La resistencia al cambio hace infelices a las personas: cómo combatirla, según Harvard

Descifrar las claves de la infelicidad es esencial para ser feliz
Descifrar las claves de la infelicidad es esencial para ser feliz. Unsplash
  • Arthur C. Brooks, profesor de Harvard especializado en la felicidad humana señala la resitencia al cambio como motivo de infelicidad: "el cambio casi siempre implica un futuro incierto o desafiante".

  • El experto comparte tres lecciones de vida para aprender a cambiar esta resistencia natural que está codificada en nuestros genes y pasa de generación en generación.

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La infelicidad puede tener muchas causas, algunas de ellas bastante evidentes, como la inestabilidad financiera, la soledad, etc. Sin embargo, hay otras que pasan más desapercibidas, pero los expertos se encargan de abrirnos los ojos para que podamos poner remedio y ser más felices. Es el ejemplo de la resistencia al cambio, que ha sido considerada como una de las principales razones por las que no llegamos a ser felices, al menos según el criterio de Arthur C. Brooks, profesor de la prestigiosa Universidad de Harvard.

Resistirse al cambio es algo natural, pero nos impide ser felices

Arthur C. Brooks es un científico del comportamiento social especializado en la felicidad humana. Es profesor en la Escuela Kennedy de Harvard y en la Escuela de Negocios de Harvard. Antes de su labor docente en la prestigiosa universidad, una etapa que inició en 2019, fue presidente del American Enterprise Institute, uno de los principales centros de investigación del mundo y es autor de varios libros superventas, además de dar conferencias cada año por todo el mundo, principalmente en Estados Unidos, Europa y Asia.

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Este excelso currículum de esta eminencia en el campo de la felicidad hace que cuando se pronuncia sobre un aspecto referente a la felicidad, todo aquel que pretenda serlo tiene que escuchar con atención al experto de Harvard. En una de sus últimas aportaciones, Brooks ha puesto en la diana uno de los motivos para ser infelices que menos presentes tenemos: la resistencia al cambio.

El ser humano tiende a refugiarse en su zona de confort, haciendo válido ese dicho de “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Sin embargo, la vida es un constante cambio, bien sea que dependa de nosotros mismos o que esos cambios sean externos y nos influyan en cierta medida. Tal y como explica Brooks, “tu vida probablemente se caracteriza por una gran resistencia, especialmente al cambio. Incluso las personas más aventureras son susceptibles a esto, ya que el cambio casi siempre implica un futuro incierto o desafiante”.

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El experto señala a una investigación reciente, publicada por la Asociación Estadounidense de Psicología y titulada “Resistencia al cambio: Desarrollo de una medida de diferencias individuales”, en la que se descubrió que la resistencia al cambio se origina en al menos cuatro fuentes: la búsqueda de la rutina (preferencia por el aburrimiento sobre la sorpresa), la reacción emocional al cambio impuesto (aversión al estrés), un enfoque a corto plazo (considerar el cambio como una molestia de adaptación) y la rigidez cognitiva (reticencia a replantearse las cosas).

Esta investigación estableció, además, una Escala de Resistencia al Cambio, que fue diseñada para medir la predisposición de un individuo a resistirse al cambio. Esta escala puede utilizarse para explicar el componente de diferencia individual de la resistencia al cambio y para predecir las reacciones a cambios específicos.

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Cómo afrontar esta resistencia al cambio

En primer lugar, las investigaciones coinciden en que el rasgo de la resistencia al cambio es algo que podría ser epigenético, lo que indica se puede volver hereditario a nivel genético. Esto se explicaría por el hecho de que su transmisión de generación en generación supone una forma de ahorro de energía, al no tener que aprender las mismas rutinas una y otra vez. También este rasgo tiene su valor a nivel de estabilidad en la toma de decisiones, algo que puede ser tan útil en la convivencia en grupos sociales. Esto explicaría comportamientos a priori con poca lógica, como quedarse en un trabajo que no te motiva o anclarse a una relación sentimental, aunque se sienta que está muerta. Sin embargo, por muy natural que sea la resistencia al cambio, no suele mejorar la felicidad: “tu resistencia al cambio bien podría estar haciéndote más infeliz, ya que está correlacionada positivamente con el neuroticismo, un rasgo que, según las investigaciones de personalidad, es un factor de infelicidad”, dice el experto de Harvard.

Para ayudar a contrarrestar este impulso de resistir tan natural que está codificado en nuestros genes, Brooks resume el posible cambio en nuestra forma de resistir en forma de tres lecciones valiosas para afrontar una situación en la que la resistencia es natural pero también rebaja la calidad de vida.

  1. Céntrate en el proceso, no en el resultado: “Resistirte a un resultado sobre el que probablemente tengas poco control te hará sentir miserable. Así que, en cambio, permítete trabajar en los procesos que sí puedes controlar y te sentirás mejor”.
  2. Practica la absorción consciente: “Ahora que te has liberado mentalmente de la obsesión por los resultados, el siguiente paso es practicar la completa concentración en la acción necesaria. Esto mejorará tu rendimiento y reducirá tu estrés (…) sé consciente de tu papel actual y de lo que puedes hacer para mejorar.
  3. Libera el ego: “Dada tu resistencia a cambiar tu propia perspectiva, tu amígdala [una estructura del cerebro involucrada en el procesamiento de emociones e implicada en la respuesta humana a las amenazas percibidas] tenderá a hacerte reaccionar exageradamente y a ver este argumento contrario como una amenaza. En cambio, libera tu ego y dite a ti mismo: 'Esta opinión no tiene nada que ver conmigo'. Luego, simplemente escucha con curiosidad objetiva; podrías aprender algo interesante sobre por qué esta persona piensa así y evitar un encuentro innecesariamente negativo. Y si decides conectar más con este interlocutor, probablemente serás más persuasivo siendo un buen oyente”.