Sergio, Valeria y Cintia tienen miedo de vivir otra crisis económica: "La sensación de vértigo es brutal"

  • No es fácil salir del bucle de la precariedad, y el mantra de “si quieres algo, lo consigues” no siempre se cumple

  • “Todas las empresas ahora mismo o no contestan o te dicen que no buscan a nadie”

Desde que tenemos uso de razón, nuestros padres nos han insistido constantemente en que estudiemos para tener un futuro asegurado. Grados universitarios, becas Erasmus, másteres, cursos y miles de euros invertidos en una educación para un mañana cuyos cimientos se tambalean.

Según los expertos en economía, España va a sufrir una crisis de escala similar a la que se vivió entre el año 2008 y 2014. La gran mayoría de los millennials estaban en el colegio, en el instituto o en la universidad en aquel entonces, y lo único que recuerdan es cómo afectó a su familia. Sin embargo, ahora van a vivirlo en primera mano, y lo más difícil de digerir es la incertidumbre que genera no saber cómo va a afectarnos esta situación.

La incertidumbre en la piel de tres veinteañeros

Sergio tiene 24 años y en febrero comenzó a preparar el examen PIR (Psicólogo Interno Residente), pero la llegada del coronavirus ha cambiado sus planes. "Aunque con el coronavirus se ha demostrado la necesidad de psicólogos en los hospitales, yo creo que el año que viene va a haber muy pocas plazas porque tienen que recortar de algún lado, y los psicólogos siempre somos los que acabamos en peor lugar".

El número de plazas PIR es una incógnita hasta septiembre, al igual que las MIR para médicos o las EIR para enfermeros. "La sensación de vértigo es brutal, porque te pasas meses estudiando para que luego sólo oferten unas 150 plazas para 5000 personas, y si este año baja el número ya es para llorar. Con esa incertidumbre es imposible ser optimista y estudiar una oposición".

Hasta hace años se nos repetía hasta la saciedad que opositar era la opción más segura, ya que te permitía conseguir un trabajo estable. Ahora eso ha cambiado y lo más probable es que algunos exámenes se pospongan, y en otros casos disminuya el número de plazas.

“Me da miedo que recorten en educación y que en dos o tres años no pueda cumplir mi vocación”

Esto supone una fuente de estrés no sólo para los que se van a presentar a una oposición, sino también para los universitarios.

Valeria es estudiante de filología inglesa y su vocación es la enseñanza. Aunque está en tercero de carrera, tenía claro que al acabar quiere hacer un máster y convertirse en profesora de educación secundaria. Ahora su futuro es incierto. "Me metí a filología sabiendo que la principal salida es la enseñanza, pero viendo el panorama me da miedo que recorten en educación y que en dos o tres años no pueda cumplir mi vocación… ¿Qué voy a hacer si no puedo ser profesora?".

No es necesario entrar en el terreno de las oposiciones, ya que se espera que la crisis afecte a toda la economía y a la mayoría de los sectores laborales. El problema es que no sabemos ni cómo, ni cuándo, ni cuánto afectará.

"Iba a empezar a trabajar en una empresa en marzo", recuerda Cintia, una joven madrileña de 25 años, "pero con todo el lío del coronavirus lo pospusieron". Ahora los que iban a ser sus jefes le han dicho que no pueden contratar a nadie y que no saben cuándo volverá la normalidad a su empresa. "Todas las empresas ahora mismo o no contestan o te dicen que no buscan a nadie, y mis amigos de otros sectores están exactamente igual", añade.

Cómo gestionar la incertidumbre

Debemos aprender de los fallos del pasado, y algo que muchas personas hicieron durante la crisis del 2008 fue estudiar grados o másteres universitarios por sus salidas laborales, y no por vocación. Esto supone un error por varios motivos.

En primer lugar, la economía es cambiante, lo que ahora está de moda el día de mañana puede resultar desfasado.

En segundo lugar, porque estudiar algo que no te gusta aumenta las probabilidades de que te agobies y acabes dejándolo, habiendo perdido varios meses o años de tu vida que podrías haber invertido estudiando algo que sí te gustaba. Da igual que sea un grado universitario, un máster o un curso. No eres mejor por ser médico, ni peor por ser panadero. Lo que de verdad determina tu valía es tu esfuerzo y no un título universitario.

También es importante controlar las expectativas. Por desgracia, ahora mismo el más preparado no es el que tiene un futuro asegurado. Hay muchos factores en juego, como la experiencia laboral, las características personales de la persona, los contactos e incluso el azar. Cuanto antes aceptemos esto, mejor gestionaremos las consecuencias de la crisis.

Lo más recomendable es dejar de lado todos esos mensajes positivos que sólo generan culpabilidad.

No es fácil salir del bucle de la precariedad, y el mantra de "si quieres algo, lo consigues" no siempre se cumple. Cuando leemos en redes sociales a un veinteañero que emprendió y que ahora es dueño de una empresa de éxito, hay una parte de la historia que no nos cuentan. Probablemente esa persona tenía un soporte económico del que ni tú ni yo disponemos.

Por último, evita anticipar cosas que no sabes a ciencia cierta. Es obvio que la crisis del coronavirus afectará a la economía y a todos sus sectores, pero hasta no saber cómo, es mejor no hacer suposiciones.