El 'cráter del infierno' ha ardido durante casi 50 años en un desierto remoto

  • Se cree que se formó en 1971 durante una prospección soviética

  • El metano mantiene activas las llamas en medio del desierto

  • Un explorador descendió y encontró vida microbiana en su interior

Uno de los lugares más interesantes de la Tierra es el llamado 'cráter del infierno', un foso ardiente en el desierto Karakum de Turkmenistán, cuyo nombre en español es pozo de Darvaza. Durante 50 años, las llamas del agujero han estado encendidas, atrapadas entre el paisaje árido, y no parece que vayan a apagarse.

Se cree que se formó en 1971

Pero, ¿cómo se ha formado un cráter ardiente en medio de un desierto remoto? En 1971, durante unas obras de prospección soviéticas, el suelo se derrumbó con toda la plataforma de perforación. Se trataba de una enorme caverna de gas natural. El agujero desprendía gases tóxicos, así que los soviéticos decidieron prenderle fuego para evitar una catástrofe… Pero no imaginaron que seguiría ardiendo casi medio siglo después. Aunque esta es solo la historia que se da por válida, puesto que no se ha podido contrastar a día de hoy.

El hombre que bajó al infierno

Que sepamos, solo una persona se ha atrevido a bajar al pozo ardiente: el explorador George Kourounis. Sus 30 metros de profundidad y 70 de ancho, le dijo al ‘National Geographic’, emanan un calor insoportable. Cuando el viento sopla desde el cráter, es imposible mirar en su dirección, contó, y el paisaje se deforma por el calor abrasador si miras por encima de él.

Adentrarse en el cráter del infierno le llevó un año de preparación, mucho equipamiento e incluso formarse con un coordinador de acrobacias para películas de Hollywood, puesto que debía descolgarse protegido con un traje parecido a los de la NASA por una cuerda y un arnés de escalador.

El objetivo principal era recoger muestras para la investigación. ¿Habría vida allí dentro? Si la había, entonces quizá también la hay en otros planetas externos al Sistema Solar con condiciones extremas. “Encontramos algunas bacterias viviendo en el fondo que se sienten muy cómodas viviendo en esas altas temperaturas, y lo más importante fue que no se encontraron en el suelo circundante fuera del cráter”, declaró en el ‘National Geographic’.

Encontró contradicciones sobre su formación

De su formación lo único que consiguió averiguar es que la versión oficial y la que cuentan los geólogos turcomanos locales no coinciden. Estos le contaron que el colapso pudo ocurrir en los años 60 peor no se incendió hasta los 80. “Intentamos encontrar informes de incidentes antiguos o algo por el estilo, y el departamento de geología simplemente no tenía nada que se remontara tan lejos”, lamentó en la entrevista. El cráter del infierno sigue siendo un misterio.