2018, el año que será recordado en la historia de la meteorología

eltiempohoy.es 19/12/2018 17:13

En líneas generales, este 2018 ha seguido el mismo patrón de temperaturas que los años previos. Según ha informado la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), la temperatura media quedará en torno a los 15,5ºC, lo que son cuatro décimas más que el periodo de referencia. Eso le convierte además en el quinto año consecutivo con valores por encima del promedio, algo que coincide con el resto de los años del siglo XXI: solo tres han estado por debajo de la media (y ha sido solo una décima), lo que constata el calentamiento del planeta.

Al aumento de temperaturas progresivo se le añade también el del CO2 y del metano, los dos principales gases de efecto invernadero. Los datos que se desprenden del Observatorio Atmosférico de Izaña es que tanto uno como el otro están aumentando y cada vez a mayor velocidad: "Se calcula en que en 2019 el CO2 alcanzará las 413 ppm, y que su valor más bajo sea similar a su valor más alto registrado hace tres años", ha alertado Rubén del Campo, portavoz de la Aemet.

Pero si en algo se ha podido distinguir 2018 del resto de años es en las lluvias. Hasta el 12 de diciembre se han recogido 784 l/m(2), un 20% más de la media total anual (650 l/m2). Eso convierte a 2018 como uno de los 5 años más lluviosos desde 1965 y el segundo o tercero del s. XXI.

Algunos de los récords más interesantes, sobre todo en otoño, han sido los de Coñonia Sant Pere (Mallorca) el 9 de octubre, donde se descargaron 232, 8 mm en 4 horas, o en Vinarós (Castellón), donde el 19 de octubre cayeron 159,2 mm en una hora (los avisos amarillos se ponen a partir de solo 20 mm en una hora).

Lluvias, frío y calor extremo en un mismo año

Durante los últimos 12 meses hemos tenido una serie de eventos meteorológicos que, si bien han sido distintos entre sí, han contribuido a que 2018 se gane el sobrenombre del 'año de las lluvias'. Por ejemplo, en febrero tuvimos un calentamiento súbito estratosférico importantísimo, probablemente el más intenso que se ha registrado nunca. Se trata de un proceso cíclico, pero que en este caso fue de especial intensidad, y que alteró la circulación de las borrascas hacia latitudes más bajas como las nuestras. Eso dio lugar a precipitaciones abundantes en la península en invierno y parte de la primavera.

Luego, en primavera fuimos testigos de un bloqueo anticiclónico sobre Escandinavia, que obligaba a todas las depresiones aisladas en altura a aislarse porque no podían circular hacia el continente, a descolgarse y a bajar hacia nuestras latitudes. De nuevo, la primavera también fue lluviosa y, además, tormentosa.

Ese bloqueo se mantuvo también durante el principio del verano, lo que hizo que en muchas zonas de la península fuera anómalamente fresco. Sin embargo, volvimos a asistir a un cambio de patrón: una baja se situó en el norte de África y entonces nos indujo flujo de aire cálido desde África, con una ola de calor histórica por ser el 3 de agosto el segundo día más cálido en España desde 1941.

Además, la entrada de borrascas produjeron un sinfín de tormentas, lo que convirtió a este mes también en el que más rayos y tormentas había registrado en lo que va de siglo.

Las lluvias del otoño vienen del Mediterráneo

Finalmente, otoño también ha sido lluvioso pero el origen se encuentra esta vez en el Mediterráneo. Tres factores distintos pero relacionados entre sí han sido el caldo de cultivo perfecto para que durante los meses de septiembre y octubre nuestro país se convirtiera en un reguero de lluvias, cuyas zonas más afectadas pertenecían a las islas Baleares y Levante.

En primer lugar, sobre el mar se ha situado masa de aire muy húmeda, con una acumulación más propia de los trópicos, lo que ha favorecido que las precipitaciones hayan sido tan intensas.

En segundo lugar, se ha producido un bloqueo anticiclónico en Europa, que ha favorecido el viento del levante, que sopla de este a oeste, y arrastra hacia el interior toda esa humedad que planeaba sobre el Mediterráneo.

Por último, el tercer factor ha sido que la temperatura en superficie del Mediterráneo ha estado muy por encima de lo normal, lo que ha favorecido la formación de borrascas y tormentas al mezclarse con el aire frío que pudiera haber en altura.