ELA

Le emocionante llegada a Santiago de un grupo de peregrinos enfermos de ELA: "El Camino me llena las pilas para todo el año"

El grupo CompostELA termina el Camino de Santiago entre aplausos y emoción
El grupo CompostELA a su llegada a la plaza del Obradoiro. ATLAS GALICIA
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Santiago de CompostelaPaso a paso desde O Cebreiro, un grupo de casi 80 personas, entre enfermos, cuidadores, y voluntarios, han conseguido llegar este miércoles a Santiago, en una nueva edición de su Camino de Santiago, una nueva edición del CompostELA. Una acción con la que intentan dar visibilidad a la  esclerosis lateral amiotrófica (ELA), y demostrar que, incluso ante una enfermedad tan complicada como esta, siempre hay ganas de avanzar.

La iniciativa arrancó en 2019 con un pequeño grupo de 10 personas. En esta edición, cinco años después, ya son cerca de 80 personas, entre la decena de enfermos, y medio centenar de voluntarios que les acompañan. En años anteriores empezaban en Sarria, pero este año se han lanzado a arrancar desde O Cebreiro, adaptando las etapas al ritmo del grupo, con tramos de unos 10 kilómetros diarios.

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Cantando y con gritos de ánimo bajo la fina lluvia que emborronaba este miércoles el Monte do Gozo, han arrancado la última etapa del Camino. En cada una de ellas, les han ayudado un grupo de voluntarios de Galician Roots pero también las siempre presentes patrullas de la Guardia Civil, echando una mano. Muchos de ellos repiten experiencia cada año en un Camino que nunca es fácil, pero para ellos es más complicado aún, por problemas de movilidad, porque hay que adaptar alojamientos, pero aún así “muchos repiten”. 

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El grupo CompostELA en el descanso de una de las etapas del Camino

Mamen Martín, miembro de CompostELA cuenta emocionada, mientras se acerca al centro de Santiago que gran porcentaje del grupo repite experiencia: “otros ya no pueden venir, y siempre se une gente nueva” con un objetivo principal: darle visibilidad a su enfermedad. “Queda mucho que reclamar”, recuerda pero “mientras intentamos disfrutar la vida”.

Miguel Ángel Camacho, fue diagnosticado de ELA hace cinco años. Su madre la tuvo también y murió al año y medio. Él solo tiene una prioridad: “disfrutar de la vida”.  “Esta es una gran experiencia” cuenta y repite la idea que no se deja de escuchar entre el grupo: “Somos una familia”. También destaca que “en el grupo hay mucha camaradería, entre todos ayudando, todo se puede hacer”. Es su segundo año haciendo este Camino tan especial. “Me llena las pilas el Camino para todo el año” añade emocionado.

Emocionante llegada entre aplausos a la Plaza del Obradoiro

“Esto no es solo un reto físico. Es una experiencia profundamente humana”, explica también Antonio Seoane, hermano de una afectada de ELA que se ha implicado intensamente en la organización de este Camino. 

A mediodía de este miércoles y tras la dureza del tramo final bajo la lluvia, el grupo lograba llegar a la Plaza del Obradoiro, donde la emoción invadió cada piedra la plaza. Porque lo que les ha traído hasta aquí como recuerdan “son las ganas de vivir, y de seguir adelante”.

Los aplausos de muchos turistas y peregrinos que este mediodía les recibieron en las escalinatas de acceso a la Plaza del Obradoiro resonaban con fuerza entre el eco de las piedras. Un homenaje sentido a quienes han acabado un reto lleno de esperanza. Llenos de emoción y con la ayuda de familiares, voluntarios y agentes de la Guardia Civil lograban acceder a la plaza terminando una experiencia de una semana donde nunca ha faltado una mano que los ayudara a caminar.

Ante el Apóstol, pidieron además un presupuesto, que dote a la nueva normativa de fondos para sobrellevar de una manera digna el día a día de los enfermos de ELA.