Chinches y tigres del plátano 'acosan' a los vecinos en Barcelona: "Cada verano es un infierno"

  • Amelia acusa la presencia de estos insectos en su casa y ha llevado un bote con multitud de ellos al Ayuntamiento

  • Fina evita abrir las ventanas de su piso en Sant Martí porque "en cinco minutos, ya te han entrado un mogollón"

  • Proliferaron con intensidad en 2015 y son un fenómeno estacional agravado por el calentamiento global

"Cada vez hay más. Comenzó hace cinco o seis años, pero esta vez ha sido lo nunca visto". Amelia ha vivido cerca de sus 74 años en el barrio del Diagonal Mar, en el distrito barcelonés de Sant Martí. Una corta conversación basta para impregnarse de la estima que siente por su barrio, pero "hay cosas que no pueden ser", advierte. Por eso, acudió a la sede del distrito con un bote de cristal y un folio llenos de insectos para denunciar que "cada verano es un infierno".

Como a ella, las chinches y los tigres del plátano 'acosan' a muchos otros vecinos de la zona. Amelia obvió la fibromialgia y la fatiga crónica que sufre, entre otras dolencias, para desplazarse y enseñarle al regidor David Escudé los incómodos visitantes que recibe en casa; no tuvo éxito, pero comparte con este diario dichas imágenes. "No puedo abrir las ventanas en pleno verano, a pesar de que hace un calor que te mueres, porque aparecen hasta en la cama, en las sábanas", lamenta esta anciana, que vive en la intersección que forman la avenida Diagonal con la calle de Selva de Mar.

De hecho, recuerda que la indeseable visita de uno de estos insectos la desveló hace varios días: "A las 3 de la madrugada, algo me despertó, me toqué la cabeza pensando 'parece que tengo algo aquí', puse la mano y era uno de ellos. Ya no pude dormir". "Una cosa es explicarlo y otra, vivirlo", zanja. Ella vive en un décimo piso, lejos de las copas de los árboles que forman una especie de "selva" vista desde su balcón, pero estas dos especies no entienden de altura y "llegan hasta el decimoquinto piso".

Se trata de la Belonochilus numenius, más conocida por su nombre común, la chinche del plátano. Es un insecto con un cuerpo estilizado, de entre cinco y siete milímetros de largo, con la cabeza triangular y de color marrón rojizo que incuba sus huevos en la fruta del plátano. Amelia los conoce bien — "No hacen nada, son más grandes y asquerosos, aunque lo suficientemente pequeños para colarse por el agujero de las persianas" — aunque también acusa la presencia de tigres del plátano o Corythucha ciliata.

Estos son unos más pequeños y de tonos grisáceos que "no te dejan una planta viva, te las destrozan". "Esos incluso muerden", agrega Fina (nombre ficticio). Su quinto piso en la calle de Veneçuela, en el barrio del Besòs, tampoco está exento de la visita de ambos ejemplares — "En cinco minutos, ya te han entrado un mogollón" — y coincide con Amelia en que estos frustran también cualquier paseo por la calle. "Estás tomándote algo en una terraza y te caen sobre la comida", lamenta la anciana, a lo que Fina critica haber llegado a casa y quitarse "chinches enganchadas del pelo y del brazo".

Una reivindicación vecinal cada vez más extendida en estos barrios del extrarradio barcelonés. De hecho, muchos vecinos comparten y debaten sus preocupaciones en el grupo de Facebook 'Distrito de Sant Martí'. "Todo el barrio debería exigir la poda de los plataneros por una cuestión de seguridad, higiene y salud, y para que no se tengan que reparar las fachadas", comenta Eva, a lo que Carmen añade: "Los árboles nos protegen del calor en verano, los expertos saben cuando se deben podar y debe ser en otoño o invierno, si no, nos morimos de calor, pero lo de los insectos sí que se debería de controlar".

El cambio climático puede estar detrás

Los datos del Ayuntamiento coinciden con lo que explica Amelia: las chinches del plátano proliferaron con intensidad en 2015, aunque matizan que "los niveles de población del insecto se han mantenido bajos a partir de esa fecha". Sí que reconocen haber detectado "un aumento" este año, pero sin llegar a las cantidades de hace seis; un fenómeno estacional al que el cambio climático puede haber contribuido.

Las chinches aparecieron en Cataluña en 2011 y, atendiendo a fuentes municipales, "con el cambio climático, están llegando insectos que antes no habían sido detectados, mientras que los que ya existían están acelerando su ciclo biológico". Es decir, unos aparecen cuando no lo habían hecho nunca antes y otros vuelven antes y por más tiempo. En este caso, las altas temperaturas registradas en julio y los cerca de tres meses sin llover en la capital catalana han favorecido la presencia de estos bichos.

El gobierno municipal de Ada Colau insiste en que lleva cabo revisiones "continuas en toda la ciudad para actuar con la máxima celeridad" tras la detección de un foco; también actúa a partir de las denuncias de los vecinos. Cuando recibe una incidencia, sus operarios visitan la zona, verifican de qué insecto se trata y las molestias que ocasiona y fumigan de madrugada al cabo de varios días, después de que el consistorio haya publicado información del tratamiento en su página web como "ejercicio de transparencia".

Precisamente, dos de las zonas tratadas recientemente son las de las dos vecinas que han atendido a este diario, a las que las chinches y los tigres del plátano han dado una tregua los últimos días, pero temen que el próximo verano sea peor que este. Por eso, abogan por "un buen saneamiento y poda de árboles", así como soluciones a largo plazo porque "no puede ser que estés un verano entero sin abrir la ventana", concluyen.