Soy borde y eso está acabando con mis amistades: trucos para ser más friendly

  • Sus amigos le dijeron: "O cambias, o no cuentes más con nosotros"

  • A veces las malas contestaciones esconden inseguridad

Como todo en esta vida, las cosas en exceso resultan perjudiciales y en el punto medio está la virtud. Una persona excesivamente amable puede dar pie a que otros se aprovechen de ella, y una persona demasiado brusca puede ver resentidas sus relaciones interpersonales. Hoy, de la mano del testimonio de Guillermo, vamos a analizar cuándo la bordería se vuelve un defecto y cómo ser más amigable con la gente sin dejar de lado nuestra verdadera forma de ser.

Lo primero de todo: ¿qué es ser borde?

La bordería es una palabra utilizada para definir a alguien seco, brusco y en ocasiones, un pelín antipático o grosero (no es una cualidad muy positiva que digamos). El problema es que, a veces, confundimos la bordería con ser serio, cuando no tienen nada que ver.

La seriedad no es una característica mala. Simplemente son personas que no muestran sus emociones abiertamente, es decir, sienten emociones igual que alguien muy extravertido, pero no las exteriorizan con tanta facilidad. Las cosas sí les afectan y son empáticas (algunas más y otras menos, como todos), pero su expresión emocional es más impasible.

En cambio, ser borde sí que tiene una connotación negativa, ya que implica cierta desconsideración con las emociones de los demás en determinadas ocasiones. La bordería puede ser útil, por ejemplo, cuando un pesado te está dando la chapa en la discoteca, pero otras veces la "víctima" es un ser querido que no se merece ese ataque.

El caso de Guillermo: cuando la bordería afecta a tu vida social

Guillermo tiene 20 años y hace poco su grupo de amigos le puso las cartas sobre la mesa: "O cambias, o no cuentes más con nosotros". El motivo de este ultimátum es su bordería, que le ha costado relaciones de pareja y alguna que otra amistad. Ahora quiere cambiarlo y por eso se puso en contacto conmigo:

"Hola Marina, me llamo Guillermo y quería hacerte una consulta: Tengo 20 años y estoy en tercero de carrera. Aunque he hecho buenos amigos en la universidad, mi principal grupo de amigos son los de toda la vida. Estudiamos casi todos en la misma ciudad así que seguimos quedando. El problema es que el otro día quedamos para cenar porque tenían que decirme algo, y resulta que no fue bueno.

Están cabreados conmigo porque dicen que me paso de borde y que ya no lo aguantan más. Que llevan años tolerando que les de malas contestaciones y que me crea por encima de ellos, pero que tengo que cambiar porque he cruzado la raya.

El detonante fue cuando, estando de fiesta, un amigo me pidió mi opinión sobre una chica con la que estaba tonteando y le contesté algo en plan que ella estaba muy fuera de su alcance. No se lo dije así. Me puse muy faltón porque había bebido un poco. Él se cabreó y mis amigos me dijeron que me había pasado. Pedí perdón y pensé que la cosa se había quedado ahí, pero no.

En resumen, me han dicho: "O cambias, o no cuentes más con nosotros". Al principio me cabreé pero es que tienen razón. Más de una exnovia o exligue me ha dicho que soy muy borde y también he perdido amigos por esto. Yo pensaba que mi grupo de amigos de toda la vida me aceptaba tal cual, pero es que tengo que cambiar, porque no se merecen que les trate así.

¿La bordería tiene cura? ¿Puedo aprender a ser más amigable? Desde siempre he sido así y me da miedo quedarme solo".

Cómo ser más friendly sin perder tu esencia por el camino

friendlyComo casi todo en esta vida, el problema de Guillermo tiene solución. Requiere esfuerzo y tiempo, ya que cambiar una pauta tan arraigada no se consigue de la noche a la mañana, pero sí se puede.

Algunos consejos que pueden ayudarle y a ti también si estás en su situación son:

  • Analiza el origen de la bordería. A lo mejor has tenido modelos educativos más fríos y has aprendido a ser borde por imitación. También es posible que con la antipatía y las malas contestaciones estés escondiendo una inseguridad tremenda. Otra posibilidad es que durante tu adolescencia hayas aprendido a interactuar de esta forma y ahora te cueste cambiarlo. Sea como sea, detecta la causa y trabaja sobre ella.
  • Recuerda que la sinceridad sin empatía es crueldad. Muchas veces excusamos la bordería con la manida frase de "es que soy muy sincero". La sinceridad se basa en utilizar palabras que no hagan daño, entender los diferentes puntos de vista, saber cuál es el mejor momento para hablar y, sobre todo, aprender a callar si la situación lo requiere. El sincericidio implica comunicarse de forma agresiva, creerse por encima de los demás, no medir la repercusión de nuestras palabras, ser impulsivos y dañar a los demás.
  • Pide consejo a tus amigos. Si durante toda tu vida has sido borde, aprender nuevas pautas comunicativas no será fácil. Por suerte vivimos en un mundo social y podemos aprender a interactuar observando a la gente que nos rodea. Pide consejo a tus amigos y fíjate en la forma en la que ellos se comunican sin hacer daño.
  • Ponte en manos de un profesional. Aunque nuestros amigos pueden ser buenos modelos de aprendizaje, a veces no son imparciales (o también puede darte vergüenza pedir ayuda). Si no tienes las herramientas necesarias para cambiar, ponte en manos de un psicólogo. Él podrá enseñarte habilidades sociales adaptativas.