Perfil de los manifestantes por Hasél: indignados muy jóvenes movilizados por "la gota que ha colmado el vaso"

  • Alentados por las redes sociales, coinciden en que "no es solo" por el encarcelamiento del rapero y comparten una imagen autoritaria de España

  • Muchos centran su odio en la policía y justifican la violencia de las protestas, aunque no defienden los saqueos ni las barricadas aleatorias

  • Desde el estudiante de un grado medio hasta el universitario, pasando por los que migran por oportunidades laborales: así son algunos de ellos

La lluvia tampoco los ha detenido este lunes. Han vuelto a asistir a una nueva noche de protestas en Barcelona, la séptima, en apoyo al rapero Pablo Hasél. Una concentración que empezaba tímidamente a las 19h, con dos centenares de indignados refugiándose de la lluvia bajo el Arc del Triomf, aunque no todos los asistentes lo hacían únicamente para reclamar la libertad del rapero encarcelado: "No solo es por Hasél, porque él mismo se lo ha buscado... ha faltado a la ley, pero es que vivimos en un Estado que es del siglo pasado y este es un problema de país".

Álvaro así lo expresa acompañado por varios amigos con los que, a pesar de haber salido a las calles cinco de las siete noches, sigue debatiendo cuál debe ser el límite de la libertad de expresión. "En Inglaterra, tú te puedes 'cagar' en la reina las veces que quieras y eso es lo que tenemos que conseguir, tenemos que tener derecho a decir lo que queramos y cuando queramos", insiste este joven estudiante de Artes Escénicas, algo en lo que Ton discrepa: "Aunque estoy solidarizado con Hasél, ha pasado unas líneas que no debe pasar porque pierde la razón, pero hay que fijarse en el fondo de su discurso", a lo que remata Gabriel, estudiante de un grado medio de audiovisuales: "Puedes ser más subliminal, sin decir literalmente que meterías un tiro a la infanta".

Los tres tienen 18 años, respondiendo así al perfil mayoritariamente joven de los manifestantes de estas noches. Todos les han explicado a sus padres que iban a participar en la protesta de este lunes 22 de febrero. "¿Que qué me dicen? Que vayamos con cuidado, pero ellos saben perfectamente que no voy a quemar contenedores o a meterme de hostias con la policía o a robar tiendas porque va en contra de mis principios", explica Ton mientras se van sumando manifestantes a la concentración 'pasada por agua' por culpa de la lluvia.

Aunque ninguno de los tres participa de los altercados, tampoco abandonan las protestas cuando estos se desatan porque, si todos lo hicieran, "solo quedarían los cuatro gatos que queman contenedores". Quien sí monta barricadas para quemarlas es Rubén. Con 19 años, ha venido a Barcelona desde Ripollet para protestar por Hasél en su quinta noche de manifestaciones. Como tantos otros, trabaja para pagarse sus estudios de técnico de sonido; él lo hace en un almacén. "Hacer barricadas lo veo bien porque es para evitar que llegue la policía, porque si lo hacen te van a acabar dando... es como una pared para que no lleguen a nosotros", aunque reconoce: "Hay quien lo hace simplemente por quemar algo, pero se tienen que hacer como defensa".

No es el caso de Rubén, pero una gran cantidad de indignados participaron también en las protestas contra la sentencia del 'procés' en octubre de 2019, recordadas también por el alto nivel de violencia exhibido por los radicales. "Simplemente, lo de Hasél, es la gota que colma el vaso", resume Mar, comprometida con varias causas. "En el momento en que un Estado encarcela personas por hacer canciones, por ideas políticas o por un referéndum... Hay mucha tensión desde hace un montón de tiempo, se han pisado muchos derechos y esto es una bomba de relojería, hemos encontrado un motivo para volver a salir a las calles".

Mar forma parte del perfil de manifestantes de mayor edad, puesto que tiene 28, y es de las que comparte que la libertad de expresión ampare frases como 'Merece que explote el coche de Patxi López' o 'Que alguien clave un piolet en la cabeza de José Bono', algunas de las que han llevado a Hasél a la cárcel. "Antes se hacían chistes hasta de Carrero Blanco en la tele, y hay que saber dónde está el límite y saber que no se lo vas a chillar a la cara, pero mientras él está condenado, otros señores hablando mal de la inmigración y de las mujeres desde el Congreso y desde el Parlament", insiste, en una clara alusión a Vox: "A mi eso no me gusta y me lo trago, ¿no es eso la libertad de expresión?".

Comparten el odio a la policía

A escasos 20 metros, el rapero Ayax dedica unos versos a la causa. "¿Para qué sirve la policía si no es para hacer fuego?", concluye su rap, coreado por una multitud que hace suyas las siglas A.C.A.B. ('All cops are bastard' o 'Todos los policías son bastardos', en su traducción al castellano). "Ese odio irracional que tienen tantas generaciones hacia la policía no es porque simplemente mole ir contra la 'poli', sino que es por algo, y que mis padres, que tienen 63 años lo piensen, también quiere decir que hay un problema", comenta Mar, que estudia para entrar en Enfermería, a raíz de la espontánea actuación del rapero.

Más taxativo se muestra Toño: "Si puedo pisar la cabeza de un policía, se la piso". Así lo afirma este almeriense tras haber vivido un episodio de "brutalidad policial" en su ciudad natal, que relata estableciendo un paralelismo con el caso de Linares. "Podemos sentir pena por los vecinos, que deben soportar los fuegos, pero no por la policía", agrega Bakary, también andaluz migrado para encontrar trabajo en Barcelona, que reconoce: "Yo no sé ni quién es Hasél, estoy aquí porque estoy hasta los cojones de que me digan a qué hora tengo que estar en casa o que haya perdido mi trabajo y no pueda cobrar".

Esta es la primera y segunda noche respectivamente para ambos presenciando las protestas, desde una distancia prudente a pesar de su discurso; de hecho, las advertencias de los Mossos d'Esquadra por megafonía a algunos vándalos que lanzan objetos a los agentes en Via Laietana les hacen retroceder, mientras lamentan: "Hemos venido para comprobar lo que pensaba, que la mayoría de la gente que protesta no está informada, que los que tiran huevos son niños que se graban para salir en Instagram y que la gente tira botellas porque sí".

Al recordar las frases por las que Hasél ha sido condenado, Toño insiste en que "hay cosas que no se deben decir", pero le indigna que esté preso mientras centenares de personas asisten a un discurso antisemita en Madrid. Y añade: "Hay que protestar bien para que se nos escuche, y aunque no creo que haya que saquear, en toda revolución hay daños colaterales... se tiene que saber que España está cubierta por un telón civilizado, pero está destrozada por las puertas giratorias, por el legado de Franco y por la falsa democracia".

Movilizados por las redes sociales

Las redes sociales son clave para la movilización de los indignados, unos 500 este lunes, de los que la gran mayoría visten ropa oscura y muchos van encapuchados, siguiendo los consejos de plataformas como 'Acabem la partida' ('Acabemos la partida'); también destaca la poca cantidad de pancartas. De hecho, los organizadores recurren a canales de mensajería como Telegram para dar indicaciones sobre dónde dirigirse sin desvelar su identidad, algo que dificulta la gestión de las concentraciones según reconocen.

Marcos ha seguido a la masa hasta la Jefatura Superior de Policía, donde asiste al lanzamiento de objetos a la Policía Nacional y a los Mossos d'Esquadra: "Se ha hecho así siempre, lo veo normal porque si vas calmado no te escuchan, pero no veo normal que agredan a locales y sitios familiares, pero a grandes empresas sí". Mientras pronuncia estas palabras, un alborotador lanza una piedra de grandes dimensiones a la cristalera de una entidad bancaria: "¿Ves? Así, aunque no ha conseguido romperla", insiste.

A este estudiante de psicología de 19 años le gusta estar cerca de los altercados, por lo que es uno de los que cubre su cabeza y su rostro, aunque asegura no participar activamente en ellos, algo que le ha llevado a recibir el impacto de una pelota de 'foam' (espuma) en una de las noches anteriores: "Apoyamos a los que vienen, pero sin agredir ni montar barricadas... ese día me acerqué demasiado al frente y me dieron en la pierna; tuve una marca roja y un moratón que se me fue a los días". Y a diferencia de Rubén, Toño y Bakary, que no han explicado a sus padres que han asistido a la protesta para "evitarles el disgusto porque saben que es peligroso", Marcos sí lo ha hecho: "No les gusta, pero entienden mis ideas y me respetan".

Tras 15 minutos de protestas frente a la Jefatura Superior de Policía, con lanzamiento de botellas y de piedras a los Mossos y Policía Nacional pero sin cargas policiales, los grupos se dispersan y empieza el fin de la convocatoria. Mientras se registraban algunas barricadas ardiendo, Acabem la partida daba por concluida su séptima movilización a las 21:33: "Anunciamos nuestra retirada, es vergonzoso que los antifascistas no echemos a cuatro canis de mierda de 12 años que la lían por liarla y ensucian el antifascismo". La noche se cerraba con tres detenidos.