Educación

Qué hacer si tu hijo adolescente quiere estudiar en el extranjero: beneficios, riesgos y preparación

La preparación previa es esencial para que la experiencia sea positiva
La preparación previa es esencial para que la experiencia sea positiva. Freepik
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MadridQue un hijo quiera estudiar en el extranjero puede despertar emociones encontradas: se puede sentir entusiasmo e ilusión, pero también muchas dudas y vértigo. Estudiar un año o parte de él en el extranjero puede ser una gran experiencia. No solo por el hecho de profundizar el conocimiento de otro idioma, sino por la autonomía e independencia que deben adquirir al encontrarse lejos de sus padres. En este artículo compartiremos cuáles son los beneficios y riesgos de que un adolescente estudie en el extranjero, y también, cuáles son los pasos previos necesarios.

Beneficios de estudiar en el extranjero

Vivir en otro país durante la adolescencia puede ser una experiencia completamente transformadora. Uno de los beneficios más evidentes es la mejora del nivel de idiomas, sobre todo del inglés, que continúa siendo una de las competencias más valoradas en el mundo laboral. De hecho, el 94% de los jóvenes españoles considera que el inglés sigue siendo una ventaja clave para su futuro.

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Más allá del idioma, vivir en otro país favorece la madurez, la confianza en sí mismo y la tolerancia a la frustración. El adolescente tiene que aprender a adaptarse a una cultura distinta, convivir con personas nuevas y a resolver problemas cotidianos sin tener su red de apoyo que es su familia. Tendrá que aprender a relacionarse con personas de otras culturas y con idiomas distintos, lo que ayudará a que sus avances sean mucho mayores a la hora de empatizar, negociar, trabajar en equipo o hacerse entender.

También tendrá que aumentar su sentido de la responsabilidad, ya que al estar fuera de casa, tendrá que ser él quien sea responsable de sus progresos y bienestar. Aunque tenga una familia de acogida, las decisiones en cuanto a sus tareas escolares, estudiar, colaborar en el hogar o administrar su tiempo y dinero serán suyas.

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Estudiar en otro sistema educativo distinto al que se conoce también es una gran oportunidad. Países como Reino Unido o Irlanda tienen unos estándares más elevados, por ejemplo. En otros países también priorizan las habilidades prácticas, el trabajo en grupo o el pensamiento crítico, algo que muchos estudiantes valoran positivamente.

Riesgos de enviar a un hijo a estudiar al extranjero

No todo son ventajas. El proceso de adaptación puede ser complicado, sobre todo al principio. Cuando los adolescentes tienen que enfrentarse a nuevas normas sociales, comidas diferentes, un ritmo académico más exigente y un idioma nuevo puede producirse el llamado “shock cultural”. Para muchos, esta transición genera ansiedad y sentimientos de soledad.

Los expertos insisten en que antes de tomar la decisión se evalúe la madurez emocional del adolescente, ya que no todos están preparados para afrontar una experiencia así. También hay que considerar posibles desafíos como que el sistema educativo del país de destino sea más exigente o que tenga un enfoque completamente distinto al que el alumno está acostumbrado.

Otro aspecto importante a tener en cuenta es la gestión de la distancia con la familia. Aunque hoy en día hay muchísimas formas de comunicación, estar lejos del entorno familiar puede ser difícil en momentos clave como cumpleaños, exámenes importantes o situaciones personales más delicadas.

Cómo saber si el adolescente está preparado

No hay una fórmula mágica que pueda determinar si se está preparado o no para esta experiencia. Muchos adolescentes sienten una motivación fuerte por vivir en el extranjero, mientras que otros pueden aceptar simplemente la experiencia como una imposición. Lo fundamental es tener en cuenta su madurez emocional, capacidad de adaptación, nivel de idioma y sus motivaciones reales para vivir esta experiencia.

Puede ser útil acudir a un profesional en orientación educativa o psicología juvenil. También se aconseja comenzar con experiencias cortas como campamentos o intercambios durante el verano antes de dar el salto a un curso completo fuera de casa. Estas experiencias sirven como un entrenamiento previo y permiten evaluar cómo va a reaccionar el adolescente ante situaciones nuevas.

Cómo preparar la experiencia

El primer paso es informarse e investigar bien los programas que hay disponibles, los requisitos para acceder a ellos, cómo es el sistema educativo del país de destino y las opciones disponibles para alojarse. Existen asociaciones como ASEPROCE (Asociación Española de Promotores de Cursos en el Extranjero) que pueden ser de gran ayuda.

Por otro lado, es esencial tener claro si el título que se va a obtener en el extranjero será convalidado en España. En el caso de los estudios preuniversitarios como es el Bachillerato, en ciertos casos, se deben seguir procedimientos específicos para conseguir la convalidación ante el Ministerio de Educación.

También hay que tener en cuenta los aspectos logísticos. Estudiar en el extranjero puede tener un coste económico relevante, ya que implica vuelos, seguros médicos y gastos de manutención. Existen becas y ayudas que pueden aliviar parte del coste como las del Ministerio, la Fundación Amancio Ortega u otras instituciones privadas.

Por último, no hay que olvidar mantener una conversación fluida durante toda la experiencia. Muchos padres prefieren crear rutinas semanales de contacto y evitar una vigilancia constante para no invadir la independencia del menor, otros prefieren hablar cada día un ratito o estar constantemente conectados a través de Whatsapp, sea cual sea la opción escogida se ha de respetar la independencia del adolescente, manteniendo el contacto sin saturar. Asimismo, se debe establecer un plan B por si el adolescente decidiera volver antes de tiempo por cualquier circunstancia.