"No sé si tengo depresión": acudir a un profesional e informarse sobre la enfermedad es clave

  • ¿Sientes una tristeza generalizada? ¿No tienes ganas de hacer nada? ¿Te cuesta encontrar motivos para salir de la cama? Estos son algunos de los rasgos que describen a una persona con depresión

  • Todavía hay mucho que investigar sobre la depresión, pero se sabe que está relacionada con la infancia

Con más de 300 millones de enfermos en todo el mundo, la depresión es la principal causa de discapacidad a nivel global, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero la enfermedad tiene tratamiento y se puede paliar, con esfuerzo y ayuda profesional.

Si crees que puedes tener depresión, debes pedir ayuda profesional. Es importante no caer en el bucle de páginas médicas, test en línea y blogs con testimonios de personas enfermas, porque nos acercan peligrosamente a la autosugestión. Solo los psiquiatras y psicólogos tienen los mecanismos y tratamientos para reconocer y tratar la enfermedad.

¿Qué es la depresión?

Aunque se usen como sinónimos, tristeza y depresión no son lo mismo. La primera es un estado de ánimo, mientras que la segunda es una enfermedad caracterizada por una tristeza permanente que supera el grado habitual, se extiende en el tiempo y evita que la persona se desarrolle en su entorno fácilmente.

Uno de los síntomas que se manifiestan con más fuerza es la desgana, tal y como explica el psicólogo Andrés Quinteros, con más de tres décadas de experiencia: "La depresión nos obliga a dejar de hacer cosas que antes nos resultaban placenteras", explica.

Sin embargo, la enfermedad no siempre "se nota". En muchas ocasiones, la depresión se presenta de manera leve: "A veces la persona siente desgana, aunque siga haciendo cosas. Se siente cansado y se aísla, y poco a poco la situación deviene en una depresión más profunda", añade el psicólogo.

La depresión es una enfermedad larga y dura, y para superarla conviene recurrir a gente de confianza, pareja, familia y amigos. Una ayuda que las personas depresivas, aisladas por su enfermedad, seguramente no pidan, por lo que dependen de la gente a su alrededor: que ellos se percaten, estén alerta y ofrezcan su ayuda.

La depresión, un enemigo común

Cuando Pablo tenía 21 años, se enamoró de una chica, con quien vivió una relación intensa, tierna y con planes de futuro. Ella tenía depresión, lo que en su día a día se manifestaba de maneras muy distintas: detalles que en ocasiones podrían pasar por anecdóticos, como una melancolía inexplicable y repentina, dificultad para concentrarse o baja autoestima. No siempre hay llanto ni pensamientos suicidas, explica el chico.

De esa relación, Pablo aprendió a ser muy cuidadoso con su pareja: "Es importante ser paciente y cuidar sus inseguridades, ayudarle a trabajarlas. Si estás viviendo con ella, debes andar detrás de tu pareja, y a la vez no invadir su espacio", reconoce.

Un trabajo que, pese a la buena voluntad, cae en saco roto si no se sabe nada sobre la depresión. Familia, pareja y amigos deben leer y formarse en la enfermedad para saber cómo actuar: estar en contacto con terapeutas, conocer el tratamiento y ayudarse los unos a los otros.

"Por supuesto, esta situación es un desgaste y hay que prepararse emocionalmente para ella, para poder ayudar a la persona a la que quieres y a la que te adaptas", añade Pablo. "Conozco gente que, después de pasar esto con sus parejas, acaba yendo a terapia, y tampoco hay que avergonzarse. En el fondo, la depresión es un enemigo común".

Una enfermedad que no filtra

Sobre la depresión aún queda mucho por descubrir, aunque se sabe que hay detonantes tanto endógenos como situacionales. El psicólogo Andrés Quinteros remarca que existe una correlación entre la depresión y los problemas surgidos en la infancia o adolescencia: la enfermedad, añade, está muy relacionada con la negligencia, el abandono y la falta de contacto afectivo en la infancia.

La mayoría de los jóvenes que acuden a su consulta y son diagnosticados con depresión, explica Quinteros, han tenido problemas con sus relaciones de pareja, los estudios o con la pérdida de un ser querido. "La mayor parte de los jóvenes que vienen y, en realidad, de nuestros pacientes, son mujeres", añade.

Y eso, ¿por qué ocurre? Según el psicólogo, uno de los motivos es, precisamente, que los hombres "no están educados para pedir ayuda", por lo que no piensan siquiera en ir a terapia. "La cultura condiciona el malestar psicológico", resume Quinteros, y añade que, precisamente por ello, todos somos potenciales objetivos de la depresión.

"Se ve en épocas de crisis económica. Cuando llega una repuntan los casos, y es normal", explica el director del centro psicológico Cepsim. No hay que avergonzarse, sino poner el caso en manos de profesionales.

Pide cita a tu médico

Si crees que puedes sufrir depresión, el primer paso es pedir cita con tu médico de atención primaria. El doctor o la doctora escucharán los síntomas y, si lo consideran, te derivarán al psiquiatra, que tomará las decisiones entorno al tratamiento, que puede ser farmacológico, psicológico o combinado.