Educación

La "paradoja de la elección": tener demasiadas opciones para elegir carrera puede paralizar a un estudiante

Esta paradoja demuestra que más no siempre es mejor. Freepik
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MadridEn España, cada año más de 250.000 estudiantes se enfrentan a la difícil decisión de qué grado universitario escoger. En teoría, tener una amplia oferta de carreras debería ser una ventaja, más posibilidades para encontrar aquello que encaja con cada uno. Irónicamente, esta ventaja puede convertirse en un foco de ansiedad y parálisis.

Este fenómeno se conoce como la “paradoja de la elección”. Un concepto que popularizó el psicólogo estadounidense Barry Schwartz. Su tesis es clara: demasiadas opciones pueden generar insatisfacción, indecisión y miedo a equivocarse. Pocos escenarios ilustran esta paradoja tan bien como el momento en el que un adolescente tiene que elegir qué estudiar, sabiendo que esa decisión puede marcar su futuro.

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Schwartz explica que, en lugar de sentirnos más libres, un exceso de opciones puede hacer que aparezca la frustración. Hay un temor a la equivocación, por lo que se comparan constantemente alternativas y se termina mucho menos satisfecho con la elección final.

En educación, este efecto se hace aún más grande. En España existen más de 3.000 grados oficiales, por lo que para un estudiante que aún está formando su identidad, enfrentarse a una decisión así puede ser tan abrumador que bloquee la decisión.

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La presión de decidir a los 17

El sistema educativo español obliga a los estudiantes a tomar decisiones relevantes desde Bachillerato: escoger una modalidad condiciona a qué grados se va a poder acceder. A esto se le suma la presión de la EBAU, que parece determinar la entrada a los grados más demandados.

Los jóvenes españoles muestran un alto nivel de inseguridad vocacional en comparación con otros países. Muchos alumnos escogen sus carreras en función de la nota de corte, la opinión de su familia o las salidas laborales más visibles, en lugar de hacerlo guiados por un autoconocimiento sólido.

Aquí llega otra paradoja: se espera que se escoja una ruta profesional con apenas 18 años, cuando su cerebro sigue en desarrollo.

La paradoja de la elección aplicada al ámbito educativo puede tener consecuencias significativas: demasiadas alternativas a la hora de escoger carrera pueden generar lo que los psicólogos llaman parálisis por análisis. A esto se le suma la ansiedad y el miedo a equivocarse, lo que a menudo lleva a elecciones precipitadas o basadas en criterios externos como la nota de corte o la opinión de terceros. Incluso después de decidir, muchos jóvenes sienten insatisfacción o dudas constantes sobre si otra opción hubiera sido mejor. Esta duda incrementa el riesgo de abandono universitario durante los primeros años.

Cómo apoyar a lo estudiantes en la elección de carrera

Frente a este escenario, psicólogos y orientadores educativos proponen estrategias para ayudar a los jóvenes a tomar decisiones más conscientes y menos angustiosas.

Fomentar el autoconocimiento

Antes de mirar la lista de grados disponibles, conviene hacerse ciertas preguntas: ¿qué materias se disfruta más?, ¿qué actividades hacen que se pierda la noción del tiempo?, ¿se prefiere trabajar con personas, datos o ideas? Hay herramientas como cuadernos vocacionales o programas de orientación en institutos que pueden ser un buen punto de partida.

Reducir las opciones a grupos manejables

En lugar de enfrentarse a toda la lista de grados, se pueden clasificar en grandes áreas. De esta manera se puede ir descartando por bloques y esto simplifica en gran medida el proceso y reduce la ansiedad.

Buscar información de calidad

No todas las fuentes son igual de fiables, por lo que es recomendable ir a la web de cada facultad para investigar sobre planes de estudio, salidas profesionales y empleabilidad. Evitar dejarse llevar únicamente por foros o redes sociales es fundamental.

Hablar con referentes

Nada sustituye la experiencia de quienes ya están dentro. Por lo que se debería animar a los adolescentes a hablar con estudiantes actuales o recién graduados. Esto les da una perspectiva más real que la publicidad institucional. Escuchar qué asignaturas fueron más duras, cómo son los profesores o qué salidas encontraron tras acabar la carrera puede resultar muy revelador.

Normalizar el cambio y el error

Uno de los factores que más agobia a los estudiantes es pensar que están tomando una decisión irreversible. Sin embargo, las cifras del Ministerio de Universidades muestran que casi un tercio de los universitarios cambian de grado en los primeros cursos. Equivocarse no es fracasar, y es una idea que debería ser reforzada para reducir la presión de una decisión tan importante y así poder tomar decisiones más tranquilas.

Acompañar sin imponer

La familia tiene un papel decisivo, pero la línea entre guiar y presionar puede ser muy fina. Forzar a un hijo a estudiar lo que no quiere suele desembocar en frustración y, a menudo, en abandono. Lo más efectivo es ofrecer apoyo emocional, abrir conversaciones y mostrar confianza en sus capacidades. De esta manera se sentirá más respaldado y seguro para tomar decisiones aunque tenga dudas.