Salvar comida desde el móvil para proteger el planeta

  • Mette Lykke, fundadora de Endomondo, dirige una compañía para luchar contra el desperdicio de alimentos

  • Too Good To Go, la empresa para vender el excedente de comida de tiendas y supermercados, acaba de ser valorada como la mejor aplicación del año

  • Un tercio de la comida que se elabora en el mundo acaba en la basura

Un grupo de amigos está cenando en un bufet libre en una hora cercana al cierre. Pagan y mientras se despiden en la calle observan incrédulos como toda la comida que quedaba en las bandejas va directamente a la basura. Es justo en ese momento cuando deciden buscar una solución a un ingente problema: el desperdicio de alimentos, que provoca que cada segundo se tiren 50 toneladas de comida en el mundo.

La forma de hacerlo llegó de la mano de la tecnología, que permitió crear una aplicación para los establecimientos con excedentes de productos alimentarios. Se llama Too Good to Go (demasiado bueno para dejarlo ir). Todo esto sucedió en Dinamarca en 2016, tres años después tienen más de 14 millones de usuarios en toda Europa y acaban de recibir en España el premio a la mejor App del año.

Dar salida al excedente de comida

El funcionamiento de la aplicación es sencillo. Los establecimientos vinculados -restaurantes, tiendas, supermercados- calculan la comida que les suele quedar sin vender y la ofrecen en 'packs sorpresa' al final del día o del servicio. “Es sorpresa porque en ellos se pondrá lo que haya sobrado cada jornada y eso no puede conocerse con antelación”, explica Oriol Reull, director de la empresa en España.

Los usuarios de la aplicación pueden acceder a esos productos a un tercio de su valor. Así garantizan que los establecimientos solo están recuperando el coste invertido y no lucrándose con una app que pretende luchar contra el desperdicio. Too Good to Go se queda con una comisión sobre el precio del pack y ofrece a los establecimientos donar parte del dinero a bancos de alimentos o a Acción contra el Hambre.

En el año que llevan en España (donde se tiran 7,7 millones de toneladas de comida anualmente) han logrado más de 700.000 usuarios. Más mujeres que hombres, de entre 25 y 40 años, que recogen los packs cerca de su casa o cerca del trabajo (nada de pedir que te lo envíen). Cada paquete tiene un valor aproximado de entre 10 y 15 euros, y se adquieren por 3 o 5 euros. “Se salvan -de acabar en la basura- cerca del 90% de los que se ofrecen. Y no es solo por una cuestión económica, porque ya existen muchas formas de comer barato. Quienes nos utilizan tienen otros alicientes como un importante nivel de conciencia ecológica o el deseo de probar cosas nuevas”, señala Reull.

Desde su nacimiento han logrado "salvar", en los 13 países europeos en los que están presentes, más de 23 millones de paquetes de comida. Aseguran que equivale a dejar de lanzar casi 59.000 toneladas de CO2 a la atmósfera, porque según Panel Intergubernamental del Cambio Climático toda la comida que termina en la basura en el mundo es responsable de hasta el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

De croisants a niguiris

En España la aplicación ofrece alimentos de panaderías, fruterías, otras tiendas y numerosos tipos de restaurantes. Los más exitosos, dice, son los de sushi, pero también se pueden encontrar pizzas, a pesar de que este producto se cocina por encargo y no parece lógico pensar que pueda haber un excedente.

“Hay tal boom con la comida para llevar que se producen muchos problemas de órdenes incorrectas. Una de las pizzerías con las que trabajamos puede tener hasta 15 o 20 pizzas erróneas al día. Pizzas perfectas que el cliente no acepta porque no llevan exactamente los ingredientes que quería. Se guardan y cuando acaba el turno las venden y te dan las instrucciones para calentarlas”.

A diferencia de lo que ocurre en nuestro país, en mercados más maduros de Europa el mayor número de establecimientos lo conforman los supermercados, que han encontrado en Too Good To Go una forma más de luchar contra el desperdicio diario de comida.

De Endomondo a salvar el planeta

La jefa de esta compañía es Mette Lykke, exitosa emprendedora y fundadora también de la aplicación de fitness y actividad, Endomondo, que vendió por 85 millones de dólares a Under Armour en 2015. Poco después decidió invertir en Too Good To Go cuando fue consciente, dice, de la magnitud del problema que supone el desperdicio de alimentos.

Y es que una tercera parte de toda la comida que se elabora en el mundo acaba en el mismo sitio que aquellas bandejas del restaurante danés, en la basura. “Nunca lo había pensado como un problema ambiental, y me sorprendió el impacto que está teniendo en nuestro planeta. El concepto aborda un problema muy grave de una manera simple, y eso nos deja a todos, usuarios, clientes y al planeta, como ganadores”, dice Lykke.

La misma mujer que partió de la idea de crear una comunidad para hacer deporte de forma entretenida, recupera ahora esa figura para luchar contra el desperdicio de alimentos. Defiende que la misión de su compañía es inspirar a las personas, las empresas, los hogares, los educadores y los políticos para impulsar un cambio real. “Se necesita un cambio de mentalidad. Cuando ves que las personas hablan sobre esto, intercambian consejos y trucos, y se inspiran mutuamente, es un sentimiento muy poderoso", explica.

Mette Lykke, de 37 años, casada y con dos hijas, lamenta la mentalidad que acepta el desperdicio de alimentos sin ver el efecto que tiene en el planeta. “Todos somos muy conscientes de la importancia del medio ambiente, pero solo unos pocos ven la conexión entre el desperdicio de comida y el cambio climático, de la misma manera que ocurre con el plástico. Tirar comida al contenedor no se percibe como el comportamiento destructivo que es en realidad”.

Confiesa que sus packs sorpresa favoritos son los de pan (el alimento más desperdiciado en el mundo) y que su sueño personal es volver a inculcar el respeto básico por la comida, que se perdió, dice, en algún momento en el que empezó a ser considerada un recurso infinito que utilizamos y desechamos a nuestra voluntad.

Quizá a quienes haya que empezar a concienciar es las generaciones más jóvenes, porque según un estudio de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC) son los millennials, los que más desperdician. Casi el 12% de los que tienen entre 25 y 34 años reconocen que tiran comida a la basura con frecuencia. Pero Mette Lykke cree que hay que moverse rápido. “Las generaciones más jóvenes parecen tener menos respeto por la comida, a pesar de ser más conscientes de los problemas del clima que nunca. Una vez que hagamos esta conexión crucial, el cambio se disparará”.