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Pablo Sánchez, el español que 'salva' vidas con impresoras 3D: "Hasta ahora los bebés prematuros se descartaban"

Pablo Sánchez
Pablo Sánchez, feliz gracias a los resultados del proyecto que lidera. CEDIDA
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De ingeniero en una empresa de teléfonos móviles a liderar una ONG que ya ha salvado más de 4.000 vidas en 37 países: esta, resumidamente, es la trayectoria del ingeniero industrial Pablo Sánchez. Su labor de llevar incubadoras accesibles e impresas en impresoras 3D a todo el mundo le ha valido el reconocimiento de la entidad Princesa de Girona. Pero, más allá del galardón en cuestión, la tarea que se lleva a cabo esconde mucha profundidad, y donde se entremezclan ingeniería, medicina, y situaciones vitales de todo tipo. 

Desde Informativos Telecinco hemos contactado con Sánchez, quién nos ha dado a conocer todo lo que hay detrás de este proyecto. Empieza contando su relato explicando que él conoció la ONG “por los medios de comunicación”, se sintió “atraído por el propósito” y ahora es quién lleva las riendas. 

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Las impresoras 3D han permitido hacer accesible una tecnología que cuesta decenas de miles de dólares

Pablo Sánchez explica que “las incubadoras tradicionales cuestan alrededor de 35.000 dólares”. Gracias al uso de este tipo de impresoras “hemos conseguido hacer que sólo cuesten entre 300 y 350, lo cual permite que se puedan construir y exportar a muchísimos países en donde se descartan bebés prematuros porque no cuentan con la infraestructura necesaria”.

El precio de estas incabudoras hacía inviable que llegasen a ciertos lugares del mundo
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El periplo ha desencadenado —de acuerdo con el reporte de cifras oficiales de la entidad— con más de 37 países con incubadoras impresas en 3D y más de 4.000 vidas salvadas. “¡Y las que quedan!”, añade el ingeniero. Pero, ¿cómo es posible que se mantengan los estándares de calidad y de protección rebajando tanto el precio?

Sánchez da a conocer que, aunque se usen impresoras 3D, “los estándares de funcionamiento de las incubadoras mantienen una serie de parámetros básicos que permiten mantener a los recién nacidos con vida. Por una parte, nos ceñimos a los estándares de calidad propuestos por Europa. Por otra, contamos con el conocimiento de Manuel Sánchez, quién es el director de la Sociedad Española de Neonatología, así como de parte del equipo. Ellos nos dan las características que sí o sí han de tener las incubadoras. A partir de ahí, como ingenieros tenemos que introducir estas funciones en un dispositivo que sea asequible y seguro”, explica. 

La ‘exportación de software’ como pilar de funcionamiento

Uno de los elementos que el galardonado pone encima de la mesa es el propio tamaño de las incubadoras: “son muy grandes y consumen mucha energía”. Lo que desde Medicina Abierta al Mundo se ha llevado a cabo es lo siguiente, de acuerdo con sus palabras: “Una de las claves que nos ha permitido llegar a tantos sitios es que las incubadoras que hacemos son ligeras. Ahora estamos en una fase en la que vamos a exportar el software”. ¿En qué consiste exactamente?

Con el proyecto Medicina Abierta al Mundo se han salvado más de 4.000 vidas

La idea es mandar los planos de construcción a aquellos sitios que tengan impresoras 3D, para que impriman las incubadoras directamente. De esta forma no sólo ahorramos en transporte, sino que también conseguimos que estas lleguen lo antes posible a las zonas en las que más urgencia precisan”, continúa.

¿Y qué hay de la eficiencia energética? "Gracias a la miniaturización de la tecnología hemos conseguido que las incubadoras consuman lo mismo que varias bombillas LED juntas. El siguiente paso es hacer que funcionen con baterías y de forma independiente de la red eléctrica, lo cual será fundamental para asegurar el funcionamiento en zonas donde la electricidad es inestable", concluye.