Resulta tristemente paradójico, pero lo cierto es que dada la situación actual del empleo en España, pese a que numerosos jóvenes están muy preparados, les cuesta un mundo entrar al mercado laboral.
Por esta circunstancia, acaban aceptando empleos precarios y temporales que de ningún modo les permite independizarse. El dato a este respecto es revelador: seis de cada diez mayores de 25 años siguen en casa de sus padres; una cifra que supera con creces a la de los peores años de la crisis.
Esta dramática situación dada por las dificultades para conseguir un empleo estable y cualificado ha disparado, de hecho, la tasa de pobreza juvenil. Dos millones de jóvenes tienen dificultades para acceder a un empleo o a una vivienda y 600.000 se ven privados de bienes tan básicos como vestir y comer.
En este contexto, la mayoría ha de recurrir al colchón familiar para poder llegar a fin de mes.
Las tasas de temporalidad rondan el 57%, y dicho colchón es la única salida para estos jóvenes abocados a vivir en una adolescencia eterna.
Esas son las conclusiones que se deducen del Informe sobre Pobreza Juvenil en España presentado por el Consejo de la Juventud de España, que recoge datos recopilados en el intervalo entre 2016 y 2017.
Elaborado por la consultoría InPactos, de éste se desprende que el 29,6% de los jóvenes se encontraba en una situación de pobreza relativa en 2016, siete puntos por encima que la población total, y que el 9,5% se encontraba en pobreza severa. Más allá, un 37,6% de los jóvenes se encontraba en riesgo de exclusión social en ese año.
“Es una alarma social que debe abordarse con medidas urgentes que modifiquen la estructura económica de la sociedad”, sostiene el presidente del Consejo de la Juventud, Manuel Ramos.
Al mismo tiempo, los autores del estudio señalan efectivamente al “modelo laboral de precariedad” de España como causa principal de esta situación, haciendo énfasis en que la tasa de paro entre los jóvenes se situaba ya entonces 12 puntos por encima de la población total con un 29,4%.
Las “limitaciones en el poder adquisitivo de las personas jóvenes”, sostienen los responsables del estudio, se reflejan también en los datos relacionados con la vivienda. El porcentaje de jóvenes con una vivienda en propiedad ha caído desde 2007 en casi un 30%: apenas un tercio de jóvenes tiene una vivienda propia frente a casi un 80% de la población.
Así mismo, las viviendas de los jóvenes que sí las poseen suelen presentar “peores condiciones de habitabilidad” y “se perciben problemas significativos de los dueños para afrontar los pagos con la vivienda principal”.
Los datos, subrayan, “evidencian un descuelgue social marcado por la precariedad, la pobreza, la falta de emancipación, falta de condiciones materiales, y la emigración”, factores, recalcan, “asociados a una lógica de exclusión y no de inclusión”.
Por todos estos motivos, el Consejo de la Juventud de España ha reclamado al Congreso de los Diputados que constituya una Comisión de Juventud desteñida en atajar todos estos problemas que lastran y merman la sociedad del presente y del futuro.