Cuáles son las principales diferencias entre un interés simple y uno compuesto

  • Si estás pensando en contratar cualquier producto financiero con intereses, toma nota de las diferencias entre interés simple y compuesto

Hipotecas, préstamos personales, planes de pensiones... Existen muchos y muy variados productos financieros vinculados a diferentes tipos de interés como condición básica del contrato, determinantes de las cantidades de dinero que se manejarán en la relación contractual, tanto a favor de una parte como de la otra. Por eso es muy importante conocer cómo funcionan los intereses en este tipo de productos y, especialmente, cuáles son las diferencias entre interés simple y compuestoEste dato puede marcar (y mucho) la diferencia para el consumidor e incluso hacerle entre en una espiral de endeudamiento, como ocurre con las tarjetas revolving que la justicia sigue anulando.

Diferencias entre interés simple y compuesto

No es lo mismo un interés fijo que un interés variable o que un interés mixto. Tampoco es lo mismo un tipo de interés compuesto que un tipo de interés simple. En el caso del tipo de interés compuesto, se trata de una tipología de interés bastante más complicada que puede desencadenar más de un susto como consumidor (sobre todo si es a ti a quien se le presta dinero a cambio de este interés), aunque también puede ayudarte a ganar más dinero si contratas un producto de ahorro e inversión.

Empecemos por lo más básico: tal y como recuerda BBVA, el tipo o tasa de interés es un porcentaje que se aplica como concepto de pago por el dinero durante un tiempo determinado. O lo que es lo mismo, se trata del "el precio del dinero".

Además, los intereses pueden ser de distintos tipos en función de su funcionamiento. El interés simple es el más sencillo que podamos imaginar: es la tasa aplicada sobre un capital origen que permanece constante en el tiempo. Sin embargo, en el caso del interés compuesto, nos encontramos con un interés que se va sumando al capital inicial y sobre el que se van generando nuevos intereses. Así, el dinero tendría en este caso un efecto multiplicador, porque los intereses producen nuevos intereses. Y ello puede beneficiarte mucho... o perjudicarte mucho. Su aplicación hace que todo se vuelva más ‘exponencial’.

Desde la propia entidad aseguran que desconocer este parámetro (entre otros) "es la primera piedra para tomar decisiones equivocadas, para no comprender el asesoramiento que puedan prestarle profesionales, ni el consejo de personas en las que se confía".

Para comprenderlo mejor, en el caso del interés compuesto, el capital inicial va creciendo en cada periodo porque se van sumando los intereses, o lo que es lo mismo, la tasa de interés se aplica sobre un capital que va cambiando y los intereses aumentan en cada periodo. Calcularlo puede resultar más fácil de comprender a través de un ejemplo:

Si tenemos 100 euros en una cuenta bancaria y a esa suma se le aplica un interés del 10 por ciento anual al cabo de un año se ingresarán en esa cuenta 10 euros en intereses. Al año siguiente, los intereses generados aumentarán, ya que se aplicarán a una suma de 110 euros. Por tanto, los intereses generados serán esta vez de 11 euros.

Es importante realizar este tipo de cálculos para conocer las consecuencias reales de un contrato. “Aplicando esta fórmula, se puede prever con qué capital se va a contar al final de cada periodo, lo que resulta estimulante cuando se está ahorrando y es una ayuda para planificar las finanzas de cara al siguiente año”, asegura la entidad. Este tipo de interés, sumado a un periodo amplio, puede maximizar nuestros rendimientos en una inversión, pero hay que tener cuidado, porque también puede incrementar las comisiones de una deuda.