La niña que se dejó el pelo hasta los tobillos durante el confinamiento y se lo cortó al volver al colegio
Antonella Bordon se prometió cortarse el pelo el día que volviera al colegio
La serie de fotografías 'La Promesa' narra la experiencia de la niña durante el confinamiento
Su cabello será donado para convertirse en una peluca para pacientes con cáncer
Durante la mayor parte de su infancia, Antonella Bordon lució una larga melena negra que le llegaba hasta las pantorrillas, pero cuando su colegio se vio obligado a permanecer cerrado debido a la pandemia de coronavirus, dejándola atrapada dentro de su casa cerca de Buenos Aires, la niña de 12 años se hizo una promesa: se dejaría crecer el pelo hasta el día en que volviera a reunirse con sus amigos en el aula.
Irina Werning comenzó a fotografiar el cabello largo de Antonella hace tres años y continuó documentándola después de que el covid llegó a Argentina. Durante este tiempo, la serie de Werning, 'La Promesa', se centró no solo en el pelo en sí, sino que contó la historia de la experiencia de una niña limitada por uno de los encierros gubernamentales más largos del mundo y aislada de sus amigos, según informa 'The Guardian'.
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"La mostré haciendo clases de Zoom. Le disparé en momentos en los que estaba muy ansiosa por su futuro, la fotografié ayudando en la tienda. La fotografié en situaciones muy limitadas porque no veía a sus amigos ni hacía nada; pero su cabello era el protagonista de todo", contó Werning.
Al final, Antonella estuvo 260 días sin ir al colegio, pero tuvo suerte en el sentido de que vivía en un hogar donde la educación era una prioridad: su madre siempre tenía su teléfono disponible para que pudiera estudiar. Durante el encierro, sus padres perdieron su trabajo y, en cambio, ahora han abierto una tienda en su pequeña casa familiar.
Cuando la escuela de Antonella reabrió por completo en septiembre, cumplió con su promesa y se cortó el pelo, que ya le llegaba hasta los tobillos. Ahora está esperando ser donado para convertirlo en una peluca para pacientes con cáncer. "La verdad es”, dice Bordon, “no estaba triste cuando lo corté, estaba feliz. Me he convertido en una persona diferente".