Draghi apuesta por Argelia

  • Las relaciones entre Italia y el país norafricano se fortalecen mientras en España se debilitan

  • Los acuerdos apuntan a incrementar 10 mil millones de metros cúbicos de gas

  • Los plazos y la infraestructura aún están en el aire

La carrera para sustituir el gas ruso continúa para muchos países europeos y, de la misma forma que la guerra ha entrado en una nueva fase, también los lazos comerciales energéticos que han nacido tras la ofensiva rusa se definen de manera más clara. A ese reto se añade la necesidad de atender a la estrategia de las energías renovables en un momento en el que los combustibles fósiles, como el gas, son objeto no solo de crisis geopolítica, también climática. Conjugar estas dos cosas no ha sido fácil, así lo ha expresado en varias ocasiones el ministro de Transición Ecológica italiano, Roberto Cingolani, que insiste en una aceleración de los procesos burocráticos que hagan correr la energía limpia en Italia. Reforzada además esta necesidad por la postura europea, concretamente en el plan RepowerEu, que afronta el problema ruso en estos dos términos: sustituir la dependencia y afrontar el cambio climático. 

El premier Draghi, en una comparecencia reciente, explicaba que el Gobierno italiano podría ser verdaderamente independiente del gas ruso en el segundo semestre de 2024, pero que los primeros efectos de la nueva política energética se podrían ver ya a finales de este mismo año. Italia importa el 95% del gas que usa, la producción nacional está en mínimos históricos y por eso el reparto de compradores que necesita y necesitará para sustituir el gas ruso, que suponía un 40%, tiene que ampliarse mucho. Además del Kremlin los otros mayores proveedores son principalmente Argelia (27,8%) y, después, Azerbaijan, Libia, Noruega y Holanda pero con porcentajes menores. La intención era mover las piezas para incrementar el gas de todos los vendedores, pero con la vista puesta en Argelia, que ahora, más que nunca, se ha convertido en protagonista para Italia. 

“Nuestros gobiernos han firmado una declaración de cooperación bilateral en el sector energético. A esto se añade un acuerdo entre ENI y Sonatrach para aumentar las exportaciones de gas a Italia”, dijo Mario Draghi a principios de abril tras cerrar el “tratado” con el presidente argelino Abdelmajid Tebboune. Por la otra parte Argelia expresó claramente su intención de orientar su venta hacia Italia como principal cliente. Pero esto no es nuevo, las relaciones con el país son históricamente positivas, también con la principal energética italiana, ENI, una de las más mayores y potentes empresas extranjeras en Argelia. Pero, sobre el papel, ¿cuáles son los términos del acuerdo y qué se espera en cuanto a plazos? ¿Cuáles son los medios y las problemáticas?

Annalissa Perteghella, analista experta en geopolítica, energía y clima, valora el acuerdo firmado entre Italia y Argelia. “El gasoducto Transmed que trae el gas desde Argelia, pasando por Túnez, hasta Sicilia tiene la capacidad de 32 mil millones de metros cúbicos. Hasta ahora se usaban solo 22, porque Argelia produce cada vez menos mientras la demanda interna sube y la cantidad que queda para exportar es siempre menor. La idea es ponerlo a máximo rendimiento pero para eso se necesita invertir en infraestructura y no es instantáneo”, explica Perteghella. Hasta este momento era una inversión, sobre el terreno, que nadie quería hacer por las inestabilidades políticas de la zona, en cambio, ahora corre más prisa que nunca.

Es por eso que la experta cree que no se han concretado fechas en los acuerdos firmados entre los dos países, sino que más bien se ha marcado el horizonte de 2024 para no comprometerse con un objetivo cercano. Marco Dell’Aguzzo, periodista italiano especializado en energía, valora de la misma manera el acuerdo y enfatiza sobre la poca concreción de los tiempos, los precios y los medios necesarios. Apunta, además, que la poca estabilidad argelina, entre problemas de la política interna y externa con los países limítrofes, no es tranquilizadora. Aunque Italia se oriente a convertirse en el principal comprador, como lo expresó el propio presidente argelino, y las relaciones de la principal energética italiana, ENI, sean fructíferas y longevas, en realidad existe el temor de que ocurra lo que con España. “Es un país que relaciona las exigencias de compra venta energéticas con los intereses políticos, España no ha cumplido los deseos de Argelia y de ahí parte la polémica y las complicaciones que se encontrarán en los próximos meses. Italia puede temer que le ocurra lo mismo”, explica. 

Perteghella habla desde un punto de vista técnico y explica de dónde Argelia podría sacar los 10 mil millones de metros cúbicos que ha prometido de aumentar como proveedor a Italia. “Hasta ahora usaba una vía de transporte de gas a España que pasaba por Marruecos (gasoducto Magreb-Europa), además de otra que es directa. Estando ese canal marroquí cerrado podría tener la cantidad de gas que pasaba por allí disponible, pero no se sabe nada de los tiempos, los plazos de otros contratos ni la infraestructura, así que es difícil estimarlo”, añade. A esas dificultades añade otra: la transición energética. ENI, además de firmar el acuerdo del aumento de importación de gas incluye un proyecto piloto de una planta de hidrógeno verde descarbonizadora. Con esta idea Italia parece intentar atender a su segunda exigencia además de dejar de depender del gas ruso: la transición ecológica. Difícil de conjugar, cada vez más, en poco tiempo y con una infraestructura lenta. Italia, concluye la experta, la rapidez de este acuerdo de al menos 3 mil millones de metros cúbicos de gas argelino que llegarían a Italia cada año depende de una conjugación de contratos con otros países, de recursos disponibles y de infraestructura que, ahora, aún es poco concreta.