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Entrevista a Andrés Suárez: "La sobredosis de redes sociales te puede llevar a un lugar sin retorno"

Andrés Suárez
El cantante, en una foto reciente. CEDIDA
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Sentarse frente a un músico del talento de Andrés Suárez es hacerlo ante un auténtico poeta. La poesía le acompaña en todo su ser, no ya solo en las canciones, también en sus formas, trato y pensamiento, de quien responde a las preguntas con la finura del antiguo arte de la palabra.

Reunirse en un templo madrileño tan mítico como 'Libertad 8' hace de nuestro encuentro algo más bello si cabe, con la tranquilidad de encontrarnos a solas, de hablar con la verdad por delante, esa que para él es tan importante en su trabajo, ya sea en un libro como el que nos ocupa, 'Todavía más allá de mis canciones', o en un nuevo disco que llegará más pronto que tarde, para seguir con un legado musical lleno de verdad.

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Hay también en su mundo felicidad “alguna madrugada” y menos nocturnidad asegura, no sabemos si alevosía, pero en su corazón siguen latiendo dos ingredientes que van de la mano, el amor y el desamor, más de lo segundo también, “porque vengo de ahí” nos dice.

De la verdad, de libros y de discos o incluso de la soledad compartimos en un momento en el que afirma “estamos más solos que nunca”. Por un rato entro en un mundo poético en el que, como si de una de sus canciones se tratara, todo suena humilde y verdadero para hacer de nuestro mundo algo más bello, aunque únicamente sea por un rato. Disfruten del sonido de la palabra.

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Pregunta: ¿Hay un folio en blanco al empezar a escribir una canción o un libro?

Respuesta: En una canción nunca hay un folio en blanco, el que te diga eso es mentira. Hay un recuerdo, un beso, un paseo, un hotel, una despedida, un abuelo, un padre, una madre... En un libro sí hay ese espejo maldito en el que uno se ve reflejado y a veces no se gusta, que es, como tú sabrás bien, el de cuidar el oficio añejo de la palabra, el de levantarse a las seis o siete de la mañana, ahora que, aunque no me lo creas, no trasnocho y escribo mejor por la mañana que de noche, y tienes que rellenar seis folios que valgan la pena.

Yo no sé lo que es la fama. Reconozco una cierta popularidad después de 25 años de carrera, pero si me dieran ahora mismo un papel para firmar, firmaría quedarme como estoy

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Una canción dura tres minutos, excepto ‘Pedrá’ de Extremoduro, que dura treinta. Un folio es infinito.

P: La verdad es importante en este trabajo, ya sea en un libro o en un disco.

R: Sin duda. Estoy haciendo mi décimo disco, en el cual está prohibido no tocar instrumentos, está prohibido que los músicos no hagan música y no hay ningún elemento electrónico o IA. Este libro lo que hace es recordar un beso, es recordar a una persona con la cual tal vez no quedé muy bien, y ahora me disculpo por escrito. Hay que tender a la artesanía, insisto, y la gente agradece mucho que sea sincero.

La verdad es la madera, la verdad es un piano desafinado en un bar con muchos años, esa es la verdad. Hoy en día hay una oferta cultural tan grande que, si tú quieres vender, el público te pilla y no lo vas a engañar. Si quieres agradarlo, te van a pillar enseguida.

Si quieres el número, una lista, una venta, una salida de un viernes, sonriendo en una portada, te van a pillar. Yo cuento cosas que a ratos no agradan o incomodan o tienen que ver con desequilibrios, y la gente lo agradece mucho. Gracias por haber sido tan sincero, por haberte jodido tanto, por haber contado de tu abuelo, tu padre, tu madre, tu ex.

P: Vivimos en un mundo interconectado, pero con mucha soledad.

R: Desde luego, estamos más solos que nunca. Este verano pasado me fui a visitar a uno de mis mejores amigos a la isla más bonita del mundo que es Formentera. Y él regenta un restaurante en la arena de playa, con una cala de agua transparente que no se ve en las Bahamas.

Este verano que he estado solo, me dio un toque en el hombro y me dijo, “acompáñame”. Y él tiene un ventanuco que desde su cocina da a su arenal, de 10 o 15 mesas de plástico, para tener un contacto visual. Entonces me dijo “si ves sonreír a alguien, te invito a comer el resto de tu vida”. Y había 50 personas mirando el teléfono, agachadas.

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Eso es acojonante. Yo no me había dado cuenta porque era uno más de los 50 que estábamos mirando el teléfono, como uno más de los del vagón del tren que vamos mirando el teléfono cuando un tren en movimiento es un cuadro cada segundo. Entonces, hagamos autocrítica, no crítica.

Hemos perdido el abrazo, la conexión. Yo no sé qué hago a las 12 de la noche mirando el teléfono en la cama porque ni hablo con nadie, ni estoy leyendo un libro.

P: ¿Te llama la atención subirte a un escenario y ver un mar de móviles en alto?

R: Yo no soy nadie para indicarle a alguien qué debe hacer con su entrada, con su dinero, a no ser que la normativa vigente de un recinto, Comunidad o provincia indique lo contrario. Obviamente, una persona que graba un concierto, la mitad de un concierto o cinco canciones, no las va a ver. Se está perdiendo esa conexión.

Usted ha pagado una entrada, usted tiene un celular, es legal, haga lo que le dé la gana, juguemos con las cartas sobre la mesa. Yo lo hice más de una vez, criticándolo.

Voy a ver a Glen Hansard y hay un momento en el que grabas un vídeo para un colega que no está, pero es verdad que esa canción me la perdí y la entrada no era barata. Así que no soy nadie para indicar el camino de la verdad, ni de la cultura, ni de la palabra, pero si en el Libertad 8 vienes a ver un concierto y te dedicas a mirar un teléfono, igual por ahí no es.

P: ¿Cambia mucho el momento de tener en la mano tu libro en comparación con un disco?

R: Tiene que ver con el olor, tiene que ver con lo físico. Es decir, obviamente, hay fragmentos de esta entrevista en los que parece que yo soy un carca en contra del futuro y la tecnología, bendita sea la IA, pero yo tengo un libro de mi bisabuelo en mi casa. Y tengo una primera edición que me traje de Cuba. Entonces tú abres eso y no tienes ni idea de qué ha pasado por ahí.

Tiene que ir en el metro por una vivienda que bastante cara es y no le caben los libros y tiene que llevar comprimidos, claro que sí. O llevamos un dispositivo donde caben miles de canciones, pero uno abre un vinilo y tocas el libreto y tiene una firma de Franco Battiato del año 79, eso es algo maravilloso.

Habrá amor en el disco que preparo, pero vengo de un lugar tan doloroso y oscuro que mi público va a estar feliz

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Yo tengo la suerte de tener un espacio físico en el que cabe todo eso y reivindico, con la fuerza que me quede, ese formato que hablabas del libro ahora que estamos de ferias. Y ves a la gente que se lleva su tesoro más preciado, se lo da a su hija o a su hijo, eso va a perdurar años. Y eso no tiene que ver con pantallas ni con scroll.

P: ¿Hay más amor o desamor en tu vida?

R: En mi vida hay mucho más humor del que canto, de lo contrario no vendería discos. Interesa mucho más a un sector muy grande de mi público el desamor, porque vengo de ahí.

P: ¿Cómo llevas la fama?

R: Yo no sé lo que es la fama. Reconozco una cierta popularidad después de 25 años de carrera, la cual agradezco porque se me tratan con un respeto apabullante. Yo estoy aquí contigo, vengo de caminar varias calles y nadie me ha tirado al pelo, voy al mercado a comprar por las mañanas sin problema. Sé, por amigas y amigos extremadamente famosos, de ese lado oscuro que supone no poder salir a la calle. Sinceramente, te lo digo de corazón, si me dieran ahora mismo un papel para firmar, firmaría quedarme como estoy, porque me gustaría ir al cine, no hacerme el cine en casa.

P: Como músico, ¿qué uso haces de las redes sociales?

R: Son necesarias, pero como toda droga mal utilizada te puede destrozar. La sobredosis de redes sociales te pueden llevar a un lugar sin retorno. De hecho, como ya somos amigos que llevamos un rato largo hablando y estamos en un momento de confidencias, te diré que de todas las drogas que consumí, la única que me generó adicción es el teléfono móvil. La única a la que yo pedí ayuda profesional. Cuando una sustancia me sentó mal, la dejé. Fin. Y esta no la puedo dejar.

P: ¿Has roto o te han roto más el corazón?

R: Tengo 10 discos. Me lo han roto, o eso creo. A mí me interesa el José Alfredo destrozado, partido por la mitad. Demagogo, insultante, hiriente, jodido, diciendo que te den lo que no pude darte aunque yo te haya dado de todo. No hay nada igual.

Habrá amor en el disco que preparo, pero vengo de un lugar tan doloroso y oscuro que mi público va a estar feliz. Es decir, escribir mojando con lágrimas el papel, eso es incomparable. Y el Aute, el Sabina, el Krahe y el Serrat hundidos.

P: ¿Eres feliz?

R: Alguna madrugada. Es difícil eso. Es una de las mejores preguntas que me hicieron en mi vida. Trato de dormir tranquilo.

P: Eso es todo un reto, ¿lo logras?

R: En esta última temporada sí lo consigo.