Gobierno y ERC retoman una mesa de diálogo que nace coja por la ausencia de Junts

  • ERC proclama que no va a desaprovechar la "oportunidad histórica" de negociar

  • Sánchez pide una negociación "sin plazos" y augura que no habrá solución en esta legislatura

ERC acudirá hoy a la mesa de diálogo con el Ejecutivo de Pedro Sánchez sola y sin el apoyo de JxCat. La formación de Pere Aragonès asegura que no va a desaprovechar la "oportunidad histórica" de negociar sobre el conflicto catalán, ni siquiera si esto le cuesta una intratable crisis con sus socios de Govern. Los de Puigdemont no han querido modificar su propuesta de nombres tras el veto a sus dos indultados, Jordi Sánchez y Jordi Turull, porque lo atribuyen a "presiones de Madrid".

Por lo tanto, si nada cambia a última hora, Aragonès presidirá la delegación catalana con únicamente dos miembros del Govern: la consellera de presidència, Laura Vilagrà y el conseller de Empresa, Roger Torrent, que se sentarán enfrente de la delegación compuesta por el ejecutivo central. "Si mañana la delegación catalana está limitada a tres personas ha sido por culpa del Gobierno de España que no ha aceptado nuestros nombres", criticaba este martes Jordi Sánchez, secretario general de JxCat.

Sin orden del día

En la recta final, el desacuerdo sobre qué miembros formarán parte de la delegación catalana lo ha eclipsado todo y a pocas horas de celebrarse el encuentro, todavía se desconocían cuestiones tan importantes cómo cuál será el orden del día o si finalmente habrá alguna representación de JxCat en la mesa. "No descartamos ir en el último momento si nos invitan, pero no vamos a cambiar las personas designadas para representar a Junts. Nuestra posición es clara y nos mantendremos firmes", insistía ayer Sánchez.

Con o sin ellos, el Gobierno central y el de la Generalitat han decidido mantener a flote la cita, expuesta de siempre a continuas amenazas de naufragio. La anterior, todavía reciente, por culpa del desencuentro sobre la ampliación de El Prat, que llevó al Gobierno a anular un proyecto de 1.700 millones de euros al no sentir el apoyo firme de las instituciones catalanas y, más en concreto, de ERC.

Ahora, y tras el pulso presentado por los de Puigdemont por el tema de los nombres, Moncloa se ha limitado a mirar para otro lado y a tratar de amortiguar las consecuencias de una ausencia que no ha tumbado la mesa, pero la ha dejado coja. Sin una de las cuatro partes concernidas, ya que ambos gobiernos los forman dos partidos. “El Gobierno va con el mejor ánimo y nuestra idea es el diálogo y el reencuentro, para recuperar de paso diálogo entre catalanes y catalanas”, decía este martes y como preámbulo la ministra portavoz Isabel Rodríguez.

Moncloa pone el foco en lo que va a ocurrir, la celebración de la mesa, que considera ya un exito en sí. Y en la representatividad de quienes van a sentarse: oficialmente los dos gobiernos, más allá de que una de las partes esté o no mermada. Junts interpreta el episodio, y la ausencia prevista de sus representantes, como una baza a favor del presidente del Gobierno.

"Nos tiene donde nos quiere: peleándonos por el quién y no por el qué", se lamentaba Laura Borràs, presidenta del Parlament, en redes sociales.

"El día que lo aprendamos, iremos juntos y lo haremos posible", añadía sobre una fractura que puede generar turbulencias en el gobierno catalán y que, sin duda, marca el inicio de un complejo proceso de diálogo. El propio presidente del Gobierno advertía así de su alcance: "Tenemos todos claro que el diálogo va a ser largo, para evitar frustraciones no nos pongamos plazos, no lo vamos a resolver en dos años", ha avisado Sánchez.

La mecánica de la mesa

Lo primero es empezar. Y de lo que es el evento en sí, la primera toma de contacto entre el presidente Sánchez y Aragonés será a las tres de la tarde. A esa hora está previsto un cara a cara entre ambos en en el Salón de los Diputados del Palau de la Generalitat para para un primer intercambio de impresiones. Luego, cada uno hará una declaración ante los medios para, a continuación, poner en marcha el diálogo entre sus equipos, a eso de las cinco de la tarde.

Sánchez y Aragonés estarán solo en el inicio y dejarán que las delegaciones hagan su trabajo. De esta manera, Vilagrà y Torrent, se sentarán frente al ministro de Presidencia, Félix Bolaños, la ministra de Política Territorial, Isabel Rodríguez, el de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, así como la vicepresidenta de Trabajo, Yolanda Díaz (PCE).

La ministra de de Transportes, Raquel Sánchez, y el de Universidades, Manuel Castells (Podemos-Comunes), finalmente no estarán en la mesa de diálogo según la agenda del Gobierno. Estaban en la relación inicial, antes de que se supiera que la delegación catalana se iba a quedar sin los representantes de Junts. El reajuste de nombres se puede deber tanto una posible revisión de los asuntos que se van a tratar a causa de las bajas, como a un gesto de Sánchez con ERC, para que el peso de ambas delegaciones quede más equilibrado: 4-3, en lugar de 6-3 como hubiera sido si hubieran ido todos los ministros inicialmente convocados.

Aunque no hay un tiempo fijado, fuentes del Govern aseguran que este primer encuentro finalizará alrededor de las siete de la tarde. El objetivo del Gobierno es aprovechar la reunión para avanzar en su agenda de reencuentro con Cataluña focalizando los trabajos en tres campos: la superación de la pandemia, la recuperación económica y la modernización del país con el impulso de las ayudas europeas. En cambio, la delegación catalana, incluso mermada, no quiere desaprovechar la ocasión, anunció Aragonés, de hablar también de “amnistía y autodeterminación”.

El antecedente del 'relator'

Se trata de la segunda vez que el Gobierno y la Generalitat arrancan este foro, que celebró su primera y única reunión en febrero de 2020, todavía con Quim Torra en el Govern, y poco antes de que estallara la pandemia del coronavirus.

Tras aquel encuentro en Pedralbes, y reventado por la reclamación de Torra de que hubiera un relator de la negociación, lo de armar una segunda cita se habñia convertido en misión casi imposible. Primero, por la pandemia. Después, por las reticencias de Junts a celebrarla, la salida de Torra, y las posteriores elecciones catalanas de febrero de 2021.

La llegada de ERC a la presidencia marcó un punto de inflexión. Los socialistas contaban ya con los republicanos como aliados desde que apoyaron la investidura a Sánchez en enero de 2020. La concesión del indulto a los políticos condenados por el procés fue el anterior gran gesto del Gobierno para ese reencuentro que Sánchez volverá a poner sobre la mesa. Aunque cojee.