"La cabeza supone aproximadamente el 9% de la superficie corporal total de una persona adulta. En condiciones normales, si la pérdida de calor corporal fuera uniforme, ese sería el porcentaje que correspondería a la cabeza", nos cuenta el Doctor Félix Alegre Garrido, especialista en Medicina Interna y Hepatología de la Clínica Universidad de Navarra.
Antes de meternos en porcentajes, hay que explicar que en la pérdida del calor corporal intervienen 4 mecanismos: "la radiación (60%), la conducción (3%, aumenta sustancialmente cuando el cuerpo se sumerge en agua fría), la convección (12%, que aumenta cuando existen corrientes de aire) y la evaporación (25%, incluye pérdidas tanto por la piel como por la respiración)", explica.
Dicho esto, tenemos que tener en cuenta dos factores: primero, que la pérdida de calor es uniforme y, segundo, que la cabeza es la parte del cuerpo que más descubierta llevamos en invierno.
"Hay que considerar que la pérdida de calor corporal depende de la exposición de la superficie corporal al frío, y que habitualmente (sobre todo en invierno) cubrimos gran parte del cuerpo con prendas que, de alguna forma, protegen contra la pérdida de calor a nivel de tronco, abdomen, extremidades...", explica el doctor.
¿Con un gorro lo solucionaríamos?
Cuando tenemos las manos heladas, nos ponemos guantes. Cuando los pies se quedan fríos, hay calcetines. Pero en el caso de la cabeza, la cosa se complica por la sensación térmica del viento en la cara. Aún así, el doctor apunta que "ayudaríamos a reducir la pérdida de calor".
En cuanto a la leyenda urbana del 80% de pérdida, eiempre se ha dicho que por la cabeza es por la zona de la piel que más calor corporal sale de nuestro organismo. No es así: "supone menos del 10% de la superficie corporal en una persona adulta. La superficie corporal es mucho mayor en tronco y raíz de extremidades", explica Alegre.
Por tanto, por las manos y los pies mucho menos. "Se estima que la palma de la mano corresponde aproximadamente al 1% de la superficie corporal total. No obstante, son zonas alejadas del centro del cuerpo que en ocasiones pueden permanecer expuestas al frío (como las manos) o mojadas (las pérdidas de calor son mayores cuando hay contacto con agua)".