Más de 800.000 euros en 72 horas: Las noches de furia en Cataluña salen caras

  • Alerta en el sector empresarial catalán ante la inestabilidad y la inseguridad en Cataluña: "Que no nos fastidien más"

  • Hoteleros, transportistas, empresarios están indignados: "Torra insulta a los españoles, sus clientes"

  • "Las empresas catalanas van a tener una muerte lenta, el sector hotelero tiene un 30% menos de reservas"

Los empresarios catalanes dan la voz de alarma ante los actos vandálicos que durante tres días se han producido en Barcelona y otros puntos de Cataluña y sus efectos colaterales para la economía catalana. "La peor amenaza para el sector es la percepción de inseguridad", "la imagen de Barcelona es una marca y hay que cuidar su labor", "no se puede asustar al turismo" son las quejas que transmiten ya a las claras los líderes económicos catalanes, cansados de un procés que no solo ha paralizado la gestión política en Cataluña sino que golpea sus arcas y su imagen.

Ya se sabe que los empresarios adoran una palabra: estabilidad. No parece que esta sea la realidad en Cataluña hoy, donde el Parlament pide a Torra que se marche porque "no hay nadie al volante", mientras él insiste, ajeno a la realidad, en el sueño de una Cataluña independiente que vota el derecho de autodeterminación. El Parlamento ha sido hoy la imagen de la fractura, también entre independentistas, que ven en Torra ya un peligro.

Los Congresos que la capital catalana tiene contratados pueden saltar por los aires si se relaciona Barcelona con la imagen de violencia como ha ocurrido en Hong Kong o con la sensación de que Cataluña vive instalada en una protesta permanente tipo chalecos amarillos en Francia. Los disturbios en Barcelona de la noche del miércoles dejaron 400 contenedores quemados en el centro de la ciudad. Solo eso representa un coste de medio millón de euros. Lo ha detallado la alcaldesa, Ada Colau, que ha confirmado 160 servicios relacionados con los altercados en las protestas contra la sentencia del 1-O.

Los costes de los destrozos de la noche de furia y de fuego del martes costaron ya alrededor de 320.000 euros, según el propio Ayuntamiento de Barcelona, por lo que la suma supera ya los 800.000 y eso solo en destrozos. Es un suma y sigue. La imagen de un hombre con su hijo en brazos huyendo de las llamas o la de ese turista gritando "¿Yo estoy en España o en otro país?" son dinamita para la salud económica.

Ante este panorama la Asociación Empresaris de Catalunya ha pedido al Gobierno que restaure la seguridad en Cataluña y ha alertado de que puede haber "un punto de no retorno" si la situación continúa al mismo nivel. "Que lo haga como vea oportuno, pero que actúe porque cuando la calle está revuelta y hay cierto descontrol puede pasar cualquier cosa y eso no lo podemos aceptar. No se puede pensar que como son unos días va a ser un mal menor, así que esto se tiene que parar cuanto antes", ha insistido el presidente de Empresaris de Catalunya, Carlos Rivadulla, en un encuentro informativo con la Asociación de Corresponsales de Prensa Extranjera. Sánchez y Marlaska, por ahora, piden serenidad y calma, pero la indignación crece. Como ejemplo sirve la imagen de ese camionero indignado ante un Mosso al ver que con las calles cortadas, cortesía ahora de miles de estudiantes que juegan a Mayo del 68. "El día hoy no me lo pagan, ¿me lo vas a pagar tú? Pero la revolución de las sonrisas y los selfies de las mañanas, y la de los disturbios por la noche, no piensan en la economía. Hasta Seat para la planta de Martorell por la seguridad de los trabajadores. Un drama.

Más de 7.000 empresas han abandonado Cataluña desde 2012

No extraña que el presidente de Empresaris de Catalunya diga, hastiado ya, que los actos violentos de esta semana son sólo parte del resultado del independentismo que lleva "por lo menos siete años" afectando al sector empresarial de Cataluña que, según ha apuntado, ha perdido inversión, tanto nacional como extranjera. "Desde el 2017 se han fugado más de 5.400 empresas de Cataluña, pero si contamos desde 2012 son más de 7.000 empresas las que se han ido. Además la cifra sigue en negativo si contamos las empresas que se van y las que entran en Cataluña porque ya hay más fugas que inversiones", ha señalado Rivadulla que ha puesto como ejemplo el sector hotelero que ha calculado una disminución del 30% en las reservas en Cataluña en comparación con el mismo mes del año anterior.

"Torra insulta a los españoles, sus clientes"

Todo ello, ha indicado Rivadulla, crea una situación de "desconfianza" en los empresarios que se tiene que resolver a través de la política porque la "inestabilidad" de ésta en Cataluña es la que ha generado también la crisis empresarial. "Estamos intentando vender a España y es como si el jefe de tu empresa, que aquí sería Torra, está insultando a los clientes, que en este caso es España, entonces es una situación en la que gritamos que nos dejen en paz y nos dejen trabajar", ha manifestado. Y su opinión coincide con la del mundo empresarial catalán.

El empresariado pide actuar ya

El presidente de Empresaris de Catalunya ha ido más allá y ha recordado que en 2017 la crisis empresarial en Cataluña "se paró" cuando se aplicó el artículo 155, que restauró la normalidad y "la gente respiró aliviada". Aún así, ha reconocido que muchas empresas seguían traspasando sus sedes por la desconfianza creada y que actualmente ha regresado con "más fuerza" en el sector al ver las reacciones de la sentencia del Tribunal Supremo. "El inversor y el empresario catalán no tienen por qué soportar una inestabilidad económica en Cataluña que se ha generado de una manera tan irresponsable. La Generalitat no hace más que fastidiar a los empresarios". Duro, muy duro.

"Las empresas van a tener una muerte lenta"

Rivadulla ha advertido que si se permite que continúe esta situación económica, empresarial, social y política en Cataluña, las empresas van a tener "una muerte lenta", es decir, un "descenso paulatino" de su actividad que acabará por "más traslados de empresas y de profesionales". "En Cataluña cada vez más ves a gente que en Madrid encuentra un lugar tranquilo y normal y se van", ha sentenciado. Por todo ello, Rivadulla ha asegurado que los empresarios catalanes "no van a tragar más" ni a consentir que el Govern de Torra acabe con el sector que está "cansado" y ahora va a "alzar la voz para protestar". Una reivindicación que desde la asociación esperan que apoye el Gobierno central, "sea del partido que sea" después de las elecciones generales del 10 de noviembre, y que actúe de manera "contundente" porque "ya no se puede hacer más cesiones, ni más servicios ni favores".

Los transportistas recomiendan adelantar envíos

Los transportistas de mercancías por carretera también están en pie de guerra y han recomendado a las empresas adelantar sus envíos "en la medida de lo posible" y buscar alternativas de recorrido ante la probabilidad de que encuentren dificultades para acceder a los centros de carga y descarga por la huelga general convocada para este viernes en Cataluña por los sindicatos Intersindical-CSC y la Intersindical Alternativa de Catalunya (IAC). Otra fiesta de la democracia que va a costar cara.

La Confederación Española de Transporte de Mercancías (CETM) también aconseja evitar el tránsito por el centro de la ciudad de Barcelona ante la manifestación que estos sindicatos también han programado para el viernes. Esta patronal de transportistas asegura haber solicitado al Gobierno y a la Generalitat garantizar el tránsito de mercancías y personas. "Pero ante la inacción del Ejecutivo, pedimos a las empresas de transporte que circulen con cautela y eviten las zonas donde puede generarse mayor tensión".

La Asociación de Apartamentos Turísticos de Barcelona (Apartur) ha lamentado “la situación de caos y crispación” que está viviendo la capital catalana y ha alertado de que las protestas en la calle tienen “un impacto muy negativo” en la imagen internacional de la ciudad y, con ello, en su actividad socioeconómica.

La revolución de las sonrisas, que ya no está, costará cara y la factura la pagarán los ciudadanos catalanes. Que nadie lo dude.