Psicología

Elma Roura, experta en parejas: "Hay unas condiciones mínimas que deben cumplirse para que una relación se sostenga"

Elma Roura, experta en relaciones de pareja.. Lys Moya
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"No reconozco a esta persona", "yo cuando le conocí no era así", "mi pareja no es así"... ¿Te suenan estas expresiones? A menudo, hay personas que tras romper una relación o sufrir un desengaño, se muestran sorprendidas por no reconocer a la que hasta entonces era su pareja. Hay varias explicaciones posibles, una de ellas es que muchas veces no nos mostramos tal y como somos realmente en nuestras relaciones, sobre todo, al principio. A veces es de manera inconsciente, porque tememos abrirnos al amor y a la vulnerabilidad, y otras -en los peores casos- porque de forma premeditada buscamos engañar a nuestra pareja. Esto es más común en perfiles donde la persona tiene un trastorno narcisista. En definitiva, no expresarnos tal y como somos provoca que la otra persona se quede con una imagen concreta de nosotros, sin los matices, que idealice el tipo de pareja que espera o quiere, y que, ocurre algo que salga de su esquema mental, se alarme o se sorprenda porque no es la pareja que había escogido.

Las relaciones de amor no son parada nada fáciles, pero ¿hay algunas claves para que en el comienzo de una relación garantice un éxito a largo plazo? ¿Qué ingredientes debe tener una relación para que dure o lo que dure, sea lo más sana posible? Elma Roura contesta a esta y otras cuestiones sobre los comienzos en las relaciones de pareja. La autora de 'Relaciones' y de 'El camino al éxtasis' (editorial KOAN), es también la creadora de un proceso pionero en España basado en aprender a elevar la energía sexual, facilitadora certificada de The Work of Byron Katie® con más de quince años de experiencia y especialista en tantra. Actualmente, tiene su propio centro en Barcelona, el Espacio Desarrolla-te, donde imparte talleres y cursos, además de una comunidad online con más de 100 mil seguidores.

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Pregunta: Cuando empieza una relación, ¿qué podemos hacer para cuidarla? ¿Qué es importante para que dure y dure bien?

Respuesta: Cuando comenzamos una relación, lo más importante es mostrarnos tal y como somos, y dejar claro, desde el inicio, qué tipo de relación queremos. Es fundamental comunicar nuestras expectativas: si buscamos una relación exclusiva o abierta, cuáles son nuestros límites, nuestros valores, nuestras líneas rojas. Hoy existen muchas formas de vincularnos, así que no podemos asumir que el otro entiende lo mismo que nosotros. Necesitamos claridad, honestidad y asegurarnos de que la persona con la que estamos encaja con nosotros en esos aspectos básicos.

Otro punto clave para mí es hacer terapia. Pero no cuando la relación ya está en crisis, sino al principio. La mayoría de las personas acuden a terapia cuando ya están al borde de la ruptura, pero sería mucho más útil hacerlo al inicio, cuando aún podemos observarnos con más conciencia. Los primeros tres meses son cruciales: es ahí donde tendemos a abandonarnos un poco a nosotros mismos con tal de que el otro nos elija. Es fácil caer en la trampa de ceder demasiado, de dejar de ser auténticos para agradar. Pero es justamente en esa etapa donde más necesitamos elegir la honestidad, incluso si eso significa que la relación no continúe.

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Vamos a empezar a ver cosas del otro que no nos gustan, o que el otro vea cosas nuestras que no le gusten. Habrá malentendidos, choques, vulnerabilidades. Por eso es esencial saber gestionarlo desde el principio. Y en eso, la terapia ayuda muchísimo.

Y, por último —pero no menos importante—, trabajar la comunicación. Para mí, es uno de los pilares fundamentales de cualquier vínculo, y al mismo tiempo, uno de los menos cuidados. Se habla mucho de muchas cosas, pero rara vez se habla bien. Tenemos grandes dificultades para comunicarnos con claridad, con respeto, con empatía. Y creo que ahí, en esa carencia, se rompen muchas relaciones que podrían haberse salvado si hubiéramos sabido hablar —y escuchar— mejor.

"La mayoría de las personas acuden a terapia cuando ya están al borde de la ruptura, pero sería mucho más útil hacerlo al inicio"

P. En esos tres primeros meses, ¿en qué aconsejas fijarnos? 

R: Todos tenemos algo que es esencial para nosotros en un vínculo. Está claro que toda relación necesita ciertos elementos básicos: una cierta química —porque si no, seríamos simplemente amigos—, una buena comunicación —porque sin ella, ningún vínculo puede sostenerse—, y valores compartidos. Todo eso lo sabemos. Pero además de esos básicos, hay algo que para cada uno de nosotros es absolutamente imprescindible. Por ejemplo: hay personas que necesitan sentirse emocionalmente seguras, otras que no podrían estar con alguien que no es cariñoso, o con quien no puedan hablar con profundidad. Puede ser la ternura, la confianza, el sentido del humor o la compatibilidad intelectual. Lo importante es que te preguntes con honestidad qué es eso que tú necesitas sí o sí para que una relación te nutra y te haga bien. Es una muy buena pregunta, porque cuando pasa la fase inicial de enamoramiento —cuando baja la química o el “colocón hormonal”—, la relación se va a sostener en eso. En lo esencial.

Entonces vale la pena preguntarte: "¿Podría estar con alguien con quien no tengo mucha comunicación, pero me da mucho cariño?", "¿podría estar con alguien que no es especialmente cariñoso, pero con quien puedo hablar de todo?", "¿podría estar con alguien que me hace reír, aunque no tengamos tanto en común en otros aspectos?".

No todo lo vas a tener, pero necesitas saber qué sí no puede faltar. Eso que, incluso cuando todo lo demás fluctúe, seguirá siendo el pilar sobre el que construir.

P: Teniendo esto en cuenta, ¿qué ingredientes hay que poner en la cesta para que una relación sea sana?

R: Como decía antes, para que una relación sea sana, el pilar más importante es la comunicación. Sin una comunicación clara, honesta y constante, es muy difícil que el vínculo se sostenga a lo largo del tiempo. Otro ingrediente esencial es tener un proyecto en común. Es fundamental que la pareja comparta puntos de unión que les permitan crecer y evolucionar juntos. No importa si ese proyecto es formar una familia, emprender algo, viajar o simplemente compartir una forma de vida: lo importante es que haya una dirección compartida.

También es clave crear y cuidar un espacio de pareja. Eso implica que la relación se priorice, que no quede relegada al último lugar después del trabajo, los hijos o las rutinas. Dentro de esa prioridad, la intimidad juega un papel fundamental: no solo la sexual, sino también la emocional, la capacidad de mirarse, tocarse, escucharse y seguir eligiéndose. Una relación sana no se construye sola. Requiere presencia, compromiso y voluntad de estar —de verdad— el uno con el otro.

"Una relación sana no se construye sola. Requiere presencia, compromiso y voluntad de estar —de verdad— el uno con el otro".

P: Se escucha a menudo que hay que aceptar a la pareja tal y como es. ¿Eso es recomendable? Supongo que con matices...

R: Esta es una pregunta un poco trampa, porque nos han vendido la idea de la “aceptación incondicional” como un ideal, cuando en realidad eso responde a una lógica vertical, y en pareja no puede haber verticalidad. La pareja debe ser un espacio horizontal, de igualdad, de reciprocidad. Eso significa que hay unos básicos imprescindibles: respeto, cuidado mutuo, apoyo, compromiso. Si yo estoy apostando por el vínculo y la otra persona no, no hay equilibrio. Y una relación desequilibrada no puede sostenerse bajo la bandera de la incondicionalidad. En pareja, sí hay condiciones mínimas que deben cumplirse.

P: ¿Cuáles son?

R: Una relación sana nos invita a trabajarnos, a crecer, a dar y recibir feedback de forma constante. Me gusta hablar de la pareja como un equipo. Y mientras haya bases para construir ese equipo, entonces sí: hay muchas cosas que podremos aceptar. Pero aceptar no significa resignarse ni callarse. Podemos —y debemos— expresar lo que necesitamos, lo que sentimos, lo que nos incomoda. Lo importante es que esa comunicación ocurra desde un lugar de respeto y colaboración, no de imposición o juicio. Habrá aspectos que sean negociables, otros que no. Y habrá cosas que nos toque aceptar más, y otras que no podamos sostener. Pero siempre, siempre, desde esa base de equipo.

P: Has acompañado a muchas personas que buscan pareja. ¿Buscar pareja es buscar el amor o son dos cosas distintas?

R: Para muchas personas, buscar pareja es buscar el amor. Sin embargo, hay algo en lo de vincular que está ocurriendo —sobre todo en las mujeres— hoy en día: los vínculos sólidos son cada vez más difíciles de construir, y tenemos muy claro que, si no es un buen vínculo, no lo queremos. Cada vez hay menos hombres admirables que no solo posean cualidades, digamos, profesionales o económicas, que antes eran las más valoradas, sino que también tengan responsabilidad afectiva. Y como esto está ocurriendo cada vez más, comenzamos a cuestionarnos si el amor viene necesariamente a través de la pareja. Nos estamos dando cuenta que tener pareja puede ser algo maravilloso, pero, en el fondo, lo que realmente buscamos no es la experiencia de la pareja, sino la experiencia del amor.

El amor puede venir de muchos lugares: puede surgir de la amistad, del trabajo —aunque no lo sea todo, sí suma—, de los animales, de tus hijos, de tu familia. Puede nacer del servicio a los demás, del activismo, de la naturaleza, de tu conexión con Dios o con lo trascendente. Existen muchas formas de experimentar el amor. Creo que la diferencia entre antes y ahora es que, en otro tiempo, la familia era el centro de todo. Y aunque sigue siendo un gran valor —y ojalá todos tuviéramos esos valores como eje—, hoy hay un quiebre. Antes, la familia se entendía como pareja e hijos; ahora, todo eso es más difícil de sostener. Por eso, estamos empezando a preguntarnos: ¿de qué otros lugares puede llegar el amor?

P: ¿Por qué hay personas que no encuentran el amor? ¿Hay patrones que se repiten y que no permiten a la persona avanzar?

R: Sí, puede haber patrones disfuncionales que ya hemos vivido. Pero no es cierto que solo quienes vienen de familias difíciles tengan problemas para encontrar pareja. De hecho, es muy raro encontrar personas que no hayan vivido disfuncionalidad en su familia, porque venimos de generaciones con poca gestión emocional. Aun así, hay muchas personas que han tenido parejas estables y sanas viniendo de contextos complicados. Es decir: condiciona, pero no determina. Claro que influye haber visto en casa abusos de poder, maltrato, agresividad pasiva o carencia emocional. Eso deja huella, sin duda. Pero, repito, no determina tu destino.

También hay que mirar el contexto histórico. Hoy en día, como decíamos antes, a mayor independencia económica y profesional de las mujeres, más se complica encontrar pareja. No es un detalle menor. Antes —y aún hoy, en ciertos entornos— si eras una persona dócil, sin mucho carácter, que no incomodaba, era más fácil que encontraras pareja. Esto también forma parte de la ecuación. Hoy hay más dificultad. Vivimos un momento en el que las estadísticas indican que, para 2030, más del 45% de las mujeres estarán solteras. Vamos hacia ahí, y es algo que hay que mirar con atención.

Y finalmente, hay un último punto en esta “mesa”: el cambio cultural que estamos viviendo, amplificado por las redes sociales. Vivimos una era de vínculos líquidos, de hiperconexión digital, pero con menos conexión real. Nos hemos vuelto más individualistas, egocéntricos, menos empáticos. Se ha perdido parte de la humanidad. Así, a la mínima, hacemos next. No toleramos lo distinto, lo difícil, lo que requiere trabajo. Y lo cierto es que todos los vínculos —todos— necesitan ser trabajados.

"La responsabilidad afectiva es imprescindible en las relaciones de largo recorrido"

P: Hablas mucho de la responsabilidad afectiva. ¿Qué es y por qué es tan importante en una relación de pareja?

R: La responsabilidad afectiva es imprescindible en las relaciones de largo recorrido. Y, una vez más, el corazón de todo está en la comunicación. Es fundamental observar cómo nos comunicamos con la otra persona, especialmente cuando ya la conocemos bien: ya sabemos qué le gusta, qué le duele, qué le incomoda. Esa información no se puede ignorar. Al contrario, nos invita a tener aún más cuidado, a no actuar desde la inconsciencia ni desde la reacción.

La responsabilidad afectiva implica no poner voluntad en dañar, proteger la vulnerabilidad del otro y estar disponibles emocionalmente. Se trata de no usar lo que sabemos del otro como arma, sino como un mapa para cuidar mejor el vínculo. Sin ese cuidado mutuo, no hay posibilidad de sostener una relación a largo plazo.

P: Sobre el sexo en pareja, ¿qué crees que es importante?

R: Más que el sexo en sí, lo más importante en una pareja es la intimidad. Me refiero a esa conexión profunda que puede ser tanto emocional como física. A menudo confundimos sexualidad con genitalidad, y eso nos empobrece. Nos limita. Lo que realmente sostiene y mueve un vínculo es la intimidad verdadera. Cuando existe una relación íntima con la pareja —donde hay transparencia, cercanía, afecto cotidiano—, se puede incluso atravesar momentos sin sexo sin que eso sea un problema. Porque hay ciclos, hay momentos, y eso es natural. Lo que sí es un problema es la desconexión. La ausencia de intimidad.

Muchas veces, incluso, usamos el sexo como un puente cuando nos sentimos lejos. Pero cuando existe intimidad emocional real —cuando nos miramos a los ojos, nos abrazamos, nos tomamos de la mano, nos sentamos juntos en el sofá, nos hablamos con ternura—, entonces el vínculo ya está cerca. Y el sexo, en ese caso, no es una forma de acercarnos, sino una expresión más de esa cercanía.

P: ¿Cómo se conecta con la pareja más allá del sexo?

R: Durante el día, hay muchas maneras de conectar. No todo pasa por lo genital. La intimidad se construye en los pequeños gestos, en la presencia, en la complicidad. Y cuando eso está presente, el sexo no es una necesidad urgente para “reparar”, sino un extra que profundiza lo que ya existe. Esa es la gran diferencia: hay parejas que usan el sexo para acercarse porque se sienten lejos, y hay parejas que ya están cerca —emocional y físicamente— y que simplemente utilizan la sexualidad como una expansión de esa conexión. Y cuando una pareja lo comprende, eso es realmente revolucionario.