Carlos Arce, el cura enfermero que compatibiliza sus dos vocaciones: “Yo soy sacerdote 24 horas”
Estudió Enfermería cuando ya era sacerdote, mientras trabajaba en el seminario menor, donde cuida a jóvenes
Cuidar a personas no dependientes, un trabajo poco valorado y mal pagado: abren la puerta a una FP del hogar
OurenseCarlos Arce se pone la bata con la misma entrega con la que se cuelga el alzacuello. A sus 32 años, este cura gallego combina quirófano y capilla, oración y turnos hospitalarios. Su vocación por la fe no le ha impedido responder también a otra: la del cuidado sanitario.
“Mi vocación fundamental es la de sacerdote, pero la compatibilizo con la enfermería”, resume. Dice que nunca ha sentido conflicto entre una y otra, sino todo lo contrario: “A través de la anatomía, la fisiología, de los cuidados, he afianzado mi vocación como cura. En la perfección del ser humano también se encuentra al Creador.”
Carlos ha empezado este verano en el Hospital Universitario de Ourense
Carlos trabaja en el área de quirófano del Hospital Universitario de Ourense, donde entró en verano cubriendo vacaciones. Reconoce que fue un “aterrizaje forzoso”, pero con ilusión. Curiosamente, los servicios que menos le atraían al principio —quirófano y hemodiálisis— son los que más le han terminado apasionando.
Estudió Enfermería cuando ya era sacerdote. Lo hizo mientras trabajaba en el seminario menor, donde cuida a jóvenes. “Veía sus necesidades y eso me animó. Empecé por curiosidad, como un hobby, y acabé descubriendo otra vocación.” Compatibilizarlo todo no ha sido fácil: "Han sido años de mucho esfuerzo, pero cuando algo te gusta, no se hace tan cuesta arriba.”
Tampoco ha sentido rechazo en el hospital por llevar al mismo tiempo un rosario en el bolsillo y un fonendo colgado al cuello. “Nunca se ha mezclado mal ser cura y ser enfermero. Cada uno tiene su vocación, y desde ahí da lo mejor”, asegura.
La espiritualidad, una dimensión más del cuidado
Desde la enfermería, Carlos considera que el cuidado del alma también forma parte del tratamiento. “La espiritualidad es una dimensión humana que debe atenderse, sobre todo en los momentos difíciles. No desde una imposición, claro, pero sí desde la comprensión de esa necesidad de trascendencia que todos tenemos.”
Antes de comenzar su turno y al terminar, Carlos pasa por la pequeña capilla del hospital. “Es un momento de encuentro con quien da sentido a mi vida”, dice, con una serenidad que contagia.
No se cierra a nada, tampoco a lo que Dios le tenga preparado: “Uno se pone en sus manos y dice sí, generosamente. Allí donde me necesiten, estaré”.