Plan de pensiones para jóvenes: diferencias entre empezar a ahorrar a los 20, 30 o 40 años
Un 63% de los jóvenes confían en acumular recursos suficientes para una jubilación tranquila
Qué hacer si has cotizado toda tu vida y la pensión que te ofrecen es muy baja
Afrontar el futuro con resiliencia financiera implica comprender que la jubilación no es cuestión de personas mayores, sino de tiempo, constancia y planificación. En España, las generaciones más joven lideran en optimismo, y un 63% de ellos confían en acumular recursos suficientes para una jubilación tranquila, frente al 50% de los Millennials con la misma opinión, y unas cifras todavía más moderadas entre los Boomers y la Generación X.
En el plano institucional, los retos son mayúsculos. España ocupa el puesto 44 de 47 países en sostenibilidad financiera del sistema público de pensiones, según el Índice Global de Pensiones 2023 de Mercer. Un contexto que refuerza la urgencia de planificar la jubilación desde joven.
Empezar a los 20 años: el poder del interés compuesto
Abrir un plan de pensiones en la veintena significa contar con decenios para acumular efectos positivos del interés compuesto. Además, se puede sacar provecho de la posibilidad de desgravar con ello cada año, con un límite de 1.500€ al año de deducción, lo que supone un ahorro fiscal anual de 705€. Sin embargo, para un joven en los primeros tramos del IRPF, este ahorro puede representar una mejora significativa en liquidez neta, como ilustra el caso en Caixabank: una persona de 40 años con ingresos brutos de 30.000€, aportando 500 €, obtendría un ahorro fiscal estimado de 150€.
Empezar a los 30 años: compensar con mayores aportaciones
Iniciar el ahorro en torno a los treinta implica contar con algo menos de tiempo, pero generalmente también tener una mayor capacidad económica, lo que permite aumentar las aportaciones y seguir beneficiándose de las ventajas del diferimiento fiscal. Este tipo de plan, con impuestos diferidos, permite destinar parte de los ingresos a ahorro sin tributar inmediatamente, acumulando inversión y retornos también durante varias décadas.
Empezar a los 40 años: recuperar el terreno perdido con estrategia
Aportar después de los 40 puede ser urgente para quienes comienzan tarde, pero también más complejo: el límite fiscal anual sigue siendo el mismo, de modo que compensar el tiempo perdido exige aportaciones mayores o complementación con otros instrumentos de ahorro (fondos, planes de empleo, etc.). Además, la reforma fiscal reciente mermó sustancialmente los beneficios de este instrumento, lo que debe tenerse muy presente a la hora de diseñar una estrategia.
Los planes de pensiones siguen ofreciendo tres beneficios fundamentales: 1) desgravación fiscal en la base imponible del IRPF, 2) diferimiento de la tributación al cobrar, y 3) posibilidad de seleccionar perfiles de inversión adecuados según la edad.
Pero existen riesgos: en el caso de beneficiarios de subsidios (como parados), rescatar el plan podría significar superar ciertos umbrales de renta y perder la ayuda, pues el rescate se considera renta del trabajo .
En definitiva, cuanto más tarde se empieza, más cuesta alcanzar un colchón de jubilación significativo vía planes de pensiones. Pero el instrumento conserva su utilidad en cualquier etapa si se ajusta con coherencia según el tiempo, capacidad contributiva y horizonte de ahorro. Empezar a ahorrar a los 20 no solo es prudente: es estratégico.