Bilbao, la ciudad donde los juguetes aún cuentan historias cada Navidad
Uno de los factores que más condiciona al sector es la reducción del tiempo de juego. La infancia se acorta y el acceso temprano a dispositivos móviles provoca que muchos niños abandonen antes los juguetes tradicionales
Más allá de la nostalgia, la campaña navideña refleja una preocupación creciente por aspectos como la sostenibilidad, el origen de los productos y su impacto educativo
BilbaoLa llegada de la campaña navideña vuelve a situar a las jugueterías de Bilbao en un lugar destacado dentro de la vida comercial y social de la ciudad. En un entorno marcado por el avance de la tecnología, el consumo digital y los cambios en la infancia, estos establecimientos afrontan unas semanas decisivas apoyándose en valores que apenas han variado con el paso del tiempo: la ilusión, la tradición familiar y el poder del juego como vínculo entre generaciones.
Durante estos días, las calles bilbaínas recuperan una imagen habitual de finales de diciembre: familias que entran y salen de tiendas con listas improvisadas, miradas cómplices y decisiones que van más allá de la simple compra. Elegir un juguete sigue siendo, para muchos adultos, un acto cargado de memoria personal, una forma de reconectar con su propia infancia mientras piensan en la de sus hijos o nietos.
Un mercado estable en un contexto cambiante
El sector del juguete no vive una revolución profunda, pero sí una adaptación progresiva. La campaña actual confirma una tendencia ya asentada: el mercado mantiene una notable estabilidad, con cambios graduales y sin grandes sacudidas. Las preferencias familiares evolucionan lentamente, combinando propuestas contemporáneas con juegos que han acompañado a varias generaciones.
Uno de los factores que más condiciona al sector es la reducción del tiempo de juego. La infancia se acorta y el acceso temprano a dispositivos móviles provoca que muchos niños abandonen antes los juguetes tradicionales. Aun así, durante los primeros años de vida el juego físico continúa siendo esencial para el desarrollo, y la Navidad actúa como un paréntesis en el que el juguete recupera protagonismo.
En este contexto, las jugueterías se mueven entre la prudencia y la fidelidad a su identidad, reforzando un modelo que prioriza la continuidad frente a la moda efímera.
Grandes superficies y comercio especializado
La ciudad presenta dos realidades comerciales complementarias. Por un lado, las grandes superficies concentran un importante flujo de compradores, especialmente en fechas clave. Sus amplios espacios dedicados al ocio infantil se convierten en puntos de atracción donde conviven distintos tipos de productos, ofreciendo una experiencia visual intensa y un acceso rápido a una oferta muy amplia.
Frente a este modelo, el comercio especializado mantiene un papel singular. Las jugueterías independientes de Bilbao apuestan por una compra más reflexiva, donde el tiempo, la conversación y el asesoramiento forman parte esencial del proceso. En estos establecimientos, el juguete no se concibe únicamente como un objeto de consumo, sino como una herramienta para jugar, aprender y compartir.
Jugueterías con historia y personalidad propia
Algunas tiendas forman parte del paisaje emocional de la ciudad desde hace décadas. Entre ellas se encuentra la histórica juguetería Pinocchio, una de las más antiguas de Bilbao, ubicada en el entorno de la calle Henao, que ha sabido conservar su esencia a lo largo del tiempo. Al frente del negocio desde la pandemia, Susana Zubiaga defiende un modelo alejado de las modas pasajeras y basado en una selección muy cuidada.
“No vamos a juguetes de moda”, explica, subrayando que su apuesta se centra en puzzles, marionetas, juegos de lógica y propuestas que fomentan la creatividad y la reflexión. En lugar de seguir los catálogos convencionales, la tienda prioriza una oferta distinta, con artículos poco habituales y pensados para durar.
El valor del juguete duradero
La durabilidad es uno de los ejes fundamentales de este tipo de comercio. Zubiaga insiste en que el objetivo es ofrecer juguetes que puedan acompañar a las familias durante años. “Buscamos juguetes duraderos, que puedan pasar de generación en generación”, señala, reivindicando una forma de consumo más consciente.
En este sentido, los materiales juegan un papel clave. La tienda apuesta por juguetes fabricados en madera o en plásticos de alta calidad, pensados para resistir el uso continuado. “Que los pueda usar un abuelo y su nieto”, comenta entre risas, ilustrando esa idea de juego compartido que trasciende la edad.
Aunque cada año llegan novedades, estas se integran siempre dentro de una misma línea. “Hay juguetes nuevos cada año, pero todo dentro de nuestro estilo”, explica, dejando claro que la renovación no implica renunciar a la identidad del proyecto.
Una oferta fuera de los circuitos habituales
Otro de los rasgos diferenciales del comercio especializado es su capacidad para ofrecer productos que no suelen encontrarse en los grandes circuitos de distribución. “Vendemos cosas muy variadas que no están en los catálogos clásicos”, apunta Zubiaga, destacando la importancia de buscar propuestas diferentes que aporten valor añadido a la experiencia de compra.
Este enfoque conecta con una parte de las familias que buscan algo más que un regalo inmediato: un juguete que estimule la imaginación, que invite a jugar en compañía y que tenga un recorrido largo en el tiempo.
Tradición, sostenibilidad y futuro
Más allá de la nostalgia, la campaña navideña refleja una preocupación creciente por aspectos como la sostenibilidad, el origen de los productos y su impacto educativo. Sin convertirse en la norma mayoritaria, estas inquietudes ganan peso y refuerzan el papel de las jugueterías que apuestan por el juego responsable y consciente.
El balance de la campaña apunta a un sector que se apoya en valores sólidos para afrontar el futuro. Aunque la tecnología siga avanzando y la infancia se transforme, durante la Navidad los juguetes continúan ocupando un lugar central en los hogares.