El misterio de los antojos: ¿Es tu cerebro o tu estómago quien te pide chocolate a las tres de la tarde?
Es tu cerebro el que manda cuando experimentas un antojo. Si fuera hambre, nos saciaríamos con cualquier comida, no con esa que tanto te viene a la cabeza.
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Cuando hablamos de antojos, entendidos como la aparición de un deseo concreto e insistente por ingerir cierto alimento, estos pueden ocurrir en cualquier momento del día y prácticamente ninguno estamos a salvo de esta conducta. Vamos a ver qué causa los antojos y si hay alguna forma de superarlos.
La ciencia detrás de los antojos
En la duda sobre si manda el cerebro o el estómago, no, no es tu estómago el que te pide ese antojo. No nos viene a la cabeza esa necesidad de un antojo por hambre porque este es considerado la ausencia de saciedad, mientras que el antojo se diferencia de esta sensación por su especificidad e intensidad. El hambre podría aliviarse comiendo cualquier tipo de alimento, mientras que el antojo de comida solamente se podría llegar a satisfacer mediante el consumo de ese alimento en particular. De hecho, tener hambre ni siquiera es un requisito necesario y previo a la aparición de un antojo.
La experiencia de un antojo de comida no es un simple capricho sin sentido, sino algo multidimensional, implicando elementos tanto fisiológicos como cognitivos. Fisiológicamente, estos se asocian con varios procesos que preparan al cuerpo para la ingestión y motivan la búsqueda y el consumo de alimentos, como el aumento del flujo salival y la activación de áreas cerebrales relacionadas con la recompensa. A nivel cognitivo, involucra pensamientos sobre la comida y respuestas emocionales (por ejemplo, deseo de comer o cambios en el estado de ánimo). Por último, también suele incluir un componente conductual de buscar y consumir la comida.
Hay teorías que suelen asociar diferentes tipos de antojos con déficits nutricionales de ciertos nutrientes específicos, entendiendo la aparición de estos como mensajes de alerta que nos demanda la necesidad de nuestro cuerpo de algún alimento o nutriente en específico. Según el Instituto Español en Formadores en Salud, la relación y los motivos serían los siguientes:
- Chocolate. Asociado con una posible falta de magnesio. También puede ser simplemente el deseo de obtener una dosis de dopamina rápida.
- Alimentos salados. Indicios de deshidratación o una señal de bajos niveles de electrolitos, como el sodio. Puede asociarse a estrés, ya que la sal puede ayudar a activar el sistema nervioso simpático, generando sensación de alerta y energía.
- Carbohidratos (pan, pasta, arroz). Alerta por fatiga o tristeza, ya que los hidratos de carbono aumentan la serotonina, un neurotransmisor relacionado con el bienestar y el estado de ánimo.
- Hielo o cosas habitualmente no comestibles (como tierra o tiza). Existe, por increíble que parezca, y puede estar relacionado con deficiencias nutricionales más serias, como la falta de hierro. Debería acudirse a consulta de un profesional.
Sin embargo, otros estudios, como el titulado ‘La psicología de los antojos de alimentos: el papel de la privación de alimentos’ no consideran que esto tenga la suficiente base científica. “Parece obvio suponer que la aparición de un antojo de alimentos podría deberse a alguna deficiencia de nutrientes. Sin embargo, la evidencia de esto es relativamente pobre. (…) Aunque las asociaciones simples entre la deficiencia de nutrientes y los antojos de alimentos parecen convincentes, parecen representar una pequeña fracción de los antojos de alimentos como máximo”.
El mismo estudio tampoco parece estar muy favorable a la explicación hormonal como causa, algo que se suele suponer al aparecer más estos antojos en momentos como el embarazo o la menstruación. “Durante el embarazo, un tiempo durante el cual el cuerpo necesita más energía y ciertos nutrientes de lo habitual, parece que los tipos de alimentos anhelados no difieren de los alimentos generalmente anhelados, e incluso si las mujeres anhelan alimentos u otras sustancias inusuales, potencialmente dañinos, parece que esto está más impulsado por factores sociales que por necesidades fisiológicas. Interpretaciones similares se han derivado de los antojos menstruales (chocolate) que, por ejemplo, no desaparecen después de la menopausia, lo que hace que los mecanismos hormonales sean poco probables”.
¿Cómo manejar los antojos?
Es importante que aprendamos a descifrar los antojos y a aprender a convivir con ellos. Los antojos no son más que un deseo de algo que sea gratificante y, por tanto, no significa que no podemos superar esos sentimientos, simplemente tendremos que esforzarnos para hacerlo. La Asociación Americana del Corazón promueve hacerlo desde dos vías, mediante distracción y aceptación del deseo.
Cuando aparece el antojo, “tú mismo puedes dejar de pensar en la comida, decirte a ti mismo que necesitas trabajar y que tienes otras cosas por hacer”. Además, también funciona la aceptación del deseo, pero sin seguirla de la recompensa, lo que requiere de fuerza de voluntad. “Es una forma muy bonita de decir que puedes pensar sobre el deseo de comer de una manera reflexiva. Notas el deseo y lo reconoces. Si piensas sobre el deseo pero no haces nada al respecto, el deseo se disipa. Esto nos demuestra la interesante manera en que el cerebro responde. La parte del cerebro que agrega valor y está asociada con el sistema de toma de decisiones, también recibe información del sistema cognitivo”.