Conviértete en un Sherlock Holmes blanco: estas son las pistas para saber si nevará

Marcos Fernández 06/11/2016 10:33

Que levante la mano quien tenga ganas de despertarse una mañana y ver del otro lado de la ventana un paisaje blanco con enormes copos de nieve cayendo sin parar. ¡Seguro que hay muchos! Este es el sueño de todos los amantes del invierno, que unas veces se cumple y otras (muchas) no, porque nevar no es tan sencillo como podríamos pensar. No basta, por ejemplo, con una temperatura de cero grados. De hecho puede nevar con varios grados sobre esa temperatura, ¡hasta ocho!

Eso es lo primero que tienes que saber: la nieve es uno de los meteoros más hermosos, pero también más caprichosos. ¿De qué depende que podamos ver nevar y por qué nos quedamos tantas veces con las ganas? Hay varios factores:

  • La cota de nieve: Se aplica una fórmula que determina el punto a partir del cual las precipitaciones son sólidas (nieve): por debajo de eso caerá aguanieve o agua. Aunque esta fórmula depende de otros factores que os vamos a contar a continuación, por sí sola nos da una pista bastante certera de dónde veremos paisajes blancos. Es esta: Cota de Nieve = 150 X Temperatura a (850hPa) + 1000 (resultado en metros). Más adelante vamos a ver lo que son las temperaturas a 850 hectopascales.
  • Ojo a la temperatura ambiente antes y durante la nevada: Por regla general, las grandes nevadas suelen llegar precedidas de días con temperaturas claramente bajas en las que se ha instalado sobre nosotros una masa de aire muy frío. Esto nos da una pista importante en zonas del interior peninsular. Durante esas jornadas los valores máximos son bajos, con máximas que no alcanzan los 5 grados, y mínimas también de cero grados o inferiores. La helada es casi permanente. Con esta situación, si nos alcanza una masa nubosa con precipitación tenemos bastantes papeletas para ver nevar y, además, cuajar. Años atrás era más habitual que estas últimas décadas.
  • La dirección del viento: en ocasiones, el viento rola a componente norte muy marcadamente. Esta situación es muy favorable para el Cantábrico, Pirineos y tercio norte, porque las temperaturas se desploman rápidamente y podemos pasar de una jornada suave al más crudo invierno. Además, al llegar con una componente marítima, aporta tanta humedad que suelen ser nevadas muy abundantes. Sin embargo, en ciudades como Madrid, ese mismo viento del norte despeja el cielo y deja temperaturas bajas. Por el contrario, si sopla el Levante, cargado de la humedad del Mediterráneo (junto a otros factores) podemos ver nevar en la ciudad. Son dos ejemplos claros de lo determinante que es el viento a la hora de ver la nieve en unos lugares o en otros.
  • La panza de burra: Un clásico. Así se conoce la tonalidad del cielo instantes antes de nevar. El refranero popular lo tiene claro: "Panza de burra, nieve segura"). Ese cielo de color gris plomizo y muy uniforme es indicativo de que la nevada está muy cerca. Si nos sorprende de noche, veremos que el efecto lumínico es de un anaranjado intenso.
  • Humedad: En general, las grandes nevadas, esas de copo grande que blanquean rápidamente el suelo se producen cuando la humedad relativa es muy elevada. En otras palabras, el ambiente es muy húmedo, lo que significa que las nubes llegan cargadas de precipitación. Si, además, el ambiente es muy frío (como hemos explicado antes), tenemos garantizada una nevada de película.
  • No es lo mismo una ola ártica que siberiana: Por eso cuando escuchamos hablar de una ola de frío polar ártico tenemos que diferenciarla de una de origen continental. Estas proceden de Centroeuropa y, aunque dejan temperaturas bajísimas, apenas aportan precipitaciones. De hecho, a menudo, ocurre que frío y humedad no se dan en una misma situación y cuando contamos con uno de estos factores nos falta el otro y nos quedamos sin la ansiada nevada.
  • Los hectopastales: Otro factor que hemos apuntado antes y con el que estamos menos familiarizados es el de la temperatura más allá del suelo donde nos encontramos sino en la atmósfera: a 500 hectopascales (presión a 5.500 metros) y 850 hectopascales Y si la temperatura a 850 hectopascales es muy baja, tenemos el frío 100% asegurado a nivel del suelo.

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