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Un tiro para abatirlo, un segundo para empujarlo a la tumba. Así remata Clint Eastwood a Lee Van Cleef en el legendario duelo a tres de El bueno, el feo y el malo (1965) de Sergio Leone. Uno de las mejores western de la historia. Dejemos volar la imaginación: Al malo de Van Cleef le da, tiempo después, por salir de la tumba como muerto viviente para clamar venganza. Ahí entraríamos en lo que se conoce como weird western (Oeste extraño), una rara avis, hijo bastardo de uno de los géneros más conservadores por un lado y de los más disruptivos como la ciencia ficción, la fantasía o el terror por otro. Con orígenes que se remontan a los años 30 en películas de horror de serie B, cómics o revistas pulp como Weird Tales, este salvaje oeste es extravagante, sangriento y terrorífico y está en buena forma con un buen puñado de lanzamientos en diversos formatos.
El último en engrosar la modesta lista del género ha sido este videojuego del estudio polaco Flying Wild Hog. Propone un salvaje Oeste de finales del siglo XIX que intenta sobrevivir al dominio de hordas vampíricas con la ayuda de tecnología steampunk. Un shooter en tercera persona con elementos de rpg que nos pone en la piel de Jesse Rentier, uno de los últimos agentes de una organización clandestina de cazadores de vampiros (aquí llamados sanguisuge). Rentier seguirá junto al agente retirado Edgar Gravenor el rastro de Peter D'Abano, un señor vampiro que quiere declarar la guerra a la humanidad antes de que ésta desarrolle la tecnología lo suficiente como para ser un peligro para los no muertos. Evil West sorprende por unos gráficos impecables, peca de ser quizás demasiado lineal con una exploración mínima pero al mismo tiempo ofrece un combate altamente satisfactorio, visceral y variado contra monstruosidades sedientas de sangre ya sea en solitario o en modo cooperativo.
Más regusto a ciudades polvorientas sin ley con sus no menos icónicos tumbleweeds (matojos rodantes) tiene Deadlands, el producto que ha asentado el canon del weird west. Lo ha hecho con amigos alrededor de una mesa con lápiz, papel y mucha imaginación porque Deadlands es un conocido juego de rol de mesa publicado por primera vez por Pinnacle en 1996. Incluso para crear ambiente utiliza, en ocasiones, cartas y fichas de póker en lugar de los clásicos dados de estos juegos. Presenta un Estados Unidos paralelo plagado de poderes paranormales en plena Guerra de Secesión. Magia chamánica, zombies, hombres lobo, vampiros... Todo es posible en este mundo donde la muerte de los jugadores no es el final. "Para mí el weird west es una especie de mezcla entre el spaguetti western, las historias de zombies y toda la estética steampunk", nos comenta Jorge Coto de HT Publishers, editora de la franquicia en España. Más de 500 mecenas apoyaron el año pasado un relanzamiento actualizado ahora como complemento de Savage Worlds, el juego de rol de reglas genéricas. Y no va mal, Coto reconoce que es una de sus "principales líneas de negocio".
Son escasos los ejemplos de novelas gráficas actuales que aborden este subgénero. Afortunadamente para los aficionados españoles este año se lanzó El Sexto Revolver (Norma Editorial). Cinco revólveres con poderes místicos en malas manos y el sexto, el más poderoso, por cuestiones del destino en poder de una joven inocente. Solo un pistolero Drake Sinclair, con un misterioso pasado, podrá ayudarla a interponerse en el camino de quienes quieren asesinarla para quedarse con el arma. Ágil, áspera y violenta, con momentos memorables, la obra cumbre de Cullen Bunn y Brian Hurtt se estrenó en 2010 y ha sido nominada a varios premios Eisner y Harvey. La serie contó con cincuenta números hasta 2016 que ahora han sido recopilados en seis volúmenes integrales de los ya se han publicado en castellano los tres primeros. Recientemente Universal ha anunciado su intención de preparar una serie de televisión basada en esta historia.
Weird West (WolfEye Studios, 2022) es un título de fantasía oscura con monstruos y sectas con magia negra pero que a la vez intenta mantenerse apegado a las características propias de las historias clásicas del western. Los pistoleros deberán sobrevivir y descubrir los misterios de un extraño mundo done se mezcla la fiebre del oro y los bandidos de diligencias con criaturas salvajes de pesadilla. Los jugadores asumirán el papel de diferentes héroes (o antihéroes incluso) con destinos entrelazados en el que cada decisión cuenta. Un rpg de acción de perspectiva isométrica (se ve desde arriba) salido de la mente de los co-creadores de Dishonored y Prey. Entre sus fuertes, las fórmulas creativas de resolución de problemas y combates. En contra un sistema de puntería, que puede no ser del agrado de los usuarios, que viene a sumarse a un alto nivel de dificultad del juego.
Si se busca bien se pueden encontrar aquí y allá ejemplos que puedan incluirse en este subgénero. En el cine el más mencionado es la malograda Wild Wild West (Barry Sonnenfeld, 1999) basada en la serie de televisión homónima de los años 60. Tampoco tuvo suerte vendiendo entradas Cowboys & Aliens (John Favreau, 2011) a pesar de contar entre su elenco con Harrison Ford. Cazadores de Demonios (Andrew Goth, 2012) o Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros (Timur Bekmambetov, 2012) son otros intentos por llevar el terror al western. De todos ellos Bone Tomahawk (S. Craig Zahler, 2015) es quizá la que más éxito de público y crítica ha tenido. El weird más cercano a la ciencia ficción tiene entre sus ejemplos a la serie Westworld (HBO Max, 2016) a partir de la película basada en la novela del mismo nombre de Michael Crichton y la exitosa El Mandaloriano (Disney Plus, 2019). Incluso Stephen King hizo una incursión en este mundo híbrido con El Pistolero (La Torre Oscura 1) que dio pie a una versión cinematográfica dirigida por Nikolaj Arcel en 2017. En cómics algunas de las aventuras de Solomon Kane y las de Predicador se pueden inscribir en este apartado. En España es admirable el trabajo de la editorial DLorean hasta 2017 por revitalizar el subgénero, suyas son las ultimas publicaciones de la serie de novelas cortas Weird West de varios autores patrios (Carlos Díaz Maroto, Lem Ryan y Raúl Montesdeoca, entre otros) ahora difíciles de encontrar.