Estudios aseguran que caminar durante horas y días tiene efectos profundos sobre el cerebro

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Caminar tiene numerosos beneficios para la salud cerebral. Freepik
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MadridCada día nos enfrentamos a constantes notificaciones, agendas demasiado apretadas, plazos imposibles y un ruido de fondo que rara vez para. El estrés se ha instalado en nuestras vidas como si fuera algo completamente normal. Con este ritmo de vida, muchas veces nos olvidamos de hacer algo muy básico, pero muy beneficioso para nuestro cuerpo: caminar.

Un breve paseo tiene un poder transformador que muchos no conocían. No hace falta correr una maratón ni tener la equipación más sofisticada para poder experimentar los beneficios que tiene caminar. Cuando caminamos, el cerebro se oxigena, el corazón se regula, el estado de ánimo mejora y, poco a poco, ese ruido mental que nos acompaña diariamente, se va silenciando. Este ejercicio tan sencillo es muy beneficioso para el cerebro. De ahí, que algunas de las mejores ideas surjan paseando y que muchas personas consigan encontrar claridad emocional después de una caminata.

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Cómo ayuda caminar a la salud cerebral

Caminar estimula la creación de nuevas neuronas

Durante mucho tiempo se pensó que el cerebro adulto no podía generar nuevas neuronas. Sin embargo, gracias a las investigaciones más recientes, se ha demostrado lo contrario. Según el neurocientífico Diego Redolar, caminar durante treinta minutos diarios fomenta la formación de nuevas neuronas en el hipocampo, una región fundamental para la memoria.

Esta estimulación neuronal no solo mejora la capacidad de recordar y aprender cosas nuevas, sino que también fortalece el sistema emocional, ya que el hipocampo se ve afectado en casos de estrés crónico y depresión. En otras palabras, cuando se camina, no solo se activa el cuerpo, también se renuevan nuestras conexiones mentales.

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Mejora la memoria y la función cognitiva general

Distintos estudios han demostrado que las personas que caminan de manera habitual, aunque sean distancias moderadas como 10 kilómetros semanales, tienen un mayor volumen de materia gris en zonas cerebrales relacionadas con la memoria y la capacidad ejecutiva.

Un estudio publicado en la revista Neurology concluyó que, en personas mayores, caminar ayudaba a preservar la memoria a largo plazo y a que se ralentizara el deterioro cognitivo propio del envejecimiento. Esto se debe, entre otras razones, a que caminar aumenta el flujo sanguíneo en el cerebro, lo que mejora la oxigenación y el suministro de nutrientes necesarios para que las neuronas funcionen de manera correcta. A largo plazo, se puede tener una mente más clara y más rápida.

Protege frente a enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer

Uno de los descubrimientos más relevantes de la última década es que caminar habitualmente puede reducir de manera significativa el riesgo de padecer enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson. Esto se debe a que la actividad física moderada como puede ser caminar, ayuda a conservar la materia gris y el volumen cerebral, elementos que se ven reducidos a causa de estas enfermedades.

En personas con antecedentes familiares o predisposición genética, este tipo de actividad física puede marcar una diferencia muy significativa en el mantenimiento de las funciones cerebrales durante más años.

Reduce el estrés y mejorar el estado de ánimo

Caminar también tiene un impacto muy positivo en nuestro sistema emocional. Distintas investigaciones han demostrado que durante un paseo, el cuerpo reduce la producción de cortisol, la hormona que se asocia con el estrés, y al mismo tiempo aumenta la liberación de endorfinas, dopamina y serotonina, sustancias que generan bienestar, sensación de calma y placer.

En épocas de tensión o agotamiento mental, salir a dar un paseo puede cambiar radicalmente el estado de ánimo. Caminar también permite entrar en un estado meditativo ligero, donde el cuerpo se mueve de forma automática y la mente puede relajarse.

Favorece la creatividad y la resolución de problemas

Uno de los efectos más interesantes de caminar es su impacto en la creatividad. Un estudio realizado por la Universidad de Stanford reveló que los participantes que caminaban, conseguían incrementar su capacidad de pensamiento creativo hasta un 60% en comparación con quienes estaban sentados. Caminar consigue que la mente divague, que las ideas puedan fluir sin forzar y que surjan conexiones nuevas entre conceptos que a priori pueden parecer alejados.

Caminar en la naturaleza tiene más beneficios

Si caminar ya de por sí tiene efectos positivos sobre el cerebro, hacerlo en entornos naturales hace que estos efectos se multipliquen. Caminar por un bosque, la playa o un parque con vegetación abundante reduce los niveles de ansiedad, mejora el estado de ánimo, disminuye la fatiga mental y favorece una desconexión real del ruido constante de la vida moderna. Los espacios naturales actúan como un bálsamo neurológico, debido a que activan patrones cerebrales diferentes a los que se generan cuando se está en contextos urbanos repletos de estímulos.

Cuando se camina entre árboles o junto al mar, el cerebro puede relajarse y entrar en un estado de atención más suave. Este estado da descanso a las áreas cerebrales encargadas de la concentración y el esfuerzo cognitivo constante. De hecho, en los últimos años, varios estudios han explorado cómo el senderismo puede mejorar no solo la salud física, sino también la neuroplasticidad del cerebro.