la demarcación de Girona, dirigido a personas que escuchan voces o viven otras experiencias inusuales, abrió sus puertas por primera vez en septiembre de 2015 con el objetivo de reducir la angustia asociada y comprender el sentido emocional de estas vivencias.
Una sensación que cada lunes por la tarde consiguen llevar a cabo desde la biblioteca Carles Rahola, que ha convertido esta actividad en un espacio pionero en Cataluña que ha ofrecido apoyo, comprensión y escucha a más de 200 usuarios con problemas de salud mental a lo largo de 312 sesiones de grupo y 54 encuentros abiertos en diez años.
Validar, comprender y respetar
"Su filosofía es clara: Escuchar voces es una experiencia humana, aunque poco habitual, el problema no son las voces , sino la relación que la persona establece con ellas y es necesario validar, comprender y respetar cada experiencia desde su singularidad", explican desde el Instituto de Asistencia Sanitaria (IAS).
Una de las personas que trabaja en la actividad es Susanna Romero, psicóloga clínica y que trabaja en el Servicio de Rehabilitación Psiquiátrica del IAS: “Cuando empezamos el grupo queríamos crear un espacio donde las personas pudieran hablar abiertamente de lo que a menudo no se atrevían a compartir. Hablar de las voces es hablar de la vida, es hablar de uno mismo. De ti, de tu presente, de tus emociones, de tu pasado, de tus sufrimientos y de tu fortaleza".
"Facilita poder hablar con mayor libertad y menos miedo"
Para los participantes, el grupo supone una oportunidad beneficiosa para compartir su experiencia tanto en las voces que oyen como una vía de desahogo emocional: "Tener la oportunidad de pensar y hablar con otras personas que se encuentran en la misma situación es percibido como algo positivo, que ayuda a sentirse mejor".
Situaciones que también dan pie a hablar de experiencias dolorosas pasadas y del impacto emocional: "La mayoría de las veces, pendientes de verbalizar y sin entenderlas desde la vertiente del sufrimiento acumulado y la relación con el síntoma. Relacionar estas situaciones con las alucinaciones y voces con una experiencia humana comprensible y desde el respeto total por la vivencia, les facilita poder hablar con mayor libertad y menos miedo".
En este trayecto de diez años, el proyecto amplió hace siete su alcance con "Encuentros: ¿Hablamos de voces?", un espacio mensual abierto a familiares, amigos, profesionales y personas interesadas, que busca romper el estigma y fomentar el diálogo abierto sobre estas experiencias humanas, a menudo invisibilizadas.
El origen de los grupos de escuchadores
Los grupos de escuchadores de voces empezaron a constituirse a finales de los años 80 en Países Bajos y Reino Unido: "Surgen inspirados en el trabajo de Marius Romme, psiquiatra social holandés, que trataba a pacientes que escuchaban voces y sufrían por ello, y fue gracias a un caso particular en el que la medicación estaba fracasando como ayuda, que decidió probar algo diferente, añaden desde el IAS.
En este caso, el psiquiatra puso en contacto a esta paciente con otro paciente que también escuchaba voces y comprobó que entre ellos había un reconocimiento mutuo y que se apoyaban: "Esto no fue suficiente y decidió buscar a otras personas que escucharan voces y tuvieran un mejor afrontamiento, por lo que hizo un reclamo a la televisión holandesa en 1987".
Así, Marius Romme logró contactar con personas escuchadoras de voces que "nunca habían tenido ningún contacto" con los servicios de salud mental: "Eran personas sin ningún diagnóstico ni tratamiento psiquiátrico, que convivían con sus voces sin que esto supusiera un problema para ellas".
"El problema no era tanto escuchar voces, sino la relación que la persona establecía"
Según destaca el Instituto de Asistencia Sanitaria, el psiquiatra comprobó que estas personas hacían frente a sus voces y convivían con ellas mientras que la mayoría de pacientes que él trataba experimentaban un gran sufrimiento asociado a escuchar voces.
"A partir de ahí, Romme decidió organizar encuentros entre estas personas para conocer sus experiencias. Vio que cuando estas personas se reunían o hablaban entre ellas se entendían mucho mejor y que el problema no era tanto escuchar voces sino la relación que la persona establecía con ellas y la forma de afrontarlas", apuntan.
A partir de estos encuentros se crearon los primeros grupos y asociaciones de escuchadores de voces (Foundation Resonance en Holanda y Hearing Voices Network en Reino Unido), formados principalmente por personas escuchadoras de voces: "En estos grupos y asociaciones también participaban profesionales, pero con un rol diferente al habitual, siendo fundamentalmente facilitadores de los grupos y personas de apoyo".
