Sánchez redobla sus guiños al PP y a Ciudadanos para que se abstengan en la investidura

  • El líder del PSOE defiende en la primera jornada de la sesión de investidura en el Congreso que gobierne la lista más votada

  • En su discurso de dos horas, lanza 130 propuestas concretas, 12 pactos de Estado, reformas constitucionales, 25 leyes y otras 90 medidas

Pedro Sánchez abrió la sesión de investidura con un discurso de dos horas. Un largo y detallado discurso con 130 propuestas concretas, 12 pactos de Estado, reformas constitucionales, 25 leyes y 90 medidas de otra naturaleza. Empezó proponiendo un pacto para que pueda gobernar la lista más votada, como en los ayuntamientos. Siguió con cinco retos de futuro:

  • Empleo digno y sostenibilidad de pensiones.
  • Revolución tecnológica y digital.
  • Emergencia climática.
  • Igualdad efectiva entre hombres y mujeres.
  • Desigualdad social.

Y todos ellos con una marco general para España: fortalecer la Unión Europea con más integración e incluso con una Constitución europea que en su día fue abortada.

En todo su relato, el líder del PSOE apenas habló de Cataluña. Tan sólo para repasar los logros gracias la colaboración entre administraciones. Y apenas citó a Podemos, su socio preferente. Por lo tanto, discurso muy prolijo, de calado, pero que defraudó a los periodistas que buscaban saber con quién va a gobernar.

A los periodistas y a los grupos que todos piensan que terminarán dando el voto afirmativo a Sánchez. En Podemos, la música del discurso sonó bien, pero la letra les enojó notablemente porque no sólo no hubo guiños a su formación, es que los hubo más hacia la bancada de la derecha que a la de los socios preferentes. Sánchez no pareció querer convencer a ERC y Unidas Podemos y sí a que se abstuvieran Ciudadanos o PP.

La deseada abstención del PP

PPY en esto llegó la sesión de tarde. Casado hizo bien su papel de líder del PP. Con buena oratoria, afeó a Sánchez su discurso de entrada: dos horas para no decir nada. Y le realizó cinco preguntas:

  • ¿Qué ha venido a hacer aquí?
  • ¿Quién es usted?
  • ¿Dónde están sus apoyos reales?
  • ¿Para hacer qué?
  • ¿Hasta cuándo, señor Sánchez?

Todas ellas dirigidas a mostrar la debilidad actual del candidato, que no tiene claros sus apoyos y que juega a convencer a la izquierda mientras le pide a la derecha su colaboración.

Sánchez, en la réplica, arrinconó a Casado con una disyuntiva: o se abstiene o elecciones. “Tiene que mojarse”, le repitió continuamente. Una, otra y otra vez. Machaconamente. Sánchez en cada intervención echaba sobre los hombros de Casado la responsabilidad de las nuevas elecciones, pero a la vez le golpeaba al hígado: “Utilizan Cataluña para obtener rédito electoral” o “el problema de su partido se llama corrupción”. Hasta el punto de que Casado ironizó en un momento dado: “Si nos insulta un poco más quizá nos abstenemos”.

La sensación que dejó este cara a cara fue que Sánchez llevó a Casado en las réplicas a donde quería y que Casado se resistió bien. No parece que vaya a abstenerse el PP, pero desde luego el debate entre Sánchez y Casado reflejó más cercanía entre ambos que entre el candidato y Rivera.

El plan Sánchez

Rivera y Sánchez hace tiempo que dejaron de entenderse y eso que Sánchez empezó su réplica intentando desmentir esa afirmación e incluso preocupándose por el estado de salud de Rivera,que recientemente fue hospitalizado por una gastroenteritis. Pero ese fue el único momento en que ambos se trataron bien. El líder de Ciudadanos traía una idea fuerza, de esas que se diseñan en marketing y que ejecuta de manera primorosa: existe un plan, el plan Sánchez, que va a ejecutar con una "banda" (independentistas, nacionalistas y podemitas) que lo que quiere es liquidar España.

Rivera no tuvo ni una concesión con Sánchez. Fue a la confrontación directa: solo quiere el poder para sus enchufados, quiere lavarle la cara a Otegui, su plan es peligroso para la sociedad, ¿dimitirá si es condenado por los ERE?

No había espacio ni siquiera para entablar ese diálogo anterior que mantuvo con Casado. Tan fue así que Sánchez arrojó la toalla cuando aún quedaban dos réplicas. Decidió no intentar más pedirle la abstención y cerró el debate con un lacónico: “Hemos entendido el mensaje”.