Germán Sánchez: "La mayor violencia que yo he experimentado es existir"

  • “Cuando descubres que el mundo es un despropósito, te conviertes en una auténtica mamarracha”

  • "Siempre me he identificado más con el mundo femenino, con las mujeres y sus experiencias vitales"

  • "Cuando no has pedido una opinión o no necesitas que te digan una cosa, siempre hay alguien que es demasiado explícito"

Germán Sánchez estudió Periodismo y Comunicación Audiovisual, aunque siempre se decantó por los temas de comedia. Aunque le gusta definirse como “mocatriz” (modelo, cantante y actriz), asume que en realidad es una 'mamarracha', un término del que se apropia para resignificarlo sin cargas peyorativas.

Eso explica en su libro Manual de una auténtica mamarracha (Ediciones Martínez Roca, 176 págs), donde con una vis cómica cargada de hipérboles tan ácidas como sarcásticas analiza las tensiones cotidianas que debemos afrontar a lo largo de nuestra vida, porque como señala al empezar el libro, “el mundo es un marrón y a la persona que lo ha creado no le caemos bien”.

Pregunta: ¿Crees que el mundo es muy hostil?

Respuesta: Absolutamente sí. Nos pasamos la vida estudiando cosas que no son prácticas, lo hacemos con una gran carga de estrés. Luego llegas al mercado laboral, al que le da igual lo que hayas estudiado y te esclaviza de forma que vives para trabajar. La mayor violencia que yo he experimentado es existir.

P: Cuando enumeras los referentes que has tenido en tu infancia, todos son femeninos ¿No has encontrado ningún referente masculino que no sea tóxico?

R: Posiblemente los haya, pero no los he encontrado. Siempre me he identificado más con el mundo femenino, con las mujeres y sus experiencias vitales. Desde pequeño me he relacionado más con chicas e incluso los hombres que forman parte de mi vida son también muy femeninos. Es cierto que habrá hombres que sean maravillosos, pero nunca han sido un referente para mí y me he sentido más identificado con sus historias, sus vivencias y su forma de ver las cosas.

P: Criticas el uso de eufemismos, que a veces es acertado y otras un error. ¿Nuestro problema es que no sabemos manejarlos?

R: Los eufemismos están muy mal utilizados. Cuando hay que ser claros, la gente usa eufemismos que no te dejan entender qué es lo que necesitan de ti o qué quieren Y sin embargo, cuando no has pedido una opinión o no necesitas que te digan una cosa, siempre hay alguien que es demasiado explícito cuando no has pedido una opinión o no necesitas que te digan una cosa son demasiado claros. Eso hace que relacionarse sea una cosa muy complicada. Se usan los eufemismos para hacer daño y cuando te tienen que ocultar una cosa, no lo haces.

P: Describes la adolescencia y la infancia como una etapa agresiva y traumática, ¿es posible ser una mamarracha con una infancia feliz?

R: Claro, que se puede. En el fondo, yo me considero bastante afortunado. Las cosas que cuento no siempre me pasan a mí ni las he vivido yo, sino que también las he visto como las han vivido otras personas. Al final, lo que te convierte en una mamarracha es la capacidad para empatizar con las situaciones que ves en otras personas, aunque tú no las estés viviendo. Ahí te das cuenta de que el mundo es un despropósito y eso te convierte en una auténtica mamarracha.

P: ¿Qué le dirías a quienes te escribían en el pupitre maricón?

R: Lo primero es que acudieran a algún especialista en salud mental, porque si tienes la necesidad de hablarle así a un niño probablemente tengas que resolver muchas cosas contigo mismo. A mí no me descubren el mundo llamándome maricón. Soy el primero que soy consciente que soy maricón. Cuando alguien siente que para ser feliz tiene que hundir a otras personas es porque tiene muchas cosas que resolver. Espero que a día de hoy ya lo hayan resuelto y si no, les invito a que lo hagan.

A través de la comedia he conseguido ir esquivando todas estas cuestiones que no son nada agradables

P: Señalas las carencias en la educación emocional y sexual, ¿para una persona lgtbi es más notorio?

R: Las clases que me dieron a mí consistían en cómo se pone un condón, que es lo más intuitivo del mundo. Pero nada de sexo anal, ni enfermedades de transmisión sexual… Todo eso era un desconocimiento absoluto. Pero no se habla de cómo tener sexo anal de forma segura, porque en el fondo nadie quiere hablar, aunque sea una opción perfectamente lícita. Esto es un problema porque cuando llegas a esa situación no sabes por dónde empezar y eso supone que muchas de las primeras experiencias que tenemos terminan siendo traumáticas.

P: Haces muchas referencias al señor todopoderoso aunque reconoces que te has criado en una familia que no era religiosa, ¿una mamarracha puede ser agnóstica?

R: Ser una mamarracha no está ligada a la religión, se puede ser agnóstica, atea o creyente. Mi familia no es religiosa, pero tanto la familia de mi padre como la de mi madre sí lo son y eso siempre me ha hecho pensar si de verdad alguien ha creado todo esto, lo ha creado mal. No es una crítica a ninguna religión concreta ni a ningún dios, pero quien haya creado el mundo que se ponga las pilas ya, porque no se lo ha tomado en serio.

P: Hablas de tu experiencia en el mundo laboral y de las dificultades que ha afrontado tu generación en cuanto a precariedad, inestabilidad, dificultad de acceso a la vivienda… ¿Ser una mamarracha ayuda a tomarse mejor estas cosas?

R: El hecho de haber tenido todas estas experiencias laborales que frustran tanto tus expectativas hace que te conviertas en una mamarracha. Porque ¿cómo no vas a ser una dramática y no vas a ser intensa cuando descubres que el trabajo es una mierda y que esto va a seguir así muchos años? En mi caso, es cierto que a través de la comedia he conseguido ir esquivando todas estas cuestiones que no son nada agradables.