Alimentación

Estudiantes españoles convierten naranjas en 'plástico' biológico: se abre la puerta a los materiales orgánicos

Un equipo del grado de Diseño de Productos de la UDIT (Madrid) ha conseguido un primer paso para atajar el desperdicio alimentario
Todos son estudiantes del grado de Diseño de Producto de la UDIT. CEDIDA
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“¿Qué solución podemos encontrar para atacar el exceso de producción de alimentos y, a su vez, evitar crear más residuos plásticos?”: esta es la pregunta que Pablo Pesqueira, Javier Villasevil, Morta Poy, Aaron Truzman, Carmen Carranza y Diego Rodríguez, del grado de Diseño de Producto de la Universidad de Diseño, Innovación y Tecnología de Madrid (UDIT) se formularon. ¿El resultado? Un nuevo material, muy parecido al plástico —en tanto a textura y aplicaciones— fabricado a partir de las cáscaras de naranjas amargas que se producen en Sevilla. 

En una colaboración con el ayuntamiento de la capital andaluza, se pusieron manos a la obra. Tras buscar como materia prima “un recurso que ya está ahí y que no necesita ser extraído” y aplicarlo a un producto que fuera “icónico y fácilmente reconocible”, el equipo de investigación explica que así es cómo conformaron la idea de fabricar abanicos con este nuevo material, que además es biodegradable. 

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En un contexto marcado por el cambio climático, la contaminación por plásticos y unas tendencias de diseño que van en pos de la sostenibilidad, la intersección que han logrado los estudiantes es clara. En primer lugar, las naranjas se obtienen de los campos y de las calles: estas son amargas y no son aptas para el consumo, por lo que se trata de una primera retirada de cientos de kilos de naranjas que se iban a deshechar. 

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Explican que el procedimiento para crear este material ha sido “una sucesión de muchos ensayos de prueba y error”. “Tuvimos que hacer muchos testeos hasta dar con la consistencia que deseábamos, para que fuera apta para ser aplicable a un producto que pudiese durar en condiciones óptimas. A la vez, queríamos que este fuera biodegradable, para así no dejar residuos”, comentan. 

¿Cómo se puede crear un ‘plástico’ a partir de naranjas?

Aunque matizan que no se le pude llamar plástico a este material, también enfatizan el hecho de la comparación fácil con el plástico, dadas sus propiedades y aplicaciones. Los estudiantes comentan que, en un primer lugar, se retira la cáscara de la naranja para deshidratarla. 

Después, se mezcla con diferentes sustancias —amigables con el medio ambiente—, hasta llegar a las proporciones de componentes deseada, y que es la que después le otorga el color, la textura y la rigidez para que pueda ser aplicado a la construcción de productos. “Aunque el abanico es el primer ítem que hemos fabricado, sabemos que esto se trata del inicio de las aplicaciones que puede tener”, cuentan. Y en este sentido, hacen referencia a los plásticos de un sólo uso. 

“Si queremos atajar la crisis climática y medioambiental desde un punto de vista trasversal, también tenemos la necesidad de seguir mejorando la fórmula para convertir este material para que sea apto para el sector alimentario”, explican. 

¿Y qué ocurre con el resto de la naranja?

En todo momento, el equipo de investigación ha matizado que este nuevo material se fabrica a partir de las cáscaras de naranja. Pero, ¿qué ocurre con el resto de la fruta? Aquí entra en escena un actor inesperado: el biogás. 

“Las plantas que fabrican biometano utilizan las naranjas amargas que se producen en exceso en Sevilla. Pero sólo la fruta, pues la cáscara la deshechan. Por lo tanto, con este proyecto en marcha, se consigue reducir todavía más el desperdicio alimentario y se contribuye a hacer más eficiente la materia prima usada en una fuente de energía que es renovable”, concluyen.