K Team: el grupo de seguidores de La Manada que ha terminado en prisión acusado de violar a tres mujeres

  • Los investigadores aprecian “contradicciones” importantes en el testimonio de la primera víctima, pero investigan también la difusión de vídeos y fotos vejatorias en un chat grupal

  • El teléfono del principal investigado fue borrado antes de ser entregado a los Mossos para hacer desaparecer sus conversaciones

  • En ellas, se dibuja la existencia de un “grupo organizado” que buscaba a mujeres vulnerables para abusar de ellas

Entre ellos mismos se hacían llamar “La Manada 2.0”. Daba igual que los implicados en el caso de La Manada de Pamplona fueran condenados a 15 años de prisión por violar en grupo a una chica y grabarlo como trofeo. Tampoco importó la repulsa social, las campañas de Igualdad, las manifestaciones, las cientos de horas de reproche televisivo a aquellos cinco jóvenes que aseguraban no haber hecho nada. A ojos de los ocho hombres que integraban este chat y según las conversaciones que los Mossos d’Esquadra han encontrado en sus teléfonos móviles, la conducta de La Manada de Pamplona, esa voluntad de buscar a mujeres borrachas y vulnerables a las que coaccionar para mantener sexo en grupo y grabarlo, era un ejemplo a seguir. Un caso a imitar que ahora, siete años después de los sucesos de Pamplona,  ha llevado a cinco de estos hombres a prisión preventiva acusados de abusar presuntamente, al menos de tres mujeres en Castelldefels (Barcelona), durante la primavera de 2021. 

Sin embargo, el caso ha saltado ahora a la Justicia después de que la primera víctima decidiera dar el paso y denunciar. Fue en noviembre de este año cuando Clara (nombre ficticio) se presentó en una comisaría de los Mossos y señaló a varios de los ahora detenidos por, presuntamente, haberla violado. Según su versión, conoció a uno de ellos en una aplicación de citas en primavera de 2021 y accedió a hacer un trío consentido con él y otro amigo. Tras la experiencia, repitió una segunda vez y fue en esa ocasión cuando según su versión, se produjeron las presuntas agresiones. Clara acudía ahora a los agentes, más de un año después, tras tomar conciencia de lo que había sucedido, haber mejorado de una depresión y ante el apoyo de su actual pareja. 

Sin embargo, los investigadores ponen en duda varios aspectos del testimonio de esta mujer, que reconoce haber bebido “10 y 12 copas” la noche en la que sucedieron los hechos y mantiene lagunas. Algo que confirman también los mensajes que encontró después la policía autonómica, donde los acusados confirman que la mujer estaba tan bebida que ni siquiera se tenía en pie y no estaba en pleno uso de sus facultades.

De hecho, ella realizó dos declaraciones que no son coincidentes en varios puntos importantes para el caso, como el papel que tomaron varios de los acusados, además de omitir en la primera de sus versiones que durante dos meses tras la presunta agresión, siguió manteniendo encuentros sexuales consentidos con uno de sus supuestos violadores. Algo que para los agentes que investigan el suceso genera serias dudas. Ella explicó que había decidido darle una segunda oportunidad a este chico porque le había pedido disculpas. 

En cualquier caso, cuando los agentes tomaron declaración a los jóvenes en un primer momento, todos mostraron también contradicciones en varios aspectos de su relato, pero coincidieron en dos puntos: en que la chica había aceptado mantener relaciones con todos de forma voluntaria, y que se compartieron varios vídeos de ella y de otras mujeres en el chat que los acusados compartían con varios amigos. Para acreditar su primer argumento, aseguraron que existía un audio donde la joven retaba a los integrantes de ese grupo a mantener sexo grupal con ella. Y así fue, según los informes policiales. Sin embargo, la joven también era dueña de echarse atrás en cualquier momento. Sobre la segunda cuestión, los agentes apreciaron un posible delito de revelación de secretos, ya que esas imágenes, aunque fueran incluso de sexo consentido, se habían distribuido a terceros sin su consentimiento. Y con ese argumento, pidieron a la jueza encargada del caso que les permitiera volcar y analizar los teléfonos de cuatro de los ahora detenidos. Así fue como aparecieron las conversaciones que a juicio de la instructora acreditan que “La Manada 2.0” era un “grupo organizado” con el objetivo de la “depredación sexual”. 

“Habrá un día que una tía va a denunciar y va a pasar algo”

Lo primero que notaron los agentes es que uno de los teléfonos, del principal acusado, un hombre apodado “El Cubano”,  había sido borrado de forma intencionada, ya que el chat, que llevaba abierto varios años pero allí solo quedaban conversaciones desde otoño de 2021, meses después de los hechos investigados. Sin embargo, no fue igual en los terminales del resto de los investigados, que sí guardaban el historial de fechas anteriores. 

Así, los agentes confirmaron la distribución de algunos vídeos e imágenes de contenido sexual, y consiguieron identificar a varias de las chicas que allí aparecían, a las que han contactado para ofrecerles su derecho a tomar acciones legales contra esta nueva manada. 

Además de insultos, vejaciones, conversaciones privadas de contenido sexual con varias chicas y tácticas para encontrar a mujeres vulnerables o bebidas, los agentes encontraron la prueba de que en el grupo se habían compartido otros vídeos también borrados: “Claro Cuba, incoherencias como las que quieres decir tú, eh, yo si grabé un vídeo, con su consentimiento, lo pasé al grupo y después lo borré. Pero si era con su consentimiento ¿por qué lo borraste?”, comenta uno de los integrantes en uno de los audios. “Esos vídeos la policía los va a ver. Ellos aunque estén borrados los pueden recuperar. Los van a ver y saldrá la verdad”. “Un día de estos al cubano le va a caer una denuncia por algo de esto de las mujeres. Estoy convencido de esto eh”, decía otro de los integrantes. “Todo lo que es exagerado, al final se acaba pagando”.