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Alejandro Rodrigo, experto en adolescentes: "Que tu hijo prohíba sistemáticamente la entrada a su habitación es una señal de alarma"

Alejandro Rodrigo, experto en adolescentes.. Plataforma Editorial
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Casi sin darnos cuenta, nuestro hijo se ha convertido en un desconocido con quien no hay manera de conectar. Hemos pasado del cariño a la distancia y de ésta a la tensión o incluso a la agresividad. Dejamos de compartir las anécdotas de nuestro niño porque preferimos ocultar que sus travesuras ya no son simpáticas, sino preocupantes. Aquel pequeño que buscaba nuestros abrazos ahora rechaza nuestra sola presencia. ¿Te suena? ¿Te sientes identificado? Si es así, quizás te interese esta entrevista con uno de los expertos en conflictos con adolescentes más conocidos de España.

Alejandro Rodrigo se dedica a la intervención social y educativa con menores en riesgo de exclusión social, atendiendo a jóvenes sujetos a medidas judiciales. Ha sido durante más de diez años técnico de libertad vigilada en Madrid, especializado en casos de maltrato intrafamiliar ascendente. Con el paso del tiempo, y ante el impulso de aprender, crecer y atender a familias desde distintos ámbitos y perspectivas, decidió fundar Gabinete Concordia, consultoría de centros educativos que también se dedica a la orientación y atención familiar. Su primer libro fue 'Cómo prevenir conflictos con adolescentes' (Plataforma Editorial, 2021) y el segundo, 'Adolescencias reales desde dentro' (Plataforma Editorial, 2023).

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Pregunta: ¿Por qué es tan importante en los conflictos saber en qué momento emocional se encuentran los padres? 

Respuesta: A estas alturas ya es sabido por todas las familias que la educación emocional es un pilar básico a la hora de educar a nuestros hijos. Esto puede parecer muy obvio cuando lo leemos o lo escuchamos, pero una cosa es tener las cosas claras de manera técnica y otra muy distinta es poder llevarlas a la práctica. Cuando se traspasa la línea roja en las relaciones con nuestros hijos y los conflictos hacen su aparición es costumbre centrarse en lo que les pasa a nuestros hijos, poner la mirada en ellos, pero la realidad es que esa primera mirada debería estar siempre dirigida hacia nosotros mismos. Solo de esa manera podremos dar el primer paso para resolver estos conflictos. Quedan muchísimos pasos por delante, pero el primero suele estar bien definido en este, es decir, analizar la capacidad de identificación emocional que los padres poseen. Unos padres inestables fomentan hijos desesperados. 

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P: ¿Por qué a los adolescentes les cuesta respetar las normas? ¿Cómo deben ser esas normas para que sean asumibles para ellos?

R: La adolescencia es un momento muy concreto en la vida de todo ser humano que está caracterizado por la ruptura del niño que se fue y la construcción idealizada del adulto que se quiere ser. Y en esa construcción de carácter fantástico inicialmente, el oponerse a las normas tiene una utilidad que no es otra que la de experimentar los límites. Precisamente por ello, se debe partir de una idea central: las normas no se deben ajustar a los deseos de nuestros hijos, sino que las normas se establecen precisamente para crear un contexto de seguridad y de conciencia social a nuestros hijos. Gracias a las normas un joven está protegido de sí mismo y de los demás. Gracias a un sistema normativo claro y coherente, un adolescente es capaz de vivir en libertad. Pudiera parecer una paradoja, pero no hay nada más libre para un adolescente que ser consciente de cuáles son sus límites.  

P: ¿Está la adolescencia libre de conflicto con los padres? 

R: Más bien, podríamos decir que ninguna etapa de la vida está libre de conflictos con los padres, incluso el hijo de 50 años tiene conflictos con sus padres de 80 años. Sin embargo, la adolescencia es una etapa marcada por la efervescencia de las emociones y en el que el cambio físico se hace más palpable que nunca, lo que conlleva en ocasiones sentimientos enfrentados o confundidos. Lo complicado no es que haya conflictos sino la manera en que estos conflictos se abordan o se resuelven. Hay millones de adolescentes ahora mismo que están presentando conflictos con sus padres y que los están resolviendo de manera preciosa, en armonía y en paz. Por el contrario, hay familias que viven una auténtica pesadilla cada vez que abren la puerta de casa y se enfrentan a la furia descontrolada de sus hijos. Saber dónde nos situamos es fundamental. 

Para hacerlo más fácil siempre trabajo en el siguiente esquema: consecuencias mejor que castigos; recompensas mejor que premios, límites mejor que normas

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P: ¿Qué opinas de los castigos, las recompensas o los premios? ¿Son adecuados en la adolescencia o son recursos que a largo plazo no tienen utilidad?

R: Depende. Desde 2005 y hasta 2020 trabajé en el sistema de reforma, es decir, en el ámbito de las medidas judiciales en la Comunidad de Madrid. Fui Técnico de Libertad Vigilada especializado en exclusiva en casos de Maltrato Intrafamiliar Ascendente. Mi experiencia me dice que cuando una persona, en este caso hijos mayores de 14 años, cometen un delito o una falta la sanción, el reproche, es decir, la respuesta judicial y penal es absolutamente imprescindible en la mayoría de los casos. La cuestión no es tanto el castigo, sino la naturaleza, la proporcionalidad, la temporalidad y la coherencia del mismo. La Ley Orgánica 5/2000 establece claramente que la respuesta judicial debe estar siempre supeditada al interés reeducativo del menor. De todas maneras, para hacerlo más fácil siempre trabajo en el siguiente esquema: consecuencias mejor que castigos; recompensas mejor que premios, límites mejor que normas.  

P: ¿Es normal que los adolescentes no sean cariñosos?

R: Esta es una pregunta maravillosa porque puede crear muchos clichés que no ayudan. Planteemos cambiar la palabra “adolescentes” por la de “abuelos” y podremos entenderla mucho mejor: ¿es normal que los abuelos no sean cariñosos? Cualquiera que pensáramos en esta pregunta tendríamos una sensación extraña porque la realidad es que hay abuelos que son un amor, pura ternura, todo cariño con sus familiares y seres queridos, pero en el otro extremo tenemos abuelos que son verdaderamente duros, cascarrabias que no pasan ni una, llenos de miedo ante lo que se les viene encima. Hay adolescentes que son un amor con sus padres, verdadero gozo pasar tiempo con ellos, de verdad, existen, yo los veo. Hay adolescentes que son tremendamente desagradecidos, pero el origen pudiera ser el mismo que el de los abuelos que citábamos antes: tienen miedo a lo que se les viene encima. 

Lo llevamos diciendo los expertos desde hace muchos años ya, pero aún así seguimos viendo a niños muy pequeños en las salas de espera de pediatría enganchados a un móvil

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P: Vacaciones de verano: ¿Cómo regulamos el tiempo libre y las responsabilidades? ¿Y el de las tecnologías, qué límites es recomendable poner?

R: A pesar de tener en contra a la mayoría de los padres con esta respuesta, y que me dirán algo así como “pues ven a mi casa y a ver si lo consigues tú”, la idea central de mi trayectoria de más de 20 años atendiendo a familias en situaciones de agresividad o violencia es que cuantas menos pantallas mejor. Sí, un adolescente lo que tiene que hacer es estar en el campo, en la naturaleza, en el pueblo en vacaciones, rodeado de iguales, disfrutando del merecido descanso, aburriéndose sin tener nada que hacer, intentando encontrar un amor con el que compartir y todas esas experiencias quedan intoxicadas por las pantallas. Lo llevamos diciendo los expertos desde hace muchos años ya, pero aún así seguimos viendo a niños muy pequeños en las salas de espera de pediatría enganchados a un móvil para que no se aburran esperando. Estos niños serán nuestros adolescentes dentro de 10 años y les acusaremos de muchas cosas feas porque no quieren dejar el móvil y hablar con nosotros.  

P: ¿Por qué los adolescentes no dejan a los padres que entren en su habitación o no salen de ella en horas? 

R: Porque lo que precisamente quieren es que sus padres quieran genuinamente pasar más tiempo con ellos. No me lo invento, me lo llevan diciendo los adolescentes en despacho desde el inicio. Cuando un hijo siente que en realidad a sus padres él no les importa, entonces se hunde en su habitación y les prohíbe la entrada. Nosotros les acusamos de ser desagradecidos, pero la realidad es que se esconden porque no quieren que les veamos lo tristes que están. No se trata de lo que nosotros hagamos, sino de lo que ellos sientan. No es un normal que un adolescente prohíba sistemáticamente la entrada a su habitación, es una señal de alarma. Un grito de auxilio. 

No es normal que un adolescente prohíba sistemáticamente la entrada a su habitación, es una señal de alarma

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P: ¿Qué pasa cuando no nos gustan las compañías que tienen o la pareja?

R: Que debemos revisar si se están exponiendo a situaciones o relaciones de riesgo de peligro. Una amistad que supone un riesgo para nuestro hijo es una oportunidad extraordinaria de crecimiento, por el contrario, una amistad que supone un peligro requiere de nuestra actuación más contundente y protegerle cuanto antes. Cada segundo cuenta. Con el ejemplo de las relaciones de pareja se entiende mejor. Si nuestra hija inicia una relación de pareja en la que detectamos ciertos riesgos, toda nuestra atención debe estar centrada en supervisar y orientar. Por el contrario, si nuestra hija inicia una relación de pareja en la que existe la violencia, no hay discusión ni debate ninguno, debemos actuar con la mayor diligencia y rapidez posible. No hay debate. 

P: ¿Qué síntomas de alerta con las drogas, tabaco o alcohol hay que poner? ¿Qué tipo de conversación es la más adecuada si sabemos que efectivamente está consumiendo drogas?

R: El primer paso es saber diferenciar los distintos tipos de drogas y sus efectos en el sistema nervioso central: depresoras, estimulantes y alucinógenas. No es lo mismo que nuestro hijo consuma unas que consuma otras. El segundo paso es ser consciente de los tres niveles: uso, abuso y dependencia. El tercer paso es revisar que el tabaco y el alcohol son las únicas drogas legales a día de hoy. El cuarto paso es ser muy consciente que las drogas siempre corren más deprisa que nuestros conocimientos, si tenemos dudas probablemente ya vayamos tarde. El consumo de THC (porros, hachís,…) está suponiendo a día de hoy una verdadera pandemia silenciada. Tolerancia cero ante este tipo de sustancia, la comunicación con nuestro hijo siempre será un factor protector, pero la realidad es que todo el terreno que le cedamos a las drogas nos hará pagar un precio muy caro. Pedir ayuda profesional es siempre el mejor recurso en estas situaciones.