Educación

Educar sin castigos ni premios: qué propone la disciplina positiva y cómo aplicarla en casa

Los niños aprenden a tomar decisiones conscientes y a desarrollar su autonomía
Los niños aprenden a tomar decisiones conscientes y a desarrollar su autonomía. Freepik
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MadridDesde hace años, se ha utilizado el castigo como una forma de corrección y el premio como un incentivo para que se repitan comportamientos buenos. Sin embargo, en los últimos años, muchos estudios sobre psicología infantil han cuestionado la efectividad de estas técnicas tradicionales a largo plazo. A raíz de esto, ha surgido una alternativa que se basa en el respeto mutuo, la conexión y la educación emocional.

Esta alternativa es la disciplina positiva. Esta corriente propone una manera de educar firme pero amable a la vez. Pretende dejar atrás tanto control mediante el miedo y la dependencia de las recompensas externas. No se busca saber cómo conseguir que los niños obedezcan, sino qué necesitan para aprender a tomar buenas decisiones por sí solos. Pero, ¿es posible educar sin castigos ni premios?

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¿Qué es la disciplina positiva y en qué se basa?

La disciplina positiva fue desarrollada por Jane Nelsen, es un enfoque educativo basado en el trabajo anterior de Alfred Adler y Rufus Dreikurs. Se basa en la premisa de que los niños se comportan mejor cuando se sienten valorados, conectados y respetados. La disciplina positiva busca encontrar el equilibrio ideal entre firmeza y amabilidad, algo que la diferencia de los métodos autoritarios o permisivos tradicionales.

Este modelo sostiene que la educación no se debe centrar en controlar el comportamiento del niño únicamente, sino en ayudarle a que pueda desarrollar habilidades socioemocionales como son la empatía, la autorregulación, la responsabilidad o la toma de decisiones. Se busca guiar al niño para que pueda entender cuáles son las consecuencias naturales de sus actos y pueda aprender a actuar por sus propios pensamientos, no por el miedo a ser castigado o buscando la recompensa posterior a una buena acción.

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La disciplina positiva se apoya en investigaciones contemporáneas que sostienen que los castigos severos pueden afectar negativamente el autoestima del niño, generando resentimiento o promoviendo conductas no deseables, mientras que cuando se premia en exceso, se puede provocar que el niño deje de hacer ciertas cosas solo por el deseo de hacerlas.

Por qué evitar los castigos y premios: qué dice la ciencia

Son muchos los estudios que han demostrado que los castigos y los premios tienen efectos limitados o, incluso, contraproducentes en la educación de los niños. De hecho, los castigos físicos o verbales, no sólo son poco efectivos, sino que también pueden provocar en los menores ansiedad, desconfianza y conductas agresivas.

Otras investigaciones han mostrado que un uso constante de premios, ya sean dulces, elogios generalizados o pegatinas, pueden reducir la motivación interna del niño, lo que va a provocar que comience a actuar no porque entienda que es lo correcto, sino porque busca una recompensa por sus actos. Esto, a largo plazo, puede hacer que la autonomía y la toma de decisiones del niño no se desarrollen debidamente.

La disciplina positiva está alineada con ciertos modelos pedagógicos como la educación emocional, la neuroeducación o la pedagogía del apego. Todos estos modelos se centran en entender el desarrollo infantil desde una mirada más respetuosa, empática y basada en vínculos seguros.

Cómo se puede aplicar la disciplina positiva en casa

Se puede pensar que si se aplica esta disciplina significa que hay que dejar que los niños hagan lo que quieran sin imponer límites, pero no es en absoluto así. De hecho, los límites son esenciales si se quiere aplicar la disciplina positiva, pero éstos deben ser comunicados desde el respeto y la conexión.

  • Establecer normas claras y coherentes: para sentirse seguros, los niños necesitan tener una estructura. Las normas deben ser explicadas de manera sencilla, con ejemplos concretos que puedan entender y sobre todo, mantenerse con consistencia. Lo esencial es que los límites puedan ser comprensibles y adaptados a su edad.
  • Conectar antes de corregir: Un principio fundamental de la disciplina positiva es que los niños no son capaces de aprender cuando están asustados. Antes de corregir un comportamiento, es esencial conectar con sus emociones.
  • Ofrecer alternativas y fomentar la toma de decisiones: en lugar de decir “no hagas eso”, se puede redirigir el comportamiento dándole al niño una alternativa. Por ejemplo: si está pintando la pared, se le puede ofrecer un papel. Esto va a hacer que el niño entienda cuál es la acción correcta y pueda tomar decisiones en el futuro.
  • Aplicar consecuencias naturales y lógicas: para que los niños aprendan, en muchas ocasiones deben experimentar las consecuencias de sus actos. Hay consecuencias naturales, como si se les olvida la bufanda o el abrigo en invierno, que pasarán frío, y las consecuencias lógicas son, por ejemplo, si rompe un objeto ajeno, debe ayudar a arreglarlo o comprar uno nuevo.
  • Fomentar la reparación de sus actos y el aprendizaje: esta disciplina promueve la responsabilidad sin humillación. No se busca castigar al niño por una acción, sino que sea capaz de repararla.

Cuidar el lenguaje y evitar poner etiquetas:

Después de que el niño realice una acción, ya sea buena o mala, se pueden escuchar frases como “eres un desastre” o “qué bueno eres”. Estas frases que aparentemente están relacionadas con lo que ha hecho el niño, pueden ser contraproducentes, ya que se debe evitar siempre las etiquetas. Se recomienda describir la conducta y evitar generalizaciones que puedan definir al niño, ya sean negativas o positivas.