Una manta para Hubble: así evita daños en su satélite estrella la Nasa

  • El Hubble está cubierto con mantas de aislamiento en capas

  • Si no fuera por la 'manta', las temperaturas extremas dañarían los equipos

  • Se compone de teflón metalizado, acero inoxidable y láminas de aluminio

Desde hace 30 años, el satélite estrella de la Nasa, Hubble, nos envía imágenes desde el espacio que han ayudado a descubrir desde agujeros negros hasta enorme asteroides. Lo que quizá no sabías, es que Hubble requiere de ayuda para aguantar las duras condiciones del cosmos, por eso los ingenieros de la agencia espacial lo recubren con mantas.

La manta que aísla a Hubble

Parece una nimiedad hablar de la ‘manta’ protectora de Hubble teniendo en cuenta toda la parafernalia que acopia el satélite: cámaras, sensores, espectrógrafos… Pero resulta que sin esta protección exterior no habría nave. El quebradero de cabeza para dar con la mejor, tras la constatación de que las primeras ‘mantas’ de Hubble sufrían grietas, ha llevado mucho tiempo.

“El Hubble está cubierto con mantas de aislamiento en capas, junto con radiadores, que controlan su temperatura mientras orbita la Tierra, pasando a través de una luz solar muy caliente y una noche muy fría”, resume la Nasa.

Esta manta tiene múltiples capas. La capa más externa está hecha de teflón metalizado porque libera calor y refleja la energía solar, y a su vez se han instalado después de su lanzamiento otras capas hechas de acero inoxidable revestido y láminas de aluminio, sostenidas por un marco de acero.

El espacio es un entorno extremo

Lo que se consigue con estos revestimientos es que los equipos de ingeniería sensibles que alberga Hubble no se vean dañados por la energía del Sol durante la parte diurna de su órbita alrededor de la Tierra, al mismo tiempo que retiene el calor suficiente para evitar que los componentes se enfríen demasiado durante su órbita nocturna.

El Hubble orbita la Tierra a cinco millas por segundo, lo que significa que da una vuelta completa al planeta en 97 minutos y completa unas 15 órbitas cada día. Mientras viaja a través de la sombra de la Tierra, sobre el lado iluminado por el sol y dando vueltas nuevamente, el telescopio está expuesto tanto al frío extremo del espacio profundo como al poderoso calor del sol en ciclos rápidos y constantes, explica la Nasa.

"El entorno espacial comienza a degradar las superficies externas del telescopio desde el primer día en órbita. No es sorprendente que, dado que Hubble ha estado allí desde 1990, la capa exterior de teflón ha comenzado a agrietarse", comentaba en 2007 Ben Reed, líder de grupo asignado a la Rama de Ingeniería de Materiales en la base Goddard.

Puesto que tiene muchas capas, una grieta en la manta no tiene efecto inmediato en la temperatura interior del satélite, pero sí debe repararse, por lo que se han enviado numerosas misiones desde que Hubble se estrenó en el espacio en 1990.