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Gádor Muntaner, la bióloga marina que nada entre tiburones: "Lo de que son 'monstruos asesinos' es un mito"

Gádor Muntaner
La entrevistada, en una foto tomada en una de sus aventuras. CEDIDA
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La fascinación por los tiburones viene de siglos atrás, y el cine ha ayudado a mitificar la figura de los escualos. Corría el año 1975 cuando Steven Spielberg popularizó la especie de tiburón blanco en su exitosa película 'Jaws'. Después vendrían las secuelas, que también consiguieron recaudar millones en los cines. El precio que la especie tuvo que pagar, seguramente, fue muy alto porque muchos querían cazar o acercarse al "gran blanco", que hasta entonces había vivido en un anonimato social.

Es cierto que se trata de la especie de tiburones más peligrosa del mundo, pero eso no significa que sean máquinas de matar. De hecho, los ataques de tiburón son muy improbables y suceden en casos y condiciones muy particulares. Otros animales, que forman parte de nuestro día a día y no consideramos peligrosos, provocan muchísimas más muertes que los tiburones. Un claro ejemplo sería el de los perros, que matan alrededor de 30.000 personas al año.

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Pese a su perfecto diseño que les ha permitido sobrevivir y evolucionar tantos millones de años, los tiburones corren en la actualidad un grave peligro. Según la primera evaluación global de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el 25% de las especies de escualos y rayas se encuentra en peligro de extinción. Cada año, el ser humano elimina a más de 100 millones de tiburones, mientras que unas 10 personas al año mueren por un ataque de tiburón.

La sonrisa de los tiburones
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Una historia entre tiburones

Así lo explica en su nuevo libro 'La sonrisa de los tiburones' (editorial geoPlaneta) la científica marina Gádor Muntaner. En este libro, la bióloga marina comparte sus experiencias más emocionantes, desde su primer encuentro con un tiburón en las Maldivas hasta sus expediciones científicas con grandes depredadores marinos en lugares tan remotos como la isla Guadalupe en México o el gélido Ártico. Con una mezcla de anécdotas personales, datos científicos y reflexiones sobre la conservación marina, el libro ofrece una mirada cercana y emotiva al papel crucial que desempeñan los tiburones en los ecosistemas y a la necesidad de protegerlos. Además, Gádor Muntaner nos sumerge en los desafíos de ser científica en un mundo predominantemente masculino y en la lucha constante por divulgar la importancia de los océanos en la supervivencia del planeta.

"Tenía 16 años y estaba en Maldivas con mi madre cuando tuve mi primer contacto con un tiburón. Esperaba sentir miedo, estrés o pánico, pero al encontrarme frente a un tiburón de puntas negras de arrecife me invadió una profunda sensación de paz, calma y admiración. Ante mí tenía un animal perfecto, con más de 400 millones de años de historia evolutiva. Su mirada me pareció de una inocencia y una incomprensión absolutas: un depredador necesario que, sin embargo, es a menudo retratado como un monstruo", explica a Informativos Telecinco.

"Casi siempre, el tiburón muerde por confusión o simple exploración"

Lo que más le impactó al trabaja con tiburones fue precisamente eso, la mirada de inocencia y la perfección de su diseño. "Me entraron ganas desmesuradas de descubrir todos sus secretos y de contarle al mundo la realidad sobre ellos. Son animales increíbles, que o oseen sentidos tan agudos —olfato, visión, sistema electrorreceptor— que pueden 'escuchar' a sus presas a gran distancia, y exploran el mundo mediante una mordida de prueba, no por agresividad. Tienen una increíble diversidad reproductiva -ovíparos, ovovivíparos y vivíparos- y aún hay cientos de cosas que desconocemos de ellos", añade.

El tiburón del que habla -el tiburón de puntas negras de arrecife- es uno de los más comunes en el océano. Esta especie tiene la habilidad de succionar agua para respirar, lo que le permite quedarse inmóvil sobre el fondo del arrecife. Este comportamiento, junto con su habilidad para adaptarse a las condiciones cambiantes del arrecife, lo convierte en una especie increíblemente especial y siempre es sorprendente observarlo.

"La imagen de 'monstruo asesino' es un mito: el ser humano no forma parte de su dieta y los ataques mortales suponen alrededor de 10 al año en todo el mundo. Casi siempre, el tiburón muerde por confusión o simple exploración; al notar un sabor extraño, suelta inmediatamente. Lejos de ser un peligro, es un depredador de la cima de las cadenas tróficas marinas, indispensable para mantener el equilibrio de los ecosistemas marinos", subraya la científica a Informativos Telecinco. Gádor Muntaner se ha convertido en un altavoz perfecto para la generación de jóvenes, ya que desde su cuenta de Instagram, con más de 130 mil seguidores, comparte el día a día de la investigación marina, un trabajo desconocido y lleno de mitos.

La vida de los tiburones

Aunque hablamos de más de 500 especies, su vida sigue siendo un enigma: cada una tiene hábitos únicos. Existen solitarios como el gran blanco y gregarios como el martillo; hay tiburones que depositan huevos y otros que gestan a sus crías en el vientre de forma vivípara. "He tenido la fortuna de nadar con blancos, toro, tigre, punta negra de arrecife y oceánico, martillo, ballena, angelote, galápagos, sedoso, mako, azul, y algunos más. Y mi lista de encuentros soñados continúa creciendo", cuenta.

La importancia de los tiburones para la salud oceánica es vital. Al regular poblaciones de presas, impiden el colapso de las cadenas tróficas. Sin ellos, se produciría un desequilibrio que afectaría la productividad marina y al equilibrio de los océanos de los que tanto dependemos: son responsables de la regulación climática e incluso la producción del 50 % del oxígeno que respiramos. Sin embargo, son unos grandes desconocidos.

¿Qué pasa si nos encontramos alguna vez a alguno? Gádor Muntaner nos lo explica: "Primero, recordar que estamos en su casa, no al revés. Si un tiburón se aproxima, lo ideal es mantener la calma, evitar movimientos bruscos y buscar el contacto visual. Huir nos hace actuar como presas; mantenernos firmes o avanzar ligeramente hará que el animal nos perciba como un igual. Por lo general, bastará nadar con serenidad y admirar ese encuentro único con respeto, sin miedo".

El turismo de buceo se ha convertido en una forma de acercarse a ellos y a otras especies, sin embargo, no todas las empresas garantizan la seguridad de estos animales y el respeto. Las redes sociales y las fotografías nadando entre tiburones no les hacen un flaco favor. Si apuestas por este tipo de actividades, conviene asegurarte de que la empresa esté garantizando su seguridad. "El turismo de buceo y los encuentros con tiburones deben fundarse en el respeto y la humildad: el mar no es un acuario y los avistamientos no están garantizados. Son regalos de la naturaleza que debemos honrar eligiendo operadores responsables, evitando el uso de prácticas invasivas y dejando siempre la menor huella posible. La prioridad ha de ser el bienestar de los animales y la salud de los ecosistemas".

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