Lo que no vimos de la inmersión de Carlos Franganillo en el submarino S-81 Isaac Peral

El S-81 Isaac Peral, orgullo de la Armada Española, es el resultado de 20 años de trabajo; de altos y bajos, de incrementos en el presupuesto, de cambios de diseño. A bordo del mayor proyecto militar español de las últimas décadas ha estado Carlos Franganillo, director de Informativos Telecinco, quien ha podido comprobar in situ su tecnología de vanguardia y cómo se convive en su interior.

Con este submarino, de diseño y construcción 100% española y entregado por Navantia a la Armada el pasado 30 de noviembre de 2023, España entró a formar parte de un club muy reducido: apenas hay diez países en el mundo capaces de diseñar y de construir un buque como este; un arma silenciosa que se basa en la discreción y el sigilo bajo el agua.

En su interior, como muestra Franganillo, se aprovecha cada centímetro: está lleno de tuberías, de llaves. Hay 80.000 metros de cable.

En el punto central se encuentra el cerebro del buque; la cámara de mando: “Este submarino nos aporta una gran capacidad de automatización. Tiene una firma acústica muy reducida. Su capacidad de armas también es bastante superior a la anterior clase de submarinos, con la posibilidad de lanzar misiles, que hasta ahora ningún submarino español ha tenido esa capacidad”, nos explica Manuel Corral Iranzo, comandante del S-81 Isaac Peral, añadiendo que también “es muy importante la capacidad disuasoria que tienen los submarinos”; "que el país que pueda ser nuestro adversario, se lo piense”.

Sobre ello, de hecho, nos confirma que hay más actividad subacuática de lo que muchos pueden pensar: “Ya no solo a nivel de otros submarinos, sino también incluso de vehículos submarinos no tripulados, que también está aumentando mucho”, explica, precisando que “tienen funciones de obtención de información de inteligencia, principalmente”.

Los sónares, los ‘ojos’ y los ‘oídos’ del submarino

“Una vez que estamos en cota profunda, nuestros ojos son únicamente nuestros oídos, lo que oímos, y eso se hace mediante los sónares”, explica el comandante Corral Iranzo.

Se trata de un trabajo muy sensible en el que un equipo especializado pone toda su atención: “Yo siempre lo extrapolo a que somos las orejas del barco. Tenemos que detectar lo que tenemos por encima: un mercante, un pesquero…”, cuenta Caridad Carnero, cabo primero sonarista.

Este trabajo es fundamental para tener una percepción del escenario en el que se encuentran en cada momento.

La vida en el S-81 Isaac Peral

A bordo del submarino la vida también queda delimitada por su reducido espacio, pero pese a todas las dificultades que ello comprende, el ambiente en el interior del S-81 Isaac Peral está cargado de compañerismo.

Cuentan incluso con un equipo de cocina que se esmera en planificar y organizar todo para el espacio disponible. “La hora de comida es el momento en el que más socializan, en el que más desconectan”, explica el cabo primero José Ángel Ginoris.

Más allá, entre todos buscan los ratos que pueden aprovechar para tener algo de ocio y practicar el compañerismo: “Ya no solamente dentro de una misma escala, --los marineros con marineros y suboficiales con suboficiales--. Todos nos llevamos muy bien y el ambiente es muy bueno. Se traen juegos de mesa, se juega mucho a las cartas y al dominó, que es un juego muy submarinista”, detalla el oficial Guillermo Gilabert.

Incluso, explica, tienen televisión, lo que aprovechan cuando pueden para ver series, películas o documentales. Lo que no hay son llamadas, aunque se comunican con los familiares “con correos electrónicos”.

“Se habilita una dirección de correo electrónico para el submarino, y se le pide a todo el mundo, eso sí, que sea consciente de que estamos en un submarino, que aquí la información es muy sensible. No se puede dar información sobre dónde estamos”, precisa.

La “desconexión tecnológica”, refiere por su parte el comandante Corral Iranzo, es un “punto importante”. A veces, nos cuenta, “puede generar también problemas, sobre todo cuando los hay fuera de casa”. El comandante, dice, “tiene que tomar la decisión de si comunica o incluso es mejor no comunicar y esperar a hacer superficie, regresar a puerto, para dar esa posible mala noticia”.

Camarotes, cámaras de emergencia y hasta una planta potabilizadora de agua

En el interior del submarino, en los camarotes, con todo “muy compartimentado”, aprovechan el espacio para dormir y que cada uno tenga su espacio para guardar sus cosas.

En los baños, la primera particularidad que llama la atención es la estrechez: “No hay división entre hombres y mujeres. Contamos con tres retretes y dos duchas. Funciona con depósitos de agua dulce que tenemos, y además tenemos la capacidad de generar nuestra propia planta potabilizadora”, detallan, explicando que se suelen duchar una vez cada tres días.

En caso de que hubiese una emergencia, por su parte, cuentan con una cámara que se separa y les permite esperar a ser rescatados en un entorno seguro: “Teniendo la otra cámara en la que se ha producido la incidencia, nosotros estaríamos en la opuesta, a salvo, esperando la llegada de los medios de rescate que, a través de un vehículo que se acoplaría en el exterior del submarino, nos permitiría ir saliendo a través de una exclusa”, cuenta el comandante.

Del mismo modo, también cuentan con la llamada ‘cámara de los motores’. “Este es como si fuese un coche híbrido, diésel. En inmersión funcionamos con baterías y cuando esas baterías se empiezan a agotar las recargamos con los motores diésel”.

Arrancar ese motor genera ruido, por eso tienen que dosificar muy bien cuándo se utiliza: “Depende de la situación táctica se puede arrancar o no. Se coge el aire del exterior y alimenta a los motores”, apunta el brigada Juan Jaenada.

En el S-81 todo está cuidadosamente pensado, pero la otra parte, la que va más allá de la tecnología, la ponen todos ellos; el equipo a bordo. El compañerismo es fundamental en el mundo militar, pero en un espacio tan reducido tiene más importancia aún. También “el trabajo en equipo y evitar los individualismos”: “Aquí no hay nadie más importante que todos juntos. Somos todos igual de importantes y todos debemos ser igual de profesionales”, sentencia el comandante Corral Iranzo.

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