La disputa sobre el maltrato de China a la minoría uigur se traslada a Australia

  • Los organizadores del coloquio defendieron las protestas como muestras de libertad de expresión mientras que el diplomático afirmó que los activistas no pueden ser bienvenidos

  • Un grupo de activistas interrumpieron su comparecencia en la Universidad Tecnológica de Sídney en varias ocasiones

  • El embajador de China en Australia, Xiao Qian, ha tildado de terroristas al pueblo uigur

El nuevo embajador de la República Popular de China en Australia, Xiao Qian, compareció en un accidentado evento celebrado en la Universidad Tecnológica de Sídney. Sobre la mesa se pusieron varios temas relativos a las relaciones bilaterales entre ambos países, las cuales pasan por uno de sus peores momentos, también se trataron algunos asuntos relacionados con las políticas internas chinas que más estupor generan en el exterior. En el acto, el diplomático afirmó que aquellos que protestan contra los ataques a los derechos humanos que se han denunciado en China “no deberían ser bienvenidos” en eventos como el celebrado este viernes.

Su reflexión llegó después de que su discurso y la conversación que mantuvo con James Laurecenson, el director de la institución organizadora, el Instituto sobre las Relaciones entre Australia y China, fueran interrumpidos hasta en cinco ocasiones por activistas que protestaron por la situación que viven los musulmanes uigures en Xinjiang y en Turquestán Oriental, los tibetanos en el Tibet, por la independencia de Hong Kong o contra la censura reinante en el gigante asiático, entre otras cuestiones. La protesta estuvo coordinada, tal y como confirmó a NIUS el líder del grupo político Alianza Democrática, Drew Pavlou, y fue ejecutada por individuos que se fueron levantando y mostrando pancartas y consignas en diferentes momentos del acto. Ante tales hechos, Laurecenson, quien también fue el moderador del evento, insistió en que la “libertad de expresión es bienvenida en este campus”, a lo que el diplomático chino replicó: “la libertad de expresión es distinta a la libertad absoluta. En este mundo no existe la libertad absoluta. La libertad es libertad dentro de unas normal y leyes. Hoy, estamos teniendo un evento público y aquellos que vienen a verlo deben respetar la ley y el orden. Que se callen mientras hablamos.

Aquellos que vienen una y otra vez a interrumpir el proceso no están ejerciendo la libertad de expresión y eso no debería de ser bienvenido”, afirmó en respuesta a su contertulio antes de declarar que él respeta la integridad territorial de Australia. Para ello, puso un ejemplo que él mismo puso en duda: “He respetado los asuntos domésticos de esta nación. Me quedé callado durante las elecciones federales y apoyo la integridad territorial de Australia. No es un buen ejemplo, pero Tasmania es parte de Australia. Nadie debería contestar a eso. Si algo sucediera y alguien no está contento con el Gobierno, eso serían casos individuales y no debería ser un retrato global”, comentó en unas declaraciones con las que defiende que ni Xinjiang, ni Hong Kong, ni Taiwán serán independientes. Esta postura contradice la visión oficial china ante la invasión de Rusia a Ucrania y la negativa del Ejecutivo a condenar las acciones de Vladimir Putin. En este caso, la unidad territorial se percibe de otra manera.  

Justificación de la mano dura con la minoría musulmana uigur

El diplomático justificó las acciones de China en la provincia de Xinjiang y se alejó de las acusaciones de genocidio que caen sobre su Gobierno. “La cuestión en Xinjiang no es una cuestión de derechos humanos, libertades o lo que sea, es una cuestión de unidad nacional o separatismo, de paz y orden o terrorismo. Es un gran reto para la estabilidad de China y para la integridad nacional”, esgrimió un mes después de la filtración de miles de documentos que expusieron al Gobierno chino por el maltrato a la minoría uigur en los denominados campos de reeducación. Entre la documentación hay supuestas pruebas de detenciones masivas y arbitrarias, de condenas de terrorismo sin pruebas o garantías que, según se ha denunciado desde varios ámbitos, suponen un ataque a los derechos humanos. La Alta Comisionada de la Organización de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, expresó al Gobierno chino su preocupación, después de una visita de dos días, por la “falta de supervisión judicial independiente de la puesta en práctica del programa (centros de reeducación), la dependencia de los agentes encargados de aplicar la ley para determinar tendencias conducentes al extremismo violento, las acusaciones del uso de la fuerza y de malos tratos en instituciones, así como informes de restricciones excesivamente severas de prácticas religiosas legítimas”.

Pavlou, el líder activista que coordinó las protestas durante el acto del embajador de China en Australia, denunció las prácticas del gigante asiático y mostró su indignación hacia la Universidad Tecnológica de Sídney por acoger al diplomático de una nación “opresora”. “No hay cabida para el diálogo porque el embajador ha defendido el genocidio contra los uigures”, señaló a NIUS. “Esto ha sido un espectáculo de propaganda. Él ha defendido directamente en este aula de la Universidad Tecnológica de Sídney el encarcelamiento de más de un millón de uigures en campos de concentración. Hay uigures aquí cuyos familiares han muerto en cárceles chinas después de ser torturados. ¿Acaso se les ofreció a ellos un diálogo con el Gobierno chino? ¿Tuvieron una conversación con el embajador chino en Australia? Por supuesto que no. No nos han dado la oportunidad de hablar con el embajador. ¿Acaso se puede hablar con un Gobierno que realiza abortos y matrimonios forzados a las mujeres uigures? Es un genocidio constante, no podemos tener un diálogo con ellos”, incidió. 

Los ánimos estuvieron caldeados entre la audiencia. Algunos de los asistentes apoyaron a los activistas y se oyeron gritos de “libertad para el Tibet”, mientras que otros les reprendieron e incluso un ciudadano nacionalista chino llegó a arrancar una pancarta de la mano de Pavlou. Otro hombre fue obligado a abandonar el recinto antes del acto porque iba ataviado con un traje militar de la época de la Revolución Cultural. 

Objetivo: calmar los ánimos tras las hostilidades militares recientes

En su comparecencia, el embajador chino mencionó su deseo de descongelar las relaciones con Australia, que viven su peor momento en años después de que el anterior Gobierno australiano, el del conservador Scott Morrison, apoyara una investigación independiente sobre el origen del COVID-19 en Wuhan. Desde aquel momento se llevaron a cabo una batería de sanciones comerciales que están afectando a la importación de productos australianos al gigante asiático. Además, las tensiones también se han trasladado al ámbito militar tras el “peligroso” encuentro entre un caza chino y un avión de vigilancia marítima australiano que sobrevolaban el Mar de China Meridional. Sobre las razones de las repercusiones tras la petición de la investigación del origen del virus, Qian afirmó que es “absolutamente absurdo” sugerir que el virus había sido fabricado y que el que un país se refiriera a él como el virus chino era “inaceptable”. “Es muy razonable que 1.400 millones de chinos se enfaden por ello”, agregó tras negar que los altos aranceles a los productos australianos sean parte de un “castigo”.

Qian asumió su cargo como embajador de China en Camberra en enero y pretende aprovechar la instauración de un nuevo Gobierno en Australia -el del laborista Anthony Albanese- para mejorar unas relaciones bilaterales que en diciembre cumplen 50 años.