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¿Puedes entrenar tu olfato como un músculo? Lo que descubrieron los neurocientíficos

El sentido del olfato es mucho más importante de lo que creemos
El sentido del olfato es mucho más importante de lo que creemos. Unsplash
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Podemos pensar que el olfato es uno de los sentidos menos importantes, si hubiera que colocar estos en una escala o nos obligaran a prescindir de uno en una hipótesis. Sin embargo, no solamente es uno de los que te puede salvar literalmente la vida porque te permitiría identificar señales de alerta como comida en mal estado y otras más graves como humo o gas. Curiosamente, es el único de los sentidos que se puede entrenar de forma activa. Te contamos cómo y qué beneficios tiene.

Olfato, el sentido subestimado

El olfato es uno de los sentidos más subestimados, especialmente frente a otros como vista y oído. Sin embargo, puede aportar mucha más información que estos. En palabras de la experta en neurociencia Lila Landowski, “no le estamos dando al olfato el crédito que merece. Podemos ver entre uno y ocho millones de tonalidades, así como escuchar en torno a 340.000 sonidos distintos. Pero podemos oler entre cien mil millones y un billón de aromas diferentes”.

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Estos datos concuerdan con un estudio de la neoyorquina Universidad de Rockefeller publicado en la revista Science que, de hecho, se titulaba 'Los seres humanos pueden discriminar más de 1 billón de estímulos olfativos'. No solo es cantidad, sino también calidad de lo experimentado por el sentido del olfato, pues esta misma universidad demostró que a diferencia de otros sentidos (solo recordamos el 1% de lo hemos tocado, el 2% de lo que hemos oído y el 5% de lo que hemos visto) podemos tener una memoria olfativa con la que recordar el 35% de lo que hemos olido.

Además, el sistema olfativo es el más primitivo de los sentidos especiales humanos y está estrechamente relacionado con el sistema límbico, las estructuras cerebrales (como el hipocampo y la amígdala) encargadas del procesamiento de las emociones y la vida afectiva. También el olfato puede ser indicador de problemas de salud. Concretamente, un deterioro del olfato puede ser una señal de advertencia de presencia de trastornos neurodegenerativos comunes, como el Alzheimer o el Parkinson, o de depresión, como demostró la Universidad de Pittsburg en otro estudio neurocientífico.

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Esto se explica a grandes rasgos porque el olfato tiene una conexión mucho más directa con el cerebro. A diferencia de los otros sentidos como la vista, el oído y el tacto, sus señales no pasan por el tálamo. El primer paso es el llamado epitelio olfativo, en el que hay células receptoras olfativas que capturan las moléculas odoríferas. Estas, al inhalarse, se disuelven en la mucosa nasal y generan un estímulo eléctrico que viaja a lo largo de las fibras del nervio olfativo y se dirigen al bulbo olfativo, que es el encargado de filtras la información contenida en dicho estímulo antes de redirigirlas a la corteza olfativa, que se encuentra en el lóbulo temporal, y a otras áreas clave, como el sistema límbico.

Una vez visto a grandes rasgos por qué es tan importante el sistema olfativo, debemos saber que según las estimaciones aproximadamente el 20% de las personas a nivel mundial tienen un deterioro del sentido del olfato de algún grado, por lo que el entrenamiento olfativo puede ser beneficioso. Sobre todo, teniendo en cuenta que a excepción de la disfunción olfativa postviral y la disfunción olfativa secundaria a la rinosinusitis crónica, no existe un tratamiento médico o quirúrgico establecido para la disfunción olfativa.

Entrenando el sistema olfativo

El sistema olfativo es único porque puede adaptarse y regenerarse mediante un entrenamiento de exposición a los olores, que conduce a un mejor funcionamiento olfativo. Estas capacidades regenerativas se descubrieron por primera vez en sujetos humanos sanos a mediados de la década de los 90. Una década más tarde, también se demostró que la exposición repetida a olores mejoraba la función olfativa en pacientes con deficiencias debidas a una amplia gama de causas, siendo las más frecuentes la enfermedad nasal, la infección viral y el traumatismo nasofacial. En los últimos 10 años, se han llevado a cabo numerosos estudios que han confirmado la eficacia del entrenamiento olfativo en humanos y, a su vez, no se han descrito contraindicaciones ni efectos secundarios derivados del mismo.

El entrenamiento olfativo es un enfoque no quirúrgico y no farmacológico para mejorar la función olfativa. Consiste, generalmente en la exposición por parte de los sujetos a una exposición dos veces al día (preferiblemente antes del desayuno y antes de acostarse) a unos frascos de olfato en los que hay una solución de olor empapada en almohadillas de algodón. Estos aromas suelen ser alcohol feniletílico (aroma a rosas), eucaliptol (aroma a eucalipto), citronela (aroma a limón) y eugenol (esencia de clavo), aunque la configuración no es cerrada y pueden intercambiarse por otros olores más familiares o característicos de la zona. El entrenamiento olfativo se ha evaluado en más de 40 estudios clínicos y los resultados se han revisado en varios análisis independientes, por lo que sus beneficios están más que probados.

Sin necesidad de un sistema tan sofisticado, también podemos entrenar voluntariamente nuestro olfato simplemente como cualquier otro músculo, con ejercicio constante. Percibir olores diariamente en diferentes contextos no solamente aumenta la sensibilidad y el rango de percepción de nuestro sistema olfativo, sino que puede ser beneficioso a la larga a la hora de ampliar la base de datos de nuestra memoria olfativa con un registro mental de aromas comunes mucho más amplio que ayudará a reconocerlos más fácilmente en el futuro cuando comencemos a experimentar un deterioro fruto de la edad. Este aumento de memoria olfativa también se podría traducir en una mejora de la memoria en general, como sugieren algunos estudios que consideran que el entrenamiento olfativo podría aumentar el grosor del hipocampo, que es el centro de la memoria del cerebro.